Los caminos del Señor son decididamente inescrutables. ¿Qué pudo haberle costado a la Madre María Ferreol su lugar dentro de la comunidad de Dominicas del Espíritu Santo de Pont Callec? Es un misterio, incluso para la monja en cuestión y su abogado.
La historia se remonta al otoño de 2020. Tras una “visita apostólica” a la finca de Pont Callec, en Berna, en Morbihan, dos emisarios vaticanos exigieron a la madre María Ferreol que abandonara la comunidad religiosa bretona, en la que vive desde hace 34 años.
La monja fue exiliada a una abadía de Solesmes, en el norte de Francia
Debido a su “mal espíritu”, fue exclaustrada durante tres años renovables, con prohibición de comunicación, para llevar una vida de penitencia. Tuvo que marcharse inmediatamente y fue a parar a la abadía de Sainte-Cécile de Solesmes.
Su repentina “desaparición” desató una ola de rumores en el convento y preocupó a su familia biológica. “En Solesmes” -cuenta su abogada Adeline Le Gouvello- “se decía que había guardado un teléfono para ponerse en contacto con su hermana, enferma de cáncer. También dijeron, o al menos lo vieron en la prensa, que había criticado al papa. Esto es falso”.
La fiscalía de Lorient ha abierto una investigación penal. “Pero los investigadores sólo nos han dado testimonios anónimos”, lamenta la abogada.
El Vaticano rechazó su apelación
Desde enero de 2021, la Madre Marie Ferreol se encuentra en Auvernia, bajo arresto domiciliario en la abadía de Randol. Allí puede seguir la vida litúrgica de los monjes según el Rito Tradicional. En primavera, presentó un recurso ante el “papa” Francisco.
Pero el viernes 18 de junio, la respuesta llegó como un rayo.
Después de una cuidadosa consideración, el Santo Padre ha decidido rechazar su petición.
El Vaticano
Adeline Le Gouvello está un poco preocupada por la salud de la Madre Marie Ferreol. “Es cierto que en Randol tiene la posibilidad de estar en contacto con su familia. Pero lleva una vida de ermitaña. La vuelta a la vida civil parece imposible. Ha sido monja durante 35 años. ¿Qué haría en la vida civil? ¿Dónde viviría? ¿Qué tipo de trabajo? ¿Qué aportaciones tendría que hacer para su pensión?”
Más allá del drama moral, se plantean cuestiones prácticas. Este tipo de situación es extremadamente rara, sólo se dan unos diez casos al año en todo el mundo.
Más allá del drama moral, se plantean cuestiones prácticas. Este tipo de situación es extremadamente rara, sólo se dan unos diez casos al año en todo el mundo.
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