viernes, 11 de febrero de 2022

NUESTRO SEÑOR HABLA SOBRE LOS SACERDOTES EN EL INFIERNO

Entre los fieles laicos, principalmente entre los tradicionalistas, hay una especie de idolatría por los sacerdotes que carece de toda sensatez. 


Más allá del debido respeto debido a su elevada misión, consideran a los sacerdotes infalibles y moralmente perfectos.

Tratando de corregir esta posición desequilibrada, ofrecemos un texto con el que el mismo Nuestro Señor se dirigió a la Sierva de Dios Marie des Vallées (María de los Valles), una mística francesa del siglo XVII cuyo director espiritual fue San Juan Eudes, el apóstol de la Devoción a los Corazones de Jesús y María.

La mística Marie des Vallées

La fuente de estas palabras es el libro bien documentado “La Vie Admirable et les Révélations de Marie des Vallees”, escrito por Emile Dermenghem.

Ella [Marie des Vallées] estaba afligida por los desacuerdos que con demasiada frecuencia aparecen entre los sacerdotes: "Las envidias, los celos y las divisiones que reinan en los claustros son un escollo para los fieles". La burla le parecía un gran pecado. Muchas de sus visiones fueron una sátira muy severa de los diversos defectos de los religiosos.

Sobre la pesada responsabilidad que pesa sobre los eclesiásticos que están a cargo de las almas, Jesús le dijo:

"Serán juzgados más severamente que los demás. Los que caigan en su misión serán castigados por las faltas de todos: es decir, por las del pueblo [que dirigieron] y por las de los nobles y los magistrados (o funcionarios de justicia). Los nobles y los funcionarios de la justicia serán castigados por las faltas del pueblo; éste será juzgado justo por sus propias faltas.

Las desgracias están listas para caer sobre la Iglesia porque hay más justicia entre los soldados que entre los sacerdotes , y de todos los estados de vida del mundo, los sacerdotes son los que más pueblan el Infierno.

Los obispos tendrán que responder por todas sus ovejas de una manera prodigiosamente exacta".

Los beneficios son cosas muy peligrosas para la salvación. Es necesario evitar cuidadosamente la aceptación de personas sin vocación en las Órdenes Religiosas. Acumular beneficios, enriquecerse con los bienes de la Iglesia, que no deben emplearse sino para los pobres y las estrictas necesidades del culto y de sus servidores, es uno de los pecados más abominables. Disputar sobre estos bienes da un escándalo terrible.

Emile Dermenghem, La Vie Admirable et les Révélations de Marie des Vallées, París: Plon, 1926, pp. 136-138




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