domingo, 13 de marzo de 2022

¿QUÉ ES CULTURA? TODO LO QUE MEJORA LA MENTE HUMANA

Publicamos el texto de la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira en 1954 en el Seminario Jesuita de São Leopoldo, Brasil. 


¿Qué es la cultura?

La gente responde a esta pregunta de muchas maneras diferentes. Algunos se inspiran en la filología, otros en todo tipo de sistemas filosóficos y sociales. Han surgido tantas contradicciones en torno a la definición de cultura, y la palabra relacionada "civilización" da lugar a tantas contradicciones que se han reunido congresos internacionales de estudiosos y profesores especialmente para discutir su significado. Después de tanta discusión, a menudo sucede que no se llega a un acuerdo.

En esta breve conferencia no podemos abordar las tesis y los argumentos de las distintas corrientes. Tampoco podemos exponer y justificar nuestra tesis para luego centrarnos en la cultura católica. Sin embargo, podemos considerar seriamente las innumerables acepciones de la palabra "cultura", tal como las expresan los pueblos, las clases sociales y las escuelas de pensamiento, y mostrar lo que tienen en común. Así, un elemento básico e invariable de la noción de "cultura" es que siempre implica la mejora de la mente humana.

En el centro de este perfeccionamiento está la idea de que toda mente humana tiene cualidades susceptibles de ser desarrolladas y defectos susceptibles de ser cercenados. Por lo tanto, la mejora tiene dos aspectos: uno positivo, hacer crecer lo que es bueno, y otro negativo, podar lo que es malo.

Este principio reúne las múltiples formas actuales de pensar y sentir la cultura. Así, todos estamos de acuerdo en que una universidad, un conservatorio de música o una escuela de teatro son instituciones culturales. Incluso podemos extenderlo a los clubes dedicados al ajedrez o al coleccionismo de sellos. Todas estas entidades o grupos sociales tienen como objetivo directo o indirecto mejorar la mente de las personas.

Del mismo modo, podemos imaginar una universidad u otra institución cultural que trabaje en contra de la cultura cuando actúa para deformar las mentes debido a sus errores.

Por ejemplo, ciertas escuelas se dejan llevar por un entusiasmo exagerado por la tecnología hasta el punto de inculcar el desprecio por todo lo filosófico o artístico. Una persona así educada adora la mecánica como valor supremo, convirtiéndola en la única esfera de interés del alma. Un estudiante que niega toda certeza que no se base en las pruebas de laboratorio y rechaza despectivamente todo lo bello tiene sin duda una mente retorcida.

Igualmente deformado está quien se deja llevar por un apetito filosófico inmoderado, que niega todo valor a la música, al arte, a la poesía o a actividades más modestas que también requieren inteligencia y cultura como la mecánica.

Podemos decir que las universidades que forman a sus alumnos con esas falsas directrices promueven una acción anticultural o una falsa cultura.

La esgrima, por ejemplo, se reconoce como un ejercicio de cierto valor cultural porque presupone destreza física, vivacidad y elegancia. Sin embargo, el sentido común no está dispuesto a reconocer el carácter cultural del boxeo, que tiene algo de degradante para la mente, ya que se dirige a la cara con golpes masivos y brutales. El lenguaje actual incluye la mejora del alma en la noción de cultura en todos estos sentidos y muchos otros.


Cultura y educación

A primera vista, la distinción entre educación y cultura es menos clara como concepto general. Sin embargo, analizando bien las cosas, vemos que esta distinción existe y se apoya en una base sólida.

Se dice que una persona que lee mucho es muy culta en comparación con otra que lee poco. Entre dos ávidos lectores, el que más ha leído se presume más culto.

La educación tiene como objetivo mejorar la mente. Así, una persona que lee más se considera también más culta (salvo que haya razones para lo contrario). Por ello, algunas personas pueden equivocarse al simplificar inadvertidamente las nociones y considerar que la cultura se mide por el número de libros leídos. Esto es un error garrafal porque la lectura no se mide por la cantidad, sino por la calidad de los libros leídos. Depende de los rasgos de los lectores y de cómo leen.

En otras palabras, la lectura puede teóricamente educar a las personas haciéndolas bien informadas. Así, una persona bien leída y educada puede estar informada de muchos hechos o conceptos científicos, históricos o artísticos. Sin embargo, esa misma persona puede ser mucho menos culta que otra con un bagaje informativo menor.

Así, la distinción entre educación y cultura se hace evidente. La educación sólo mejora la mente en la mayor medida posible cuando va seguida de una asimilación profunda resultante de una reflexión precisa. En consecuencia, quien lee poco pero asimila mucho es más culto que quien lee mucho pero asimila poco. Por ejemplo, un guía de museo suele estar muy informado sobre los objetos que muestra a los visitantes. Sin embargo, suele ser poco culto porque se limita a memorizar información y no intenta asimilarla.


Cómo adquirir la cultura

Todo lo que captamos con los sentidos o el intelecto afecta a las potencias del alma. Podemos librarnos más, menos o incluso totalmente de este efecto según el caso, pero como tal, todo lo que captamos tiende a repercutir en nosotros.

Como dijimos, la cultura consiste en cultivar positivamente aquellas cosas que mejoran la mente y frenar negativamente las que la deforman.

Por supuesto, la reflexión es el principal medio para mejorar la mente. Un hombre de cultura debe ser un pensador mucho más que un ratón de biblioteca o un depósito vivo de hechos, fechas, nombres y textos. Para este pensador, la realidad es el libro primordial que tiene ante sus ojos; él es su propio autor más consultado. Los demás autores y libros son elementos preciosos pero subsidiarios.

Sin embargo, la mera reflexión no es suficiente. No somos espíritus puros. Por una afinidad no sólo convencional, existe un vínculo entre las realidades superiores que consideramos con nuestro intelecto y los colores, sonidos, formas y perfumes que captamos a través de nuestros sentidos. Nuestro esfuerzo cultural sólo es completo cuando, a través de los sentidos, impregnamos todo nuestro ser de los valores que nuestro intelecto ha contemplado. El canto, la poesía y el arte tienen precisamente este propósito. En efecto, a través de una interacción precisa y superior con lo bello (bien entendido, por supuesto), el alma se impregna plenamente de la verdad y el bien.


Tradition, Family & Property


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