¡Aleluya!
Palabra mágica, que rápida se difunde hoy por el orbe, llenándolo de alegría.
Palabra poderosa, que arrastra en pos de sí a la humanidad cristiana, haciéndola prorrumpir en Hosannas, después de haber estado envuelta en los negros crespones del luto más severo.
Huyeron las tinieblas, brilla la luz benéfica y consoladora del sol.
¡Aleluya!
¡Alabad al Señor!
¡Cristo ha resucitado!
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