No es de extrañar que la verdad provoque exabruptos en quienes propagan el error que se opone a ella. Las reacciones de los fariseos a las palabras de nuestro Señor -empezando por los gestos teatrales de Caifás ante la proclamación del Mesías de su propia divinidad- delatan siempre la ira de los mentirosos y de la gente de mala fe ante la afirmación de la verdad y la honestidad intelectual. Y esta indignación, tan forzada como inmotivada, ya que no hay argumentos para rebatir la refutación, se traslada a menudo al interlocutor, en un intento de ridiculizarlo, de hacerlo pasar por loco o por un peligroso criminal. Los ejemplos que hemos presenciado de cualquiera que cuestione alguna de las piedras angulares de la narrativa oficial de Covid son la confirmación de una actitud intolerante por parte de los que mienten, y al mismo tiempo la acusación de intolerancia contra los que simplemente afirman una verdad flagrante.
El virólogo que afirma la ineficacia de la vacuna y pone de manifiesto los graves conflictos de intereses de los funcionarios encargados de autorizar los medicamentos o las terapias; el parlamentario que se opone a la conveniencia de imponer cierres patronales después de que hayan resultado inútiles para contener la pandemia y desastrosos para la economía nacional; el jurista que critica las normas impuestas por el gobierno en violación de la Constitución; el párroco que desde el púlpito cuestiona la moralidad de un suero experimental producido con células de fetos abortados; el intelectual que señala que el criminal plan del Gran Reseteo promovido por el Foro Económico Mundial y la Agenda 2030 de Naciones Unidas se está aplicando puntual y preocupantemente precisamente por la emergencia pandémica convocada en 2009 por Jacques Attali en el semanario francés L'Express, son considerados por el sanedrín globalista como herejes, indignos de hacer preguntas sobre los nuevos dogmas de la religión de la salud definidos ex cátedra por los expertos a sueldo de los grandes laboratorios. Podemos imaginar qué honestidad e imparcialidad pueden garantizar los controladores pagados por los controlados.
No tiene sentido citar los escritos de los exponentes del Estado profundo en los que confiesan descaradamente su proyecto criminal. Tomemos como ejemplo la cita de Jacques Attali:
"La historia nos enseña que la humanidad evoluciona significativamente sólo cuando tiene verdadero miedo: entonces desarrolla inicialmente mecanismos de defensa; a veces intolerables (de chivos expiatorios y totalitarismo); a veces inútiles (de distracción); a veces eficaces (de terapias que niegan si es necesario todos los principios morales anteriores). Luego, una vez superada la crisis, el miedo transforma estos mecanismos para hacerlos compatibles con la libertad individual e inscribirlos en una política de salud democrática" (aquí).
Estas palabras fueron pronunciadas en 2009, ante la inminencia de la gripe porcina por la que entonces se denunciaba a la OMS. En ellos podemos confirmar una imagen precisa de la forma en que se gestionó la “emergencia sanitaria”, incluso de la planificación de la propia 'emergencia', con la previsión de las posibles respuestas de los ciudadanos. Hace unos días, Attali, sin máscara, fue entrevistado por dos periodistas a los que reprendió por tener sus máscaras bajo la nariz.
Esto es una prueba de lo absurdo de la narrativa de la 'pandemia', que se aplica a los súbditos y esclavos del sistema, pero no a los que mandan. Biden, Johnson, Merkel, Draghi, Bergoglio y todos los "grandes de la tierra" hacen alarde de desprecio por las masas, imponiéndoles reglas absurdas, que rompen primero precisamente para demostrar que la adhesión a este culto pandémico requiere un asentimiento fideísta, y no tiene nada de científico.
Su Eminencia el Cardenal Müller, que es una persona intelectualmente honesta, ha dicho cosas que ya han sido denunciadas por el Card. Burke, por el obispo Schneider y por mí mismo, entre otros; cosas que siempre han declarado públicamente Klaus Schwab, George Soros, Bill Gates y todos los seguidores del Gran Reseteo llegando incluso a elaborar documentos oficiales e imprimir libros en los que explican detalladamente los diferentes escenarios que se pueden hipotetizar, desde 'pandemia' hasta 'emergencia climática'. Y las palabras del Cardenal son la confirmación de que su nombre puesto en mi Llamamiento por la Iglesia y el Mundo del pasado mes de mayo de 2020 fue meditado e intencionado. Por ese gesto, en cierto modo valiente, doy las gracias a Su Eminencia.
Y lamento que en Alemania los principales medios de comunicación hayan acusado al cardenal Müller de antisemitismo, simplemente porque George Soros y Klaus Schwab son de origen judío, mientras han evitado escrupulosamente entrar en el fondo de la cuestión. Y sin embargo, denuncias similares contra la élite globalista y en particular contra Schwab, Gates, Soros, los Rothschild y los Rockefeller son hechas por rabinos ortodoxos y sobrevivientes judíos de los campos de concentración nazis. ¿Son, por lo tanto, también antisemitas? Pero una vez más, hacer preguntas razonables a los prejuiciosos es inútil. Como en la fábula de Esopo, el lobo de la parte superior del arroyo cree que tiene derecho a que el cordero de la parte inferior no contamine su agua.
Me imagino que, para un cardenal que también ha sido prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es un tanto desafiante y no tan fácil posicionarse en un tema que ve a Bergoglio en el lado opuesto haciendo propaganda de las vacunas de Pfizer y apoyando la 'economía verde' y el 'capitalismo inclusivo' con los Rothschild y los Rockefeller. Pero también pienso que si Su Eminencia tuviera la honestidad de denunciar la conspiración antihumana del Nuevo Orden Mundial y la injerencia de los multimillonarios Gates y Soros en el destino de las naciones, con base en la evidencia y el consentimiento de sus declaraciones, sabrá con igual claridad de análisis reconocer el mismo asentimiento a la ideología globalista en el arrendatario de Santa Marta, que recientemente bendijo un 'parque interreligioso' en Argentina y aprobó la Fundación Fratelli tutti y su "formación integral" para el 'diálogo interreligioso'. Si la injerencia de Soros y Gates en el gobierno de las naciones es evidente, la responsabilidad de Bergoglio al dar dignidad y legitimidad a los cómplices del FEM y de la ONU, a sus planes y a los que cooperan con ellos, es innegable; porque el 'ecumenismo', la deificación de la 'madre Tierra', la dimensión "amazónica" de la Iglesia, el "camino sinodal", el transhumanismo de la Fundación de la Inteligencia Artificial, y todas las miserables innovaciones de este pontificado son perfectamente coherentes con este marco, son instrumentales a él y persiguen el mismo fin, a saber, el establecimiento de esa Religión de la Humanidad que es el objetivo necesario del Nuevo Orden Mundial.
Aunque la 'emergencia sanitaria' ha causado daños incalculables, tiene sin embargo el mérito de haber abierto los ojos a muchos ciegos, de haber curado a muchos sordomudos, que ahora pueden volver a oír y hablar. Esta gracia debe ser una oportunidad para que todos podamos evaluar con una mirada sobrenatural lo que sucede ante nuestros ojos, percibir los principios inspiradores y los propósitos no declarados, denunciar a los responsables y advertir a los simples, que con razón esperan que que sus Pastores les den sanas indicaciones, y no los empujen al abismo. Y comprender cuán verdaderas son las palabras del Señor: "Separados de mí nada podéis hacer" (Jn 15:5).
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
16 de diciembre de 2021
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