lunes, 11 de octubre de 2021

LOS OBISPOS ALEMANES SE UNEN A LOS LOBOS

Es asombroso que la gran mayoría de los obispos alemanes estén dispuestos a negar su autoridad apostólica. Sus votos, en efecto, los separan de la Iglesia y declaran que no están calificados para hacer pronunciamientos sobre el matrimonio cristiano.

Por el Rev. Jerry J. Pokorsky


Una noticia asombrosa en el Wall Street Journal informa: “En una reunión en Frankfurt, los líderes de la iglesia [católica] alemana votaron 168 a 28... para adoptar un proyecto de declaración sobre la sexualidad que incluye una resolución que dice que 'las parejas del mismo sexo que quieran asumir el riesgo de una vida común inquebrantable... deberían poder verse bajo la bendición de Dios'”.

Un sacerdote que ha hecho campaña desde hace mucho tiempo contra las enseñanzas de la Iglesia se regocijó con la votación, a pesar de que contradecía directamente varias declaraciones del papa Francisco, diciendo que era "un hito en el camino hacia una iglesia sin discriminación, una iglesia llena de respeto por la diversidad del amor y las asociaciones".

Esta preocupación por “la iglesia” suena hueca. Todo sacerdote promete a Dios -a través de su obispo- rezar el Breviario. El domingo 27º del año litúrgico, los sacerdotes (incluidos, presumiblemente, los obispos alemanes) deberían haber leído este pasaje del Papa San Gregorio Magno:
Los pastores que carecen de previsión dudan en decir abiertamente lo que es correcto porque temen perder el favor de los hombres. Como nos dice la voz de la verdad, tales líderes no son pastores celosos que protegen a sus rebaños, sino que son como mercenarios que huyen refugiándose en el silencio cuando aparece el lobo.
Identificar los lobos que amenazan a su rebaño es uno de los muchos deberes, en conciencia, que un sacerdote comparte en obediencia a su obispo. Si los obispos se oponen a tales enseñanzas, deben anunciar, por mera honestidad, que no creen que sus sacerdotes deban estar rezando más el Oficio Divino.

No es de extrañar que la gran mayoría de los obispos alemanes no piensen que los actos homosexuales son pecaminosos. Su estudiada ambigüedad sobre el tema se ha manifestado durante años. Ni siquiera es sorprendente sospechar que un número considerable de obispos alemanes puedan ser homosexuales activos. Cualquiera que celebre "la diversidad del amor y las asociaciones" no debe objetar la sugerencia de que "celebrar la diversidad" es un código para "celebrar la sodomía".

Pero es asombroso que la gran mayoría de los obispos alemanes estén dispuestos a negar su autoridad apostólica. Sus votos, en efecto, los separan de la Iglesia y declaran que no están calificados para hacer pronunciamientos sobre el matrimonio cristiano. "Su fin es destrucción, su dios es el vientre, y se glorían en su vergüenza". (Filipenses 3:18) Por eso, no debemos perder el tiempo con ellos. A pesar del ruido que hacen, son incoherentes e irrelevantes.

Debemos buscar en otra parte una visión cristiana del matrimonio arraigada en las enseñanzas de Jesús y las Escrituras. Aquí está la hermosa "Exhortación antes del matrimonio", una homilía conservada para las bodas, escrita hace años, una época en la que incluso los simples tópicos eran mucho más profundos que las pruebas que se encuentran actualmente en Alemania:

“Estáis a punto de entrar en una unión que es la más sagrada y la más seria. Es la más sagrada porque ha sido establecida por Dios mismo. Por medio de ella, Él dio a la humanidad una participación en la obra más grande de la creación, la obra de la continuación de la raza humana. De este modo, santificó el amor humano y permitió al hombre y a la mujer ayudarse mutuamente a vivir como hijos de Dios, compartiendo una vida común bajo su amor paternal.

Debido a que Dios mismo es su autor, el matrimonio es por su propia naturaleza una institución santa, que requiere de quienes lo contraen una entrega completa y sin reservas de sí mismos.

Sin embargo, Cristo Nuestro Señor añadió a la santidad del matrimonio un significado aún más profundo y una mayor belleza. Se refirió al amor en el matrimonio para describir Su propio amor por Su Iglesia y por las personas a quienes redimió con Su propia sangre. De ese modo dio a los cristianos una nueva visión de lo que debería ser la vida matrimonial, una vida de amor abnegado como la suya. Es por ello que su apóstol San Pablo afirma claramente que el matrimonio es ahora y para siempre un gran misterio, íntimamente ligado a la unión sobrenatural de Cristo y la Iglesia, unión que será su prototipo.

Esta unión... os unirá de por vida en una relación tan estrecha e íntima que influirá y dirigirá todo vuestro futuro. Ese futuro, con sus esperanzas y desilusiones, sus aciertos y fracasos, sus placeres y sus dolores, sus alegrías y tristezas, se oculta a vuestros ojos. Sabéis que estos elementos se mezclan en cada vida y son de esperarse en la vuestra. Y, sin embargo, sin saber lo que tenéis por delante, os tomáis el uno al otro, para bien o para mal, para lo rico o para lo pobre, en la enfermedad y en la salud, hasta la muerte.

Debido a que estas palabras implican obligaciones tan solemnes, es muy apropiado que descanse la seguridad de vuestra vida matrimonial en el gran principio del autosacrificio. Comenzáis vuestra vida matrimonial con la entrega voluntaria y completa de vuestra vida individual en interés de esa vida más profunda y plena que debéis tener en común. A partir de este día, vosotros os perteneceréis enteramente el uno al otro, seréis uno en mente, uno en corazón y uno en afectos. Cualesquiera sean los sacrificios que se os requieran hacer en el futuro para preservar esta vida mutua, hacedlo siempre con generosidad. El sacrificio es difícil. Solo el amor puede hacerlo fácil y el amor perfecto puede convertirlo en gozo. Estamos dispuestos a dar en la proporción que amamos. Cuando el amor es perfecto, el sacrificio es completo.

"Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, y el Hijo nos amó tanto que se entregó por nuestra salvación. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno dé su vida por sus amigos".

Si permitís que el amor verdadero y el espíritu desinteresado del sacrificio perfecto guíen cada una de vuestras acciones, podéis esperar la mayor medida de felicidad terrenal que se os pueda conceder en este valle de lágrimas. El resto está en manos de Dios”.


A los obispos alemanes les iría mucho mejor cometiendo plagio que difundiendo falsedades.


* Imagen: Un rebaño de ovejas sorprendido por la tormenta de Eugène Verboeckhoven, 1839 [Museo Real de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas]

The Catholic Thing


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