Daniel Patrick Moynihan
“La familia negra: el caso de Acción Nacional”
(1965)
Introducción
Hace doscientos años, en 1765, nueve colonias reunidas se unieron por primera vez para exigir la libertad del poder arbitrario.
Durante el primer siglo luchamos por mantener unida la primera unión continental de democracia en la historia del hombre. Hace cien años, en 1865, tras una terrible prueba de sangre y fuego, finalmente se selló el pacto de unión.
Durante el segundo siglo trabajamos para establecer una unidad de propósito e interés entre los muchos grupos que componen la comunidad estadounidense.
Esa lucha a menudo ha traído dolor y violencia. Aún no ha terminado.
Mensaje del presidente Lyndon B. Johnson
4 de enero de 1965
Estados Unidos se acerca una nueva crisis en las relaciones raciales.
En la década que comenzó con la decisión de desegregación escolar de la corte Suprema y terminó con la aprobación de la ley de derechos civiles de 1964, finalmente se cumplió la demanda de los negros estadounidenses por el pleno reconocimiento de sus derechos civiles.
El esfuerzo, por salvaje y brutal que sea, de algunos gobiernos estatales y locales para frustrar el ejercicio de esos derechos está condenado al fracaso. La nación no lo tolerará y mucho menos los negros. El momento presente pasará. Mientras tanto comienza un nuevo período.
En este nuevo período, las expectativas de los negros estadounidenses irán más allá de los derechos civiles. Siendo estadounidenses, ahora esperan que en un futuro cercano la igualdad de oportunidades para ellos como grupo produzca resultados aproximadamente iguales, en comparación con otros grupos. Esto no va a pasar. Tampoco sucederá en las generaciones venideras a menos que se haga un esfuerzo nuevo y especial.
Hay dos razones. Primero, el virus racista en el torrente sanguíneo estadounidense todavía nos aflige: los negros se encontrarán con serios prejuicios personales durante al menos otra generación. Segundo, tres siglos de malos tratos inimaginables han cobrado su precio en los negros. El hecho es que, como grupo, en la actualidad, en términos de capacidad para ganar en las competiciones de la vida estadounidense, no son iguales a la mayoría de los grupos con los que competirán. Individualmente, los negros norteamericanos alcanzan los picos más altos de logros. Pero colectivamente, en el espectro de grupos étnicos religiosos y regionales estadounidenses, donde algunos obtienen mucho y otros nada, donde algunos se envían al 80% de sus hijos a la universidad y otros los sacan de la escuela en el octavo grado, los negros se encuentran entre los más débiles.
El hecho más difícil de entender para los estadounidenses blancos es que, en estos términos, las circunstancias de la comunidad negra estadounidense en los últimos años probablemente han empeorado, no mejorado.
Los índices de ingresos en dólares, el nivel de vida y los años de educación engañan. La brecha entre el negro y la mayoría de los otros grupos de la sociedad estadounidense se está ampliando.
El problema fundamental, en el que este es el caso más claramente, es el de la estructura familiar.
La evidencia, no definitiva, pero poderosamente persuasiva, es que la familia negra de los guetos urbanos se está desmoronando. Un grupo de clase media ha logrado salvarse a sí mismo, pero para un gran número de la clase trabajadora urbana no calificada y con poca educación, el tejido de las relaciones sociales convencionales casi se ha desintegrado. Hay indicios de que la situación puede haberse detenido en los últimos años, pero la tendencia general de la posguerra es inconfundible. Mientras persista esta situación, el ciclo de la pobreza y la desventaja seguirán repitiéndose.
La tesis de este trabajo es que estos eventos en combinación enfrentan a la nación con un nuevo tipo de problema. Las medidas que han funcionado en el pasado o que funcionarían para la mayoría de los grupos, en el presente no funcionan aquí. Se requiere un esfuerzo nacional que de unidad de propósito a las muchas actividades del gobierno Federal en esta área, dirigidas a un nuevo tipo de objetivo nacional: el establecimiento de una estructura estable de la familia negra.
Esta sería una nueva salida para la política federal. Y una salida difícil. Pero es casi seguro que ofrece la única posibilidad de resolver en nuestro tiempo lo que es, después de todo, el problema social más antiguo, intransigente y ahora más peligroso de la nación.
Lo que Gunnar Myrdal dijo en An American Dilemma sigue siendo cierto hoy: "Estados Unidos es libre de elegir si el negro seguirá siendo su responsabilidad o se convertirá en su oportunidad".
CAPÍTULO 1
La revolución negro-estadounidense se considera, con razón, el acontecimiento interno más importante del período de posguerra en los Estados Unidos.
Nada parecido a ocurrido desde los trastornos de la década de 1930 que llevaron a la organización de los grandes sindicatos industriales y que a su vez, alteraron profundamente tanto la economía como la escena política. Ha habido pocos otros eventos en nuestra historia: la propia Revolución americana, el auge de la democracia jacksoniana en la década de 1830, el movimiento abolicionista y el movimiento populista de finales del siglo XIX, comparable a la actual movimiento negro.
No ha habido ninguno más importante. La revolución afroamericana presenta la perspectiva de que la República Americana, que en su nacimiento fue defectuosa por la institución de la esclavitud negra y que a lo largo de su historia se ha visto empañada por el trato desigual de los ciudadanos negros, finalmente redimirá la promesa completa de la Declaración de Independencia.
Aunque el liderazgo negro se ha comportado con la más estricta propiedad, actuando siempre y solo como ciudadanos estadounidenses que afirman sus derechos dentro del marco del sistema político estadounidense, no es menos claro que el movimiento tiene profundas implicaciones internacionales.
No fue en modo alguno una cuestión de casualidad que las tácticas y la filosofía no violentas del movimiento, tal como comenzó en el Sur, fueran adaptadas conscientemente de las técnicas con las que el Partido del Congreso se comprometió a liberar a la nación india del dominio colonial británico. No fue una cuestión de casualidad que el movimiento negro se incendiara en Estados Unidos justo en el momento en que las naciones de África estaban ganando su libertad. Tampoco es meramente incidental que el mundo debería haber centrado su atención en los acontecimientos en los Estados Unidos en un momento en que la posibilidad de que las naciones del mundo se dividan por líneas de color parece repentinamente no sólo posible, sino incluso inminente.
