“Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta. En primer lugar, ¡los más vulnerables y necesitados!”
Aquí notamos su habitual descuido que nos confunde... ¿cómo puede poner la vacuna antipoliomielítica, probada durante generaciones y sin sombra de nuevas innovaciones biotecnológicas, al mismo nivel que las actuales vacunas anti-Covid?
Por lo tanto, se lanzó sin red sobre un tema delicado y controvertido con diversas implicaciones que al menos debería conducir con una mayor prudencia y reflexión. Entre otras cosas, al otorgar la licencia de la infalibilidad a un cientificismo dogmático que se ha convertido en la espoleta del poder dominante, que no debe confundirse con la ciencia que no es un dogma porque pasa por cada vez más pruebas y verificaciones experimentales.
Además, recientemente el Vaticano ("Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas anti-Covid-1") ha aprobado moralmente las vacunas obtenidas de células de fetos abortados, pasando por alto la prudencia del documento de la Pontificia Academia para la Vida (2005), con la consideración de que "el tipo de cooperación con el mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden las mismas líneas celulares, por parte de quienes utilizan las vacunas resultantes, es remoto".
Bergoglio incluso fue más allá de la Nota de la Congregación de la Fe donde leemos: "No se pretende juzgar la seguridad y eficacia de estas vacunas, aunque sean éticamente relevantes y necesarias, cuya evaluación es responsabilidad de investigadores biomédicos y agencias farmacéuticas..."
Por lo tanto, es al menos imprudente por su parte proponer las vacunas como ‘la única luz de esperanza’, sin mencionar, sin embargo, curas o terapias alternativas, que muchos médicos consideran ahora seguras y eficaces. Vacunas, entre otras cosas, todavía experimentales, de las que se desconoce el posible daño colateral incluso a largo plazo. Sin considerar la posible presencia de nanotecnologías con efectos cuestionables...
A continuación, tuvo un recuerdo del pasado: “Cuando era niño recuerdo que hubo una crisis de polio y muchos niños quedaron paralizados. Había desesperación por conseguir la vacuna. Cuando salió la vacuna te la daban con azúcar y había tantas madres desesperadas...”
Aquí notamos su habitual descuido que nos confunde... ¿cómo puede poner la vacuna antipoliomielítica, probada durante generaciones y sin sombra de nuevas innovaciones biotecnológicas, al mismo nivel que las actuales vacunas anti-Covid?
Por lo tanto, se lanzó sin red sobre un tema delicado y controvertido con diversas implicaciones que al menos debería conducir con una mayor prudencia y reflexión. Entre otras cosas, al otorgar la licencia de la infalibilidad a un cientificismo dogmático que se ha convertido en la espoleta del poder dominante, que no debe confundirse con la ciencia que no es un dogma porque pasa por cada vez más pruebas y verificaciones experimentales.
Además, recientemente el Vaticano ("Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas anti-Covid-1") ha aprobado moralmente las vacunas obtenidas de células de fetos abortados, pasando por alto la prudencia del documento de la Pontificia Academia para la Vida (2005), con la consideración de que "el tipo de cooperación con el mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden las mismas líneas celulares, por parte de quienes utilizan las vacunas resultantes, es remoto".
Bergoglio incluso fue más allá de la Nota de la Congregación de la Fe donde leemos: "No se pretende juzgar la seguridad y eficacia de estas vacunas, aunque sean éticamente relevantes y necesarias, cuya evaluación es responsabilidad de investigadores biomédicos y agencias farmacéuticas..."
Por lo tanto, es al menos imprudente por su parte proponer las vacunas como ‘la única luz de esperanza’, sin mencionar, sin embargo, curas o terapias alternativas, que muchos médicos consideran ahora seguras y eficaces. Vacunas, entre otras cosas, todavía experimentales, de las que se desconoce el posible daño colateral incluso a largo plazo. Sin considerar la posible presencia de nanotecnologías con efectos cuestionables...
Bergoglio fue más allá, ignorando cualquier consideración. Vacunas, en cualquier caso, absolutamente nada comparables ni a la Eucaristía, ni al don de los Magos al Niño Jesús, que hay quienes no han dejado de evocar.
De hecho, me viene a la mente su tuit del 14 de junio: “El Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones. Y viene a curarlos con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos para nuestra memoria enferma de negatividad. Con Jesús podemos inmunizarnos de la tristeza”.
Que el mal y los pecados no son nuestra identidad excluye el pecado original, haciendo que el Bautismo sea inútil e innecesario, porque que nos deja "la inclinación al mal" mientras “La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo, sabe bien que no puede ser socavada la revelación del pecado original sin atacar el misterio de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica 1992). Pero lo más grave es la asimilación de la Eucaristía con anticuerpos que nos inmunizarían de una “memoria enferma de negatividad”. Al menos reduccionista y engañosa...
No menos grave es el hecho de que la bendición Urbi et orbi también venga con un mensaje político: “No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos”.
De hecho, me viene a la mente su tuit del 14 de junio: “El Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones. Y viene a curarlos con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos para nuestra memoria enferma de negatividad. Con Jesús podemos inmunizarnos de la tristeza”.
Que el mal y los pecados no son nuestra identidad excluye el pecado original, haciendo que el Bautismo sea inútil e innecesario, porque que nos deja "la inclinación al mal" mientras “La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo, sabe bien que no puede ser socavada la revelación del pecado original sin atacar el misterio de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica 1992). Pero lo más grave es la asimilación de la Eucaristía con anticuerpos que nos inmunizarían de una “memoria enferma de negatividad”. Al menos reduccionista y engañosa...
No menos grave es el hecho de que la bendición Urbi et orbi también venga con un mensaje político: “No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos”.
Ese punto de vista subjetivo es fruto de su visión ideológica de izquierda, que nada tiene que ver con la doctrina católica.
Chiesa e Postconcilio
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