Fue Superiora General de la Congregación de las Hermanas Ursulinas de la Inmaculada Virgen María de Gandino. Vivió la caridad hacia Dios, el amor del Señor fue la razón, el modelo, la medida de la caridad hacia sus hermanos
Inició su camino de joven abierta y entusiasta por la vida y un gran ideal. Ya en los años de colegio en Endine, María Dominga tenía un programa precioso de vida: “Me propongo, Dios mío, hacerme santa”.
Ingresó en el Instituto de las Hermanas Ursulinas de Gandino en 1913 y permaneció durante varios años en el Pensionado de Bérgamo como estudiante del Instituto Magistral; con su carácter expansivo y vivaz, su sonrisa contagiosa, su trato firme y dulce al mismo tiempo, era apreciada por las alumnas y compañeras. Todas la querían y la miraban como a un modelo.
En 1919 María Dominga obtuvo brillantemente el diploma de maestra y vistió el hábito religioso, tomando el nombre de Hna. María Dositea Eucarística, un nombre que define y preanuncia ese amor a la Eucaristía que se convertiría en centro de su vida y fuente del continuo don de sí a los demás.
En 1919 María Dominga obtuvo brillantemente el diploma de maestra y vistió el hábito religioso, tomando el nombre de Hna. María Dositea Eucarística, un nombre que define y preanuncia ese amor a la Eucaristía que se convertiría en centro de su vida y fuente del continuo don de sí a los demás.
A la izquierda, Madre María Gesuina Seghezzi. A la derecha, María Dominga Bottani
En los años de formación fue acompañada por una figura a la que amó y estimó siempre: la Madre María Gesuina Seghezzi, Maestra de las Novicias. En la escuela de esta simple y santa religiosa, la Hna. Dositea encontró ánimo y confirmación en el ideal de santidad que siempre la había atraído.
El 3 de octubre de 1921 hizo su profesión religiosa. Durante sus seis años de votos temporales tuvo ricas experiencias espirituales y educativas en las escuelas de Peia y Chignolo d'Isola. El 3 de octubre de 1927 emitió su profesión perpetua y, ese mismo año, elegida Secretaria General, fue trasladada a Bérgamo, a la Casa General, donde permaneció desempeñando las tareas de Consejera y Vicaria General.
Desde 1929 fue secretaria general, luego Consejera y Vicaria.
Después de la Segunda Guerra Mundial, participó en los encuentros organizados por el "Movimiento por un Mundo Mejor", fundado por el padre jesuita Riccardo Lombardi. A partir de 1950, la Sierva de Dios aceptó el llamado de Pío XII a la renovación de la vida religiosa.
El 19 de julio de 1952 fue elegida Superiora General y reelegida por dos mandatos más. Durante dieciocho años gobernó la Congregación durante los años del Concilio Vaticano II. Fue una de las que favorecieron la creación del Secretariado de la Federación Religiosa Italiana, colaborando con otros Institutos. Durante su generalato se encontró con sus Hermanas, especialmente con ocasión de las visitas canónicas, mostrando un notable sensus Ecclesiae y un compromiso de renovación conciliar en el que implicó a sacerdotes, religiosas y laicos. En la Congregación, favoreció la apertura de nuevas casas en Italia y en el extranjero. Mientras tanto, sus condiciones de salud empeoraron debido a problemas hepáticos y cardíacos.
Murió en Bérgamo (Italia) el 2 de septiembre de 1970.
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