(Tales puntos de vista racistas han progresado dentro de la propia comunidad negroamericana, que difícilmente se puede esperar que sea inmune a un virus que es endémico en la comunidad blanca. Las doctrinas musulmanas negras, basadas en la alienación total del mundo blanco, ejercen una poderosa influencia. En la extrema izquierda, la atracción del comunismo chino ya no puede ser ignorada).
Está claro que lo que sucede en Estados Unidos se está tomando como una señal de lo que puede o debe suceder en el mundo en general. El curso de los acontecimientos mundiales se verá profundamente afectado por el éxito o el fracaso de la Revolución afroamericana en la búsqueda de la asimilación pacífica de las razas en los Estados Unidos. La concesión del premio Nobel de la paz al doctor Martin Luther King fue también una expresión de Esperanza para el futuro ya que fue un reconocimiento a los logros pasados.
No es menos claro que llevar esta revolución a una conclusión exitosa es una de las primeras prioridades que enfrenta la Gran Sociedad.
El final del principio
Los principales acontecimientos del inicio de la revolución negra han quedado atrás.
Los eventos políticos fueron tres: primero, los mismos negros se organizaron como un movimiento de masas, sus organizaciones estaban de alguna manera mejor disciplinadas y mejor dirigidas que cualquier otra en nuestra historia. Habían establecido una alianza sin precedentes con grupos religiosos en todo el país y habían mantenido estrechos vínculos con ambos partidos políticos y con la mayoría de los segmentos del movimiento de sindicatos. En segundo lugar, la administración Kennedy-Johnson comprometió al gobierno Federal con la causa de la igualdad de los negros. Esto nunca había sucedido antes. En tercer lugar, las elecciones presidenciales de 1964 fueron prácticamente un referéndum sobre este compromiso: si estos fueron términos hechos por la oposición, en efecto fueron aceptados por el presidente.
La abrumadora victoria del presidente Johnson debe tomarse como un enfático respaldo popular al curso inconfundible y abiertamente declarado que el gobierno Federal ha seguido bajo su liderazgo.
Los eventos administrativos también fueron triples: primero, comenzando con el establecimiento de la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo y sobre la promulgación de la Ley de Formación y Desarrollo de la Mano de Obra de 1962, el gobierno Federal ha lanzado un importante esfuerzo nacional para corregir el profundo desequilibrio entre la posición económica de los ciudadanos negros y el resto de la nación que se deriva principalmente de su posición desigual en la labor del mercado. En segundo lugar, la Ley de Oportunidades Económicas de 1964 inició un importante esfuerzo nacional para abolir la pobreza, una condición en la que viven casi la mitad de las familias negras. En tercer lugar, la Ley de Derechos Civiles de 1964 marcó el final de la era de la discriminación legal y formal contra los negros y creó una nueva maquinaria importante para combatir la discriminación encubierta y la desigualdad en el trato. (El acto no garantiza el fin del acoso en asuntos como el registro de votantes, pero hace que sea más o menos de incumbencia del gobierno tomar medidas adicionales para frustrar tales esfuerzos cuando se produzcan).
Los hechos legales no fueron menos específicos. Comenzando con Brown. V. Junta de Educación en 1954, a lo largo de la década que culminó con las recientes decisiones que respaldaron el Título II de la Ley de Derechos Civiles, el poder judicial federal, dirigido por la Corte Suprema, ha aprovechado todas las oportunidades para combatir el trato desigual de los ciudadanos negros. Puede plantearse como una proposición general que las leyes de los Estados Unidos consideran ahora cualquier tratamiento como detestable, y que los tribunales lo anularán dondequiera que aparezca.
La demanda de igualdad
Con estos eventos detrás de nosotros, la nación ahora enfrenta un conjunto diferente de desafíos, que pueden resultar más difíciles de enfrentar, aunque solo sea porque no pueden presentarse como propuestas concretas del bien y del mal.
El problema fundamental aquí es que la revolución negra, como la agitación industrial de 1930, es un movimiento por la igualdad y la libertad.
Libertad e igualdad son los ideales gemelos de la democracia estadounidense. Pero no son lo mismo. Y, lo que es más importante, tampoco son igualmente atractivos para todos los grupos en un momento dado ni tampoco son siempre compatibles entre sí.
Muchas personas que con gusto morirían por la libertad están horrorizados por la igualdad. Muchos que se dedican a la igualdad están perplejos incluso preocupados por la libertad. Gran parte de la historia política de los Estados Unidos puede verse como una competencia entre estos 2 ideales, como por ejemplo, el interminable problema entre el capital y el trabajo.
En general, la libertad ha sido el ideal con mayor prestigio social en América. Ha sido la aspiración de la clase media por excelencia (Note las afirmaciones de la derecha conservadora de que la nuestra es una república, no una democracia). La igualdad, por otro lado, ha gozado de tolerancia más que de aceptación. Sin embargo, tiene raíces profundas en la civilización occidental y y "es al menos coetáneo, si no anterior, a la libertad en la historia del pensamiento político occidental" 1.
La democracia estadounidense no siempre ha tenido éxito en mantener un equilibrio entre estos dos ideales y especialmente en lo que respecta al negro americano. "Lincoln liberó a los esclavos", pero a ellos se les dio libertad, no igualdad. Por tanto, en el siglo siguiente también fue posible privar a sus descendientes de gran parte de su libertad.
