martes, 20 de abril de 2021

OMELLA, CINDY CRAWFORD Y LA TRAMPA DEL DIÁLOGO

Ante la perplejidad expresada por algunos sobre el extraño elenco de participantes en la conferencia ‘Exploring the Mind, Body & Soul’ organizada por el Vaticano, la respuesta oficiosa es que llevar a gente ajena por completo a la visión católica fomenta el ‘diálogo’, ya saben.

Por Carlos Esteban


“Si invitásemos solo a quienes están plenamente de acuerdo con lo que enseña la Iglesia, nos sentiríamos encantados y nadie se quejaría”, explica al National Catholic Register sobre la conferencia que se celebrará a principios de mayo, organizada por el Vaticano Tomasz Trafny, director de la sección Ciencia y Fe del Pontificio Consejo para la Cultura, que dirige el cardenal Gianfranco Ravassi. “Por eso invitamos a personas que piensan de modo distinto a fin de crear una oportunidad para que expliquen lo que hacen, pero también para desafiarlas y plantear preguntas difíciles”.

Ya saben: diálogo, diálogo, diálogo, esa palabra sacra de nuestros días. No sé si se han dado cuenta, pero el término ‘diálogo’ se ha convertido últimamente en una palabra trampa, en una coartada verbal. Cuando uno se fija, los adalides del diálogo siempre optan por dialogar con una parte, nunca con la otra.

Porque lo que dice Trafny puede tener cierto sentido. San Pablo no solo predicaba en las sinagogas, sino en el ágora griega, delante de cientos de personas con ideas muy diferentes a las suyas. Traer a una conferencia de fondo científico organizada por el Vaticano a expertos y estudiosos de reconocido prestigio y alta cualificación puede enriquecer ese bendito diálogo y plantear cuestiones fascinantes. Pero, ¿se trata de eso?

Vayamos, por ejemplo, a los participantes de la citada conferencia que han causado mayor perplejidad. 

Tenemos a Joe Perry, famoso guitarrista de Aerosmith e inventor de una salsa picante. 

Está el omnipresente Deepak Chopra, chamán de la New Age y exitoso promotor de cursos de meditación de pago. 

Contamos, asimismo, con Jane Goodall, la mujer de los gorilas, que además de ecologista, pacifista, vegetariana y toda la retahíla de adscripciones bendecidas por el siglo, equipara a sus simios con los humanos (en detrimento de estos últimos). 

No podía faltar Chelsea Clinton, esa mujer hecha a sí misma que se beneficia de la feliz coincidencia de ser hija de un expresidente de Estados Unidos y de una candidata al mismo puesto, abortista a ultranza. 

Y la primera supermodelo en aparecer desnuda en Play Boy, Cindy Crawford, que sin duda podrá aportar interesantes cuestiones sobre la relación entre la mente, el cuerpo y el alma.

¿Qué tienen todas estas personas en común? No exactamente su competencia científica o académica. Lo primero y principal es que son famosos, famosos para el mundo, queremos decir, como cuando llevaron a Kathy Perry para hablar de meditación transcendental.

Kathy Perry, terrible illuminati

Y lo segundo, que todos ellos están en una misma dirección: la predominante en el mundo, la aplaudida por los medios seculares. Y aquí está la trampa del ‘diálogo’, que se dirige únicamente en una misma dirección, la misma a la que están deseando acercarse los pastores hoy.

Esta dicotomía se ve bien en las recientes palabras del cardenal Omella. He contado en su mensaje ocho citas relativas al diálogo. Por ejemplo, “La sinodalidad de la Iglesia es un llamamiento a entrar en diálogo con todos, un diálogo que renueva constantemente la Iglesia”. O, hablando de la dichosa pandemia, una crisis que solo vamos a solucionar, dijo en su monólogo, “solo si vamos todos a una, aceptando el diálogo y no el monólogo como vía para encontrar soluciones, podremos avanzar y salir de este bache”. En un aparte, déjenme hacer notar la ironía del comienzo de ese mismo párrafo: “El virus no lo podemos combatir aisladamente”, cuando precisamente todas las medidas que ellos son los primeros en aplaudir consisten básicamente en formas de aislamiento.

Pero, en definitiva, diálogo como valor supremo. ¿Con todos? No, por supuesto. Para eso reserva el cardenal otro juego de manos verbal: “No es momento para disputas inertes”. ¿Ven qué fácil? Hablar con unos, los elegidos, es diálogo constructivo, necesario, de escucha atenta y voluntad de aprender; con otros, en cambio, son solo “disputas inertes”.


InfoVaticana



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