martes, 28 de diciembre de 2021

FRANCISCO, EL PAPA DE LOS TRISTES DESTINOS

¡Cuánto pesa esta corona!
W. Shakespeare, Ricardo III.


Por Eck


El pontificado de Francisco se encuentra en sus últimos actos y se espera que tarde o temprano baje el telón que acabe con esta Tragedia. Mientras tanto, nos queda por ver cómo se va resolviendo una trama que fatalmente va aplastando en su marcha al propio Francisco, a sus colaboradores y la vida de toda la Iglesia Universal bajo su peso de locura, maldad y estupidez. Parafraseando al Cisne de Avon, esta fábula es un cuento realizado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido.


"Macbeth, tu serás rey."


El peor castigo que se pudo concebir para una persona como Bergoglio fue la consecución colmada de todas sus ambiciones. Paso a paso, traición a traición, escalón a escalón fue subiendo la escalera del Poder eclesiástico poniendo todas sus facultades y toda su persona en ello. Ya llegaba a un puesto y su ambición sin freno ideaba pasar al siguiente, aplastando todo bajo su enorme peso, destruyendo la justicia y el derecho y sacrificando cuanto la Tierra y el Cielo le ofrecían para henchir el alma y el cuerpo de verdadera felicidad. Su espíritu era animado por las fatídicas voces del viento que le susurraban poder al oído y le decían señalándole con sus huesudos dedos: "¡Salve, Jorge, Provincial de los jesuitas; Salve, Jorge, Arzobispo de Buenos Aires; Salve, Francisco, Papa de Roma!"

Persona eminentemente práctica sin atisbos de contemplación ni de imaginación, sin aficiones ni gustos, sin embargo, su inteligencia se movía ligera por los campos de la política y la manipulación de los hombres. En este terreno, para su desdicha y la nuestra, no tenía rival y su genio pudo desplegar todas sus alas en pos de sus conquistas cada vez más elevadas: de Provincial a obispo, de obispo a Primado, de arzobispo de Buenos Aires a finalmente, Papa en Roma tras la caída de su odiado competidor. Quienes menosprecien a Jorge Mario Bergoglio deberían pensar la enormidad de esta, su aventura, por muchos comenzada y por muy pocos acabada. Tampoco debemos olvidar que si llegó tan alto fue porque es el vivo ejemplo de toda una generación de sacerdotes que mamaron los resecos pechos de la iglesia postconciliar. Arquetipo del tipo mayoritario del clero ¿Cómo estos no lo iban a alzar viéndose cada uno de ellos en el trono a través de él?

Durante este largo camino que su ansias le marcaba iba deformando su alma, amputando aspectos esenciales de la persona: Solo acción pura y mera potencia. Ignoramos que hay en el centro de su persona para impulsarle a cometer este hecho horrible. Primero cayó y poco lo lamentó la contemplación de la Verdad y la Belleza, juzgadas como superfluas y sin valor. Luego le tocó a la Justicia y las demás virtudes juzgadas de impedimentos para su carrera. Tras ello se apagó la Caridad, se oscureció la Fe y se corrompió la Esperanza. Finalmente se quedó con el verdadero idolillo de su alma, el Poder puro. Al llegar a la Silla de S. Pedro y ser coronado, summum de sus afanes, la transformación se había completado y casi toda su humanidad, generosidad y curiosidad se había agotado con sus pensamientos, hechos y decisiones interesadas. Es rey pero no reina sobre sí mismo pues no tiene luz interior que le guíe por el laberinto de la vida ni está acompañado por las generosas Verdad, Bien y Belleza: Es en completo desalmado, sin corazón, hueco donde arrecia el eterno frío del desamor y su alma yerma, glacial, se quedó a oscuras como un cielo nocturno sin estrellas y Luna.


La noche antes de Bosworth

La larga noche sin luminarias de tu pontificado se te cierne encima y en la hora crepuscular aparecen las sombras alargadas de tus víctimas. Me refiero a las víctimas de tu alma, psique e inteligencia. Ahora tienes el Poder y ni más arriba no puedes subir ni más allá pasar. ¡Tarde descubriste, Bergoglio, que poder es un verbo transitivo! Lo tienes pero no lo sabes usar y ni siquiera sabes para qué sirve. Anibal que vences pero no sabes usar de tu victoria. Rey Midas del Poder que antes todo lo que tocabas lo convertías en medio de tu ambición y ahora tu ambición no tiene objeto, un fin sin fin.

Destruiste la Verdad en tu inteligencia y ahora tus palabras se las lleva el viento; asesinaste la Belleza de tu alma y tus hechos son tan ramplones y cutres que no tienen ni la grandeza infernal del Mal y asesinaste el Bien y con ello es imposible alcanzar las estrellas e iluminar con su luz a ti y a todos. Tu falta de generosidad, de amor desinteresado por las personas y las cosas te pasa factura, todo te cobra interés recrecido. Nada hiciste gratis, nada se te dará gratis, cosechas lo que sembraste. Sin gustos, aficiones o amigos, no se enciende tu alma por el arte, la música, los hermosos versos ni las historias bien contadas. Te está vedado lo que hace la felicidad de los hombres y te esta vedado lo que hace la felicidad de los santos: la contemplación de Dios. Famélico, hambriento, inútil, inservible te mueves como una peonza, dando vueltas a ti mismo, dañándote y dañando a los demás, triste destino de aquel que no tiene destino, su vida ni anhelos.