El ideal de igualdad no ordena la que todas las personas comiencen y terminen iguales. En términos tradicionales como lo expresa Faulkner "no existe la igualdad per se sino sólo la igualdad para: igualdad de derechos y oportunidades para ser lo mejor que pueda de su vida dentro de sus capacidades, sin miedo a la injusticia, la opresión o la amenaza de violencia" 2. Pero la evolución de la política estadounidense con la clara persistencia de grupos étnicos y religiosos, ha agregado una nueva y profundamente significativa dimensión a ese ideal igualitario. Se exige cada vez más que la distribución del éxito y el fracaso dentro de un grupo, sea aproximadamente comparable al de otros grupos. No es suficiente que todos los individuos comiencen en términos iguales, si los miembros de un grupo casi invariablemente terminan bien en primer plano y los de otro, muy atrás. De esto se trata la política étnica en Estados Unidos, y en lo principal, las demandas de los negros americanos se están planteando en este marco, ahora tradicional y establecido 3.
Aquí debe captarse un punto de la semántica. La demanda de igualdad de oportunidades ha sido generalmente percibida por los estadounidenses blancos como una demanda de libertad, una demanda de no ser excluido de las competencias de la vida: en el lugar de votación, en los exámenes de becas, en el personal de oficinas, en el mercado de la vivienda. La libertad, por supuesto, exige que todos sean libres de probar suerte o poner a prueba su habilidad en tales asuntos. Pero estas oportunidades no necesariamente producen igualdad: por el contrario, en la medida en que los ganadores implican perdedores, la igualdad de oportunidades casi asegura la desigualdad de resultados.
El punto de la semántica es que la igualdad de oportunidades ahora tiene un significado diferente para los negros que tiene para los blancos. No es (o al menos ya no) una demanda de libertad solamente, sino también de igualdad en términos de resultados grupales. En términos de Bayard Rustin, "ahora no se trata simplemente de eliminar las barreras a las oportunidades plenas pero con la consecución del derecho de la igualdad" 4. Por igualdad, Rustin se refiere a una distribución de logros entre los negros aproximadamente comparable a la de los blancos.
Como ha dicho Nathan Glazer, "la demanda de igualdad económica ahora no es la demanda de igualdad de oportunidades para los igualmente calificados: ahora es la demanda de igualdad de resultados económicos, la demanda de igualdad en la educación también se ha convertido en una en una demanda de igualdad de resultados" 5.
Algunos aspectos de las nuevas leyes sí garantizan resultados, en el sentido de que una vez promulgadas y aplicadas,logran un objetivo que es un fin en sí mismo, por ejemplo los títulos de establecimientos públicos de la Ley de Derechos Civiles.
Otras disposiciones son a la vez terminales e intermedias. Las partes de la Ley de Derechos Civiles que tratan de los derechos de voto sin duda conducirán a mayores ampliaciones de la libertad del negro americano.
Pero en general, los programas que se han promulgado en la primera fase de la revolución negra -recapacitación de mano de obra, Job Corps, Community Action, etc.- sólo brindan oportunidades. No pueden asegurar el resultado.
El principal desafío de la próxima fase de la revolución negra es asegurarse de que ahora seguirá la igualdad de resultados. Si no lo hacemos, no habrá paz social en los Estados Unidos durante generaciones.
La perspectiva de la igualdad
Por tanto, ha llegado el momento de dar una mirada inquebrantable al potencial actual de los negros estadounidenses para moverse de dónde están ahora a dónde quieren y deberían estar.
En la actualidad no existe una forma muy satisfactoria de medir la salud social o la patología social dentro de una comunidad étnica, religiosa o geográfica. Los datos son escasos e inciertos y se extraen conclusiones de ellos, incluidas las conclusiones que siguen, están sujetas al error más grave. *
Sin embargo, las oportunidades, no menos que los peligros, del momento presente, exigen una valoración.
Siendo ese el caso, hay que decir que existe un considerable cuerpo de evidencia para apoyar la conclusión de que la estructura social negra, en particular la familia negra, golpeada y acosada por la discriminación, la injusticia y el desarraigo es el problema más profundo. Mientras que muchos jóvenes negros están avanzando hacia niveles de logros sin precedentes, muchos más están cayendo cada vez más bajo.
Después de un estudio intensivo de la vida del centro de Harlem Youth Opportunities, Inc. resumió sus hallazgos en una declaración: "Deterioro masivo del tejido social y sus instituciones" 6.
La conclusión de este estudio de los datos nacionales disponibles es que lo que es cierto en el centro de Harlem, puede decirse que es cierto en el mundo negro americano en general.
Sí es así, es el hecho social más importante de los Estados Unidos en la actualidad.
* En la medida de lo posible, las estadísticas utilizadas en este artículo se refieren a los negros. Sin embargo, ciertas series de datos están disponibles sólo en términos de población blanca y no blanca. Cuando este es el caso, los datos no blancos se han utilizado como si se refirieran sólo a negros. Esto necesariamente introducir algunas inexactitudes, pero no parece producir ninguna distorsión significativa. En 1960, los negros eran el 92,1 % de todos los no blancos. El 7,9 % restante está compuesto en gran parte por indios, japoneses y chinos. Las tasas de desempleo masculino combinadas de estos grupos son más bajas que las de los negros. En asuntos relacionados con la estabilidad familiar, los grupos más pequeños probablemente sean más sean más estables. Así, el 21% de las mujeres negras que se han casado alguna vez, están separadas, divorciadas o sus maridos están ausentes por otras razones. La cifra cifra comparable para los indios es del 14%, japoneses 7% y chinos 6%. Por lo tanto, las estadísticas sobre los no blancos generalmente subestiman el grado de desorganización de la familia negra y el subempleo de los hombres negros.
CAPÍTULO 2
En el corazón del deterioro del tejido de la sociedad negra está el deterioro de la familia negra.
Es la fuente fundamental de la debilidad de la comunidad negra en la actualidad.
Probablemente no haya un solo hecho de la vida de los negros estadounidenses tan poco comprendido por los blancos. El negro.
