Hoy las almas se venden por ese pan que llaman seguridad, se venden por ese poder que hoy se llama Ciencia y Progreso, mientras que otros, más de una quinta parte de la superficie del mundo, han entregado su libertad a dictadores y tiranos.
Dostoyevsky, ese gran escritor ruso del siglo pasado, tenía razón cuando en un gran destello de genialidad advirtió que la negación del pecado y el infierno en la educación y la religión, terminaría en un socialismo mundial donde los hombres renunciarían a la libertad por una falsa seguridad.
Imaginó al Anticristo regresando al mundo y hablando a Cristo así: “¿Sabes que las edades pasarán, y la humanidad proclamará de los labios de sus sabios que no hay crimen, y por lo tanto no hay pecado; que sólo hay hambre? Y los hombres, arrastrándose, nos dirán: ¡Danos pan! Toma nuestra libertad!”.
Me pregunto si esos días no han llegado ya. En lugar de hombres libres, el Anticristo imagina el nuevo estado socialista en el que él y sus seguidores organizarán todo después de convencer a la gente de que no hay pecado, sólo hay hambre.
“Al negarse a entregarse a Dios, los hombres han entregado su libertad a Satanás” (Fulton J. Sheen, de “Freedom In Danger”, 1943)
Chiesa e Postconcilio
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