Como Golum y a imagen y semejanza de éste te aferras al Anillo del Pescador gritando como un poseso desesperado por Santa Marta y las estancias: ¡Mi tesoro!¡ Mi tesoro! temeroso de que te lo quiten pero a la vez te destruye por dentro. Ni por un momento te paras en pensar en sacrificarlo para algo grande, generoso, alto, sea equivocado o correcto, produzca loas o escarnios. Egoísta y solipsista, morirás con él en el Monte de la Historia y desaparecerás de la historia sin ningún rastro ni nadie que te recuerde por algo grande o bueno. Polvo, ruido y nada será tu legado.


Desespera y muere

El más desgraciado de los hombres se desespera de que el poder se le escape de sus manos y como un loco hace gestos sin significado, manda contradicciones, habla desatinos. Recurres desesperado a los instrumentos que te sirvieron de escalerilla: teología del pueblo, peronismo, progresismo pero descafeinado porque nunca creíste que fueran más que instrumenta regni y te postras ante los ídola fori de nuestros días para dar contenido a tu pontificado, para dar contenido a tu vida. Habiéndosete negado la capacidad de la construcción, has tenido que recurrir a la destrucción. Ricardo III papal, lo que te sirvió para subir a las alturas ahora te derroca hasta los abismos. En esta larga noche antes del final se te aparecen los recuerdos para gritarte tus crímenes y te muestran tu verdadera imagen y figura en el espejo de tus acciones:

Becciu muestra tu injusticia; Benedicto tu falta de sabiduría; Pell tu hipocresía al dejar que la mafia manche la Sede Petrina con sus negros negocios, Viganó tu despotismo y tu sometimiento voluntario a los siervos del Príncipe de este mundo; los Cuatro de la Dubia tu frivolidad con el Tesoro de la Fe, las victimas de Cors Orans y los Franciscanos de la Inmaculada tu odio por el fin último del hombre: ver a Dios; la Traditionis tu odio por todo lo grande y bello; los miles de mártires, santos, doctores y papas insultados y vejados por ti al ensalzar la herejía y la idolatría y finalmente se alzará la memoria del difamado, perseguido, castigado, expulsado de su casa junto a su anciana madre y muerto de pena por la injusticia cometida por ti y tus sayones, Monseñor Liviéres, con el que comenzaste con malos augurios tu nefasto gobierno, mostrando tu verdadera faz. Hasta los paganos antiguos te acusarán porque ellos juzgaban las causas después de haber oído a las partes y haberse podido defender el acusado (Act. 25,16) y tú no lo hiciste siendo sucesor de un condenado sin culpa y representante del Inocente crucificado injustamente.

Dios no se queda con nada, Suprema Justicia de Aquel que gobierna a los pueblos con vara de hierro ahora te manda a las Erinias con los látigos de la desesperación y Sus castigos a la Iglesia que te siguió en tus fechorías sin alzarse en defensa de la Justicia y el Derecho, de la Fe y la Caridad, de la Verdad y la Sabiduría. Del Eterno nadie se ríe por muy alto que se crea, empero, no olvidará tu defensa ardiente de la Santísima Virgen en una ocasión y tus visitas filiales a la Inmaculada y a la Salus Populi Romani.


Orad por vivos y muertos

Todavía pues hay esperanza para Francisco, no para que enderece los caminos de su pontificado sino para que pueda alcanzar aquella misericordia que encontró acomodo en el corazón del ladrón San Dimas y del pecador San Andrés Wouters. Dejemos a un lado el rencor, el asco y el odio que podamos tenerle por sus maldades y empecemos a tenerle misericordia, piedad y lástima porque en el fondo es un desgraciado que para su desdicha y para castigar los enormes pecados de los miembros pecadores de la Iglesia ha conseguido lo que más anhelaba.

Reparemos mediante la contemplación, la oración, la caridad todo el daño y destrozo que cometa en su camino destructivo este Papa malhadado. Medicina amarga que, sin embargo, nos está mostrando a todos, altos y bajos, el verdadero mal que corroe la Iglesia y que pudre su meollo. Innumerables cánceres que no daban la cara mientras mataban la vida sobrenatural silenciosamente se han revelado en toda su purulenta naturaleza con Bergoglio y compañía. Demos las gracias a Dios que se haya revelado lo oculto y podamos enfrentarlo si tenemos la santidad, la valentía y el coraje suficientes

Dentro de poco vendrá la hora en que de nada sirven los cargos, ni las alabanzas ni los improperios, el cetro huya de las manos y la pesada corona caiga de las sienes, el poder se desvanezca como humo en el aire y el miedo se disuelva como la nieve. Quien pretendía predeterminar el futuro no podrá ni influir en el presente. Olvidado por sus servidores en vida, que perderán el calor de su estima junto al de su cuerpo mientras lo buscan en el nuevo sol que se levanta. Su anillo será machacado y creado con él el de su sucesor. En el fondo, toda su vida y final nos habla de nosotros y de los peligros de centrarnos en nosotros mismos: Acta est fabula et de te narratur!

Entonces podremos decir tras rezar por su salvación eterna y ofrecer penitencias para que alcance el perdón que todos necesitamos:

¡Adiós, Francisco de Roma, Papa de los tristes destinos!


Wanderer




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