La situación de los negros es comúnmente percibida por los blancos en términos de la manifestación visible de discriminación y pobreza, en parte porque la protesta negra está dirigida contra tales obstáculos, y en parte, sin duda, porque estos son hechos que involucran las acciones y actitudes de los blancos también. Sin embargo, es más difícil para los blancos percibir el efecto que tres siglos de explotación han tenido en el tejido de la sociedad negra misma. Aquí las consecuencias de las injusticias históricas cometidas contra los negros estadounidenses están en silencio y ocultas a la vista. Pero aquí es donde ha ocurrido la verdadera lesión: a menos que se repare este daño, todos los esfuerzos para poner fin a la discriminación, la pobreza y la injusticia son pocos.
El papel de la familia en la formación del carácter y la capacidad es tan omnipresente que fácilmente se pasa por alto. La familia es la unidad social básica de la vida estadounidense, es la unidad socializadora básica. En general la conducta del adulto en la sociedad se aprende desde niño.
Una idea fundamental de la teoría psicoanalítica, por ejemplo, es que el niño aprende una forma de ver la vida en sus primeros años a través de la cual se ve toda la experiencia posterior y que moldea profundamente su conducta adulta.
Se puede arriesgar que la razón por la que la estructura familiar no ocupa un lugar preponderante en la discusión pública sobre cuestiones sociales, es que la gente tiende a asumir que la naturaleza de la vida familiar es aproximadamente la misma en toda la sociedad estadounidense. Los medios de comunicación y desarrollo de los suburbios han creado una imagen de la familia estadounidense como un fenómeno altamente estandarizado. Por lo tanto, es fácil asumir que sea lo que sea que genere diferencias entre individuos o grupos de individuos, no es una estructura familiar diferente.
Hay mucha verdad en esto, como ocurre en cualquier otra nación, los estadounidenses están produciendo un sistema familiar. Pero ese proceso no se completa de ninguna manera. Todavía hay, por ejemplo, diferencias importantes entre los patrones familiares que sobreviven desde la época de la gran migración europea a Estados Unidos, y estas variaciones explican diferencias notables en el progreso y asimilación de diversos grupos étnicos y religiosos 7. Varios grupos de inmigrantes fueron caracterizados por lazos familiares inusualmente fuertes; estos grupos han progresado característicamente más rápidamente que otros.
Pero hay una discontinuidad verdaderamente grande en la estructura familiar en los Estados Unidos en la actualidad: la que existe entre el mundo blanco en general y el del negro americano. La familia blanca a logrado un alto grado de estabilidad y la mantiene.
Por el contrario la estructura familiar de los negros de clase baja es muy inestable y en muchos centros urbanos se acerca al colapso total.
Existe evidencia considerable de que la comunidad negra se está dividiendo de hecho entre un grupo de clase media que se hace cada vez más fuerte y exitoso y un grupo de clase baja desorganizado y cada vez más desfavorecido. Hay indicios, por ejemplo, de que la familia negra de clase media otorga mayor importancia a la estabilidad familiar y la conservación de los recursos familiares que la familia blanca de la clase media 8.
Hay dos puntos que deben tenerse en cuenta en este contexto.
En primer lugar, el surgimiento y la creciente visibilidad de una clase media negra puede inducir a la nación a suponer que las circunstancias del resto de la comunidad negra son igualmente prósperas, mientras que en la actualidad ocurre todo lo contrario y es probable que continúe siéndolo.
En segundo lugar, la agrupación de todos los negros en una sola medida estadística oculta muy probablemente el alcance de la desorganización entre el grupo de clase baja.
Si las condiciones mejoran para uno y se deterioran para el otro, los promedios estadísticos resultantes podrían no mostrar cambios. Más lejos, las estadísticas sobre la familia negra y la mayoría de los temas tratados en este artículo, se refiere solo a un punto específico y si se deteriora el otro, los promedios estadísticos resultantes, podrían no mostrar cambios. Son una medida vertical de la situación en un movimiento dado. No mide la experiencia de los individuos a lo largo del tiempo. Así, la tasa de desempleo mensual promedio para los hombres negros para 1964 se registran como 9%. Pero durante 1964 alrededor de 29% de los hombres negros estaban en desempleados en un momento u otro. De manera similar, por ejemplo, si el 36% de los niños negros están viviendo en hogares rotos en cualquier momento específico es probable que una proporción mucho mayor de niños negros se encuentren en esa situación en un momento u otro de sus vidas.
Casi una cuarta parte de los matrimonios de negros urbanos se disuelve.
Casi una cuarta parte de las mujeres negras que viven en ciudades y que alguna vez se han casado, están divorciadas o viven separadas de sus maridos.
Las tasas son más altas en el noreste urbano donde el 26% de las mujeres negras alguna vez se casaron y luego se divorciaron, se separaron o tienen maridos ausentes.
En la frontera urbana la proporción de maridos ausentes es aún mayor. En la ciudad de New York en 1960, fue del 30,2 % sin incluir los divorcios.
Entre las mujeres no blancas casadas alguna vez en la nación, la proporción de maridos presentes disminuyó en todos los grupos de edad durante la década de 1950-60.
Aunque se produjeron descensos similares entre las mujeres blancas, la proporción de maridos blancos presentes nunca cayó por debajo del 90%, excepto en el primer y último grupo de edad 9.
Casi una cuarta parte de los nacimientos de niños negros son ahora ilegítimos.
Las tasas de ilegitimidad de blancos y negros han ido en aumento, aunque desde diferentes bases. La tasa de blancos era del 2% en 1940, era del 3,07 % en 1963. En ese período la tasa de los negros pasó de 16,8% al 23,6%.
El número de hijos ilegítimos por cada 1000 nacidos vivos aumentó en 11 entre los blancos en el período 1940-63, pero aumentó a 68 entre los no blancos. Existen, por supuesto, límites a la confiabilidad de estas estadísticas. Es casi seguro que hay un número considerable de niños negros que aunque técnicamente son ilegítimos son de hecho hijos de uniones estables. Por otro lado, puede suponer que muchos nacimientos que de hecho son ilegítimos, se registran de otra manera. Probablemente los dos efectos opuestos se anulan entre sí.
En la frontera urbana, las tasas de ilegitimidad de los no blancos suelen ser más altas que el promedio nacional, y el aumento últimamente ha sido drástico.
En el distrito de Columbia la tasa de ilegitimidad de los no blancos aumentó del 21, 8% en 1950 a 29,5% en 1964.
Un cuadro similar de la desintegración de los matrimonios negros surge de las estadísticas de divorcio.
Los divorcios han aumentado últimamente tanto para los blancos como para los no blancos, pero a un ritmo mucho mayor para estos últimos. En 1940 ambos grupos tenían una tasa de divorcio del 2,2 %. En 1964 la tasa de blancos había aumentado 3,6 % pero la tasa de los no blancos había alcanzado el 5,1%, un 40% más que la tasa de blancos anteriormente iguales.
Casi una cuarta parte de las familias negras están encabezadas por mujeres
Como resultado directo de esta alta tasa de divorcios, separaciones y deserciones, un gran porcentaje de las familias negras están encabezadas por mujeres. Si bien el porcentaje de tales familias entre los blancos está disminuyendo desde 1940 ha aumentado entre los negros.
El porcentaje de familias no blancas encabezadas por una mujer es más del doble que el de los blancos. Las familias no blancas sin padre aumentaron en una sexta parte entre 1950 y 1960 pero se mantuvieron constantes entre las familias blancas.
Se ha estimado que sólo una minoría de niños negros llegan a la edad de 18 años después de haber vivido sus vidas con sus dos padres.
Una vez más esta medida de desorganización familiar está disminuyendo entre las familias blancas y aumentando entre las familias negras.
La ruptura de la familia negra ha llevado a un aumento sorprendente en la dependencia de la asistencia social.
La mayoría de los niños negros reciben asistencia pública bajo el programa AFDC (Ayuda a familias con hijos dependientes) en un momento u otro de su infancia.
En la actualidad, el 14% de los niños negros están recibiendo la asistencia de AFDC, frente al 2% de los niños blancos. El 8% de los niños blancos recibe esa asistencia en algún momento, frente al 56% de no blancos según una extrapolación basada en datos HEW (Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos). (Cabe señalar, sin embargo, que de un total de 1.8 de millones de niños ilegítimos no blancos en la nación en 1961, 1.3 millones no estaban recibiendo ayuda en el marco del programa AFDC, aunque un número considerable ha recibido o recibirá ayuda en algún momento de sus vidas).
Una vez más, se puede decir que la situación está empeorando. El programa AFDC, estableció programas de ayuda a las madres desde el año 1935, principalmente para cuidar a las viudas y huérfanos, aunque la legislación cubre a todos los niños en hogares privados del apoyo de los padres, porque uno o ambos de sus padres están ausentes o incapacitados.
Al principio, el número de familias de AFDC en las que el padre estuvo ausente por deserción era menos de un tercio del total. HEW estima "que entre dos tercios y tres cuartas partes del aumento del 50% de 1948 a 1955 en el número de padres ausentes las familias que reciben ADC pueden explicarse por un aumento de hogares rotos en la población" 10.
Un estudio de 1960 sobre la ayuda a los niños dependientes en el condado de Cook, Illinois, declaró:
"La madre 'típica' de ADC en el condado de Cook estaba casada y tuvo hijos de su esposo, de quien se desconoce su paradero y no contribuye al sustento de sus hijos. No es libre de volver a casarse y ha tenido un hijo ilegítimo desde que se fue su marido ( Casi 90% de las familias de ADC son negras)" 11.
La expansión constante de este programa de bienestar, como de los programas de asistencia pública en general, puede ser tomada como una medida de la constante desintegración de la estructura familiar negra durante la pasada generación en los Estados Unidos.
Esclavitud
CAPÍTULO III
Esclavitud
La pregunta más desconcertante sobre la esclavitud estadounidense, que nunca se ha explicado del todo y que de hecho la mayoría de los estadounidenses apenas saben que existen, a sido declarada por Nathan Glazer de la siguiente manera:
"¿Porque la esclavitud estadounidense fue la más terrible que el mundo haya conocido?" 12. Lo único que se puede decir con certeza es que esto es cierto, lo fue.
La esclavitud estadounidense fue profundamente diferente y en sus efectos duraderos sobre los individuos y sus niños, indescriptiblemente peor es que cualquier servidumbre registrada, antigua o moderna. La peculiar naturaleza de Alexis de Tocqueville y otros notaron la esclavitud estadounidense, pero no fue hasta 1948 que Frank Tannenbaum, un especialista sudamericano, señaló las sorprendentes diferencias entre la esclavitud brasileña y la estadounidense. La sociedad católica feudal de Brasil tenía un marco legal y tradiciones religiosas que concedía al esclavo un lugar como ser humano en la jerarquía de la sociedad, un lugar desafortunado y miserable, sin duda, pero un lugar con todo.
En contraste, no había nada en la tradición y la ley inglesa o teología protestante que podría adaptarse al hecho de la esclavitud - los esclavos fueron por lo tanto reducidos a la condición de bienes muebles- a menudo bien cuidados, como bienes muebles privilegiados, pero bienes muebles no obstante.
Glazer, también enfocándose en la comparación Brasil-Estados Unidos, continúa:
"En Brasil, el esclavo tenía muchos más derechos que en los Estados Unidos: podía casarse legalmente, podía (y de hecho, tenía que ser bautizado y convertirse en miembro de la Iglesia Católica), su familia no podía dividirse para la venta, y tenía muchos días en los que podía descansar o ganar dinero para comprar su libertad. El gobierno fomentaba la manumisión y la libertad de los niños a menudo podía ser comprada por una pequeña suma en la pila bautismal. En resumen, el esclavo brasileño sabía que era un hombre, y que se diferenciaba en grado, no en especie, de su amo" 13.
"(En los Estados Unidos), el esclavo fue totalmente apartado de la protección de la sociedad organizada (compare las elaboradas disposiciones para la protección de los esclavos en la Biblia), su existencia como ser humano no fue reconocida por ninguna agencia religiosa o secular, era totalmente ignorante y completamente separado de su pasado y no se le ofreció absolutamente ninguna esperanza para el futuro. Sus hijos podían ser vendidos, su matrimonio no ser reconocido, su esposa podría ser violada o vendida, y también podía estar sujeto sin reparación a barbaridades espantosas: presumiblemente había tantos sádicos entre los propietarios de esclavos, hombres y mujeres, como los hay en otros grupos.
El esclavo no podía por ley aprender a leer ni escribir, no podía practicar ninguna religión sin el permiso de su amo, y nunca podría reunirse con sus compañeros por motivos religiosos o de cualquier otro propósito, excepto en presencia de un blanco; y finalmente si un amo deseaba liberarlo, se utilizaban todos los obstáculos legales para frustrar tal acción. Esto no era lo que significaba la esclavitud en el mundo antiguo, en la Europa medieval y moderna temprana, o en Brasil o en las Indias Occidentales.
"Más importante aún, la esclavitud estadounidense también fue terrible en sus efectos. Si comparamos la presente situación del negro americano con la de, digamos, los negros brasileños que fueron esclavos 20 años más, comenzamos a sospechar que las diferencias son el resultado de patrones muy diferentes de esclavitud. Hoy los negros brasileños son brasileños, aunque la mayoría sean pobres y hagan el trabajo duro y sucio en el país -como hacen los negros en los Estados Unidos-, pero no están separados de la sociedad. Ellos llegan a los estratos más altos, fusionándose allí, en números cada vez más pequeños, es cierto, pero con aceptación completa, con otros brasileños de todo tipo. Las relaciones entre los negros y los blancos en Brasil no muestra nada de la irracionalidad masiva que prevalece en este país" 14.
Stanley M. Elkins, basándose en los comportamientos aberrantes hacia los prisioneros en los campos de concentración nazis, trazó un elaborado paralelo entre las dos instituciones. Esta tesis se ha resumido como sigue por Thomas Pettigrew:
"Ambos eran sistemas cerrados, con pocas posibilidades de manumisión, énfasis en la supervivencia y una única autoridad omnipresente. El profundo cambio de personalidad creado por el internamiento nazi, informado de forma independiente por varios psicólogos y psiquiatras que sobrevivieron, fue hacia el infantilismo y la aceptación total de los guardias de las SS como figuras paternas, un síndrome sorprendentemente similar a la caricatura de 'Sambo', el esclavo sureño. Los racistas del siglo XIX creían fácilmente que la personalidad de 'Sambo' era simplemente un tipo racial innato. Sin embargo, ningún dato antropológico africano mostró cualquier tipo de personalidad que se parezca a 'Sambo'; y los campos de concentración moldearon el patrón de personalidad equivalente en una amplia variedad de prisioneros caucásicos. Tampoco 'Sambo' era simplemente un producto de la 'esclavitud' en abstracto, porque el sistema latinoamericano menos devastador nunca se desarrolló de tal manera.
Ampliando esta línea de razonamiento, los psicólogos señalan que la esclavitud en todas sus formas redujo la necesidad de logros en los esclavos... negros en cautiverio, despojados de su herencia africana, fueron colocados en un papel completamente dependiente. Todas sus recompensas vinieron, no por iniciativa individual y empresa, sino de la obediencia absoluta, situación que deprime gravemente la necesidad de logro entre todos los pueblos. Lo más importante de todo es que la esclavitud vicia la vida familiar... dado que muchos propietarios de esclavos no fomentaban el matrimonio cristiano entre sus parejas de esclavos, no dudaban en separarlos en subastas, el hogar esclavo a menudo desarrollo un matrifocal sin padre patrón (centrado en la madre)" 15.
La reconstrucción
Con la emancipación de los esclavos, la familia negra americana comenzó a formarse en los Estados Unidos, a gran escala. Pero lo hizo en una atmósfera marcadamente diferente de la que produjo la familia americana blanca.
Al negro se le dio libertad, pero no igualdad. La vida seguía siendo peligrosa y marginal. El hombre negro, particularmente en el sur, se convirtió en objeto de intensa hostilidad, una actitud incuestionablemente basada en cierto grado de miedo.
Indiscutiblemente estos hechos obraron en contra del surgimiento de una figura paterna fuerte. La esencia del animal macho, desde el gallo hasta el general de cuatro estrellas, es pavonearse. De hecho, en el siglo XIX, en América, un particular tipo de jactancia masculina exagerada llegó a ser casi un estilo nacional. Pero no para el hombre negro. El 'negro atrevido' (sic) fue linchado.
En esta situación la familia negra avanzó poco hacia el patrón de clase media del tiempo presente. Margaret Mead ha señalado que si bien "en todas las sociedades humanas conocidas, en todas partes del mundo, el joven varón aprende que cuando sea mayor una de las cosas que debe hacer para ser un miembro de pleno derecho de la sociedad es proporcionar alimentos para alguna hembra y sus crías" 16. Sin embargo, este patrón no es inmutable: puede romperse, aunque siempre se haya reafirmado eventualmente.
"Dentro de la familia, cada nueva generación de varones jóvenes aprende el comportamiento de crianza apropiado y superpone a su masculinidad biológicamente dada, este papel paterno aprendido. Cuando la familia se derrumba, como ocurre bajo la esclavitud, bajo ciertas formas de trabajo por contrato y servidumbre, en períodos de extrema inquietud social como guerras, revoluciones, hambrunas y epidemias, o en períodos de transición abrupta de un tipo de economía a otro: esta delicada línea de transmisión se rompe. Los hombres pueden hundirse gravemente en estos períodos, durante los cuales la unidad primaria puede volver a convertirse en madre e hijo, lo biológicamente dado, y las condiciones especiales bajo las cuales el hombre ha mantenido sus tradiciones sociales en confianza son violadas y distorsionadas" 17.
E. Franklin Frazier deja claro que en el momento de la emancipación, las mujeres negras ya estaban "acostumbradas a jugar el papel dominante en las relaciones familiares y matrimoniales" y que este papel persistió en las décadas de vida rural que siguieron.
Urbanización:
La vida en el campo y la vida en la ciudad son profundamente diferentes. El cambio gradual de la sociedad estadounidense de una base rural a una urbana durante el último siglo y medio ha provocado abundantes tensiones, muchas de las cuales aún son muy evidentes. Cuando este cambio ocurre repentina, drásticamente, en una o dos generaciones, el efecto es inmensamente disruptivo de los patrones sociales tradicionales.
Fue esta abrupta transición la que produjo los salvajes barrios marginales irlandeses del noreste del siglo XIX. Embriaguez, delincuencia, corrupción, discriminación, desorganización familiar, delincuencia juvenil fueron la rutina de esa época. En nuestro propio tiempo, la misma transición repentina ha producido el barrio negro- diferente, pero apenas mejor que sus predecesores- y fundamentalmente, el resultado del mismo proceso.
Los negros ahora están más urbanizados que los blancos.
Las familias negras de las ciudades están encabezadas por una mujer con más frecuencia que las familias del campo. La diferencia entre las proporciones de familias blancas y negras de familias encabezadas por una mujer es mayor en la ciudad que en el campo.
La promesa de la ciudad hasta ahora ha sido negada a la mayoría de los inmigrantes negros, y más particularmente a la familia negra.
En 1939, E. Franklin Frazier describió su difícil situación de manera conmovedora en esa parte de The Negro Family titulada "En la ciudad de la destrucción":
"El impacto de cientos de miles de negros rurales del sur sobre comunidades del norte metropolitano presenta un espectáculo desconcertante. Impresionantes contrastes en los niveles de civilización y el bienestar económico de estos recién llegados a la civilización moderna parece frustrar cualquier intento de
descubrir orden y dirección en su modo de vida" 18.
"En muchos casos, por supuesto, la disolución de la organización familiar simple ha comenzado antes de que la familia llegue a la ciudad del norte. Pero, si estas familias han logrado preservar su integridad hasta llegar a la ciudad del norte, la pobreza, la ignorancia y el color fuerza a buscar viviendas en barrios deteriorados de los que prácticamente ha desaparecido toda la vida institucional. De ahí que, al mismo tiempo que estas sencillas familias rurales van perdiendo su cohesión interna, se van liberando de la fuerza controladora de la opinión pública y las instituciones comunales. La deserción familiar entre los negros en las ciudades parece, entonces, ser una de las consecuencias inevitables del impacto de la vida urbana en la organización familiar simple y la cultura popular que el negro ha desarrollado en el sur rural. La distribución de las deserciones en relación con la economía general y la organización cultural de las comunidades negras que han crecido en nuestras ciudades americanas muestra de manera sorprendente la influencia de factores selectivos en el proceso de adaptación al entorno urbano" 19.
Frazier concluyó su estudio clásico, La familia negra, con la profecía de que "la aflicción de la civilización aún no ha terminado"
"Primero, parece que la familia que se desarrolló dentro del mundo aislado de la gente negra se volvió cada vez más desorganizada. Los medios de comunicación modernos rompieron el aislamiento del mundo de la gente negra y, mientras el sistema de agricultura estaba en quiebra en el sur, las familias negras siguieron buscando ganarse la vida en los pueblos y ciudades del país. Ellos se amontonaron en los barrios marginales de las ciudades del sur o se dirigieron a las ciudades del norte donde su vida familiar se trastornó y su pobreza los obligó a depender de la caridad" 20.
En cada índice de patología familiar - divorcio, separación y deserción, jefa de familia femenina, hijos en hogares rotos e ilegítimos - el contraste entre el entorno urbano y rural de las familias negras fue inconfundible.
Harlem, en el que los negros comenzaron a moverse a principios de este siglo, es el centro y símbolo de la vida urbana del negro americano. Las condiciones en Harlem no son peores, probablemente sean mejores que en la mayoría de los guetos negros. La desorganización social del centro de Harlem, que comprende diez áreas de salud, fue documentado a fondo por el informe HARYOU, salvo por las tasas de ilegitimidad. Estos fueron puestos a disposición del Departamento de Trabajo por el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York. Difícilmente podría haber una demostración más dramática del desmoronamiento - la ruptura - de la estructura familiar en la frontera urbana.
Desempleo y pobreza
El impacto del desempleo en la familia negra, y particularmente en el hombre negro, es el menor entendido de todos los acontecimientos que han contribuido a la crisis actual. Hay poco análisis porque casi no ha habido investigación. El desempleo, tanto para blancos como para no blancos, en general, ha sido tratado como un fenómeno económico, y casi no se ha prestado atención al menos en un cuarto de siglo a las consecuencias sociales y personales.
En 1940, Edward Wight Bakke describió los efectos del desempleo en la estructura familiar en términos de seis etapas de ajuste 21. Aunque las familias estudiadas eran blancas, el patrón claramente parece ser general y se aplica también a las familias negras.
Las dos primeras etapas terminan con el agotamiento del crédito y el ingreso de la esposa a la fuerza laboral. El padre ya no es el proveedor y los hijos mayores se vuelven resentidos.
La tercera etapa es la crítica para comenzar una nueva existencia cotidiana:
"Considere el hecho de que los investigadores de socorro o los asistentes sociales son normalmente mujeres y tratan con el ama de casa. Ya sufriendo una pérdida de prestigio y autoridad en la familia debido a su incapacidad para ser el principal sostén de la familia, el cabeza de familia masculino siente profundamente esta evidente transferencia de planificación para el bienestar de la familia a dos mujeres, una de ellas, ajena al hogar. Su papel se reduce al chico de los recados desde y hacia la oficina de socorro" 22.
Si la familia supera esta etapa, Bakke descubre que es probable que sobreviva, y el resto del proceso es de ajuste. El elemento crítico del ajuste no fueron las prestaciones sociales, sino el trabajo.
"Habiendo observado a nuestras familias en condiciones de desempleo sin ayuda pública, o con esa ayuda directa [sic] y de relevo laboral, estamos convencidos de que después del agotamiento de los recursos autoproducidos, el relevo laboral es el único tipo de ayuda que puede restaurar los lazos tensos de la relación familiar de una manera que promete el funcionamiento continuo de esa familia para cumplir con las responsabilidades que le impone nuestra cultura" 23.
El trabajo es precisamente lo único que el cabeza de familia negro en tales circunstancias, no ha recibido la generación pasada *.
El hecho fundamental y abrumador es que el desempleo de los negros, con la excepción de algunos años durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, ha continuado en niveles de desastre durante 35 años.
Una vez más, este es particularmente el caso en las áreas urbanas del norte en las que la población negra se ha estado moviendo.
El censo de 1930 (tomado en la primavera, antes de que la depresión estuviera en pleno apogeo) mostró que el desempleo de los negros fue del 6,1 %, frente al 6,6 % de los blancos. Pero sacar al Sur revirtió la relación: blancos 7,4%, no blancos 11,5%.
Para 1940, la relación de desempleo de 2 a 1 blanco-negro que persiste hasta el día de hoy había emergido. Sacando al sur de nuevo, los blancos eran el 14,8 %, los no blancos el 29,7 %.
Desde 1929, el trabajador negro se ha visto tremendamente afectado por los movimientos del ciclo económico. Ha sido golpeado más por los descensos que los blancos, y proporcionalmente más ayudado por las recuperaciones.
De 1951 a 1963, el nivel de desempleo de los hombres negros tuvo una tendencia ascendente a largo plazo, mientras que, al mismo tiempo, seguían los altibajos del ciclo económico a corto plazo. Durante el mismo período, el número de familias rotas en el mundo negro también aumentó a largo plazo, con subidas y bajadas intermedias.
Por tanto, el desempleo alcanza su punto máximo un año antes que las familias rotas, y así sucesivamente. Al graficar estas series en términos de desviación de la tendencia y mover la curva de desempleo un año más adelante, vemos la clara relación de las dos series de eventos aparentemente no relacionados; los vaivenes cíclicos del desempleo tienen su contrapartida en aumentos y disminuciones en las separaciones.
El efecto del desempleo en los divorcios ilustra aún más las raíces económicas de la problema. Las tasas de divorcio de los no blancos descendieron levemente en años de alto desempleo como 1954-55,1958 y 1961-62.
El divorcio es caro: los que no tienen dinero recurren a la separación o la deserción. Si bien el divorcio no es un objetivo deseable para una sociedad, reconoce la importancia del matrimonio y la familia, y para los niños es más probable cierta continuidad y apoyo familiar cuando la institución de la familia ha sido reconocida.
La conclusión de estos y otros datos similares es difícil de evitar: durante las épocas en que los trabajos fueron razonablemente abundantes (aunque en ningún momento durante este período, salvo quizás los primeros 2 años, la tasa de desempleo de los hombres negros cayó a un nivel razonable) la familia negra se hizo más fuerte y más estable. A medida que los trabajos se volvieron cada vez más difíciles de encontrar, la estabilidad dela familia se volvió cada vez más difícil de mantener.
Esta relación se ve claramente en términos de las tasas de ilegitimidad de las secciones censales en el Distrito de Columbia en comparación con las tasas de desempleo masculino en los mismos vecindarios.
En 1963, un año próspero, el 29,2 % de todos los hombres negros en la fuerza laboral estaban desempleados en algún momento del año. Casi la mitad de estos hombres estuvieron sin trabajo 15 semanas o más.
El impacto de la pobreza en la estructura familiar de los negros no es menos obvio, aunque de nuevo, puede que no sea ampliamente reconocido. Parecería haber una tradición americana, agraria en sus orígenes pero reforzada por las actitudes de los grupos de inmigrantes urbanos, en el sentido de que la moral y la estabilidad familiar disminuyen a medida que aumentan los ingresos y la posición social. A lo largo de los años, esto puede haber proporcionado algún consuelo a los pobres, pero hay poca evidencia de que sea cierto. Por el contrario, los ingresos familiares más altos son inequívocamente asociados con una mayor estabilidad familiar.
La familia negra no es una excepción. En el Distrito de Columbia, por ejemplo, las secciones censales con ingresos medios de más de $ 8.000 tenían una tasa de ilegitimidad de un tercio de la de las secciones en la categoría de menos de $ 4.000.
El sistema salarial
El sistema salarial estadounidense destaca por el grado en que proporciona altos ingresos a las personas, pero rara vez se ajusta para asegurar que se satisfagan las necesidades familiares e individuales. Casi sin excepción, el bienestar social y los sistemas de seguridad social de otras democracias industriales prevén algún ajuste o complemento de los ingresos del trabajador para cubrir los gastos adicionales que tiene una familia. Los acuerdos estadounidenses no lo hacen, salvo para las deducciones del impuesto sobre la renta.
El salario mínimo federal de $ 1.25 por hora proporciona un ingreso básico para un individuo, pero es un ingreso muy por debajo del umbral de pobreza para una pareja, y mucho menos para una familia con hijos.
El Informe Económico del Presidente en 1965 revisó los datos sobre el número de personas que viven en pobreza en los Estados Unidos para tener en cuenta las diferentes necesidades de familias de diferentes tamaños, en lugar de usar un límite fijo en el nivel de ingresos de $ 3.000. La revisión resultante ilustró la importancia del tamaño de la familia. Utilizando estos criterios, el número de familias pobres es menor, pero el número de familias numerosas que son pobres aumenta y el número de niños en situación de pobreza aumenta en más de un tercio, de 11 millones a 15 millones. Esto significa que una cuarta parte de los niños de la nación viven en familias que son pobres 24.
Un tercio de estos niños pertenecen a familias en las que el padre no solo estaba presente, sino que estaba empleado todo el año. En términos generales, el ingreso familiar medio es menor para las familias numerosas que para familias pequeñas. Las familias de seis o más niños tienen ingresos medios 24 % por debajo de las familias con tres. (Se puede agregar que el 47 % de los hombres jóvenes que no pasan la prueba de educación del Servicio Selectivo provienen de familias de seis o más).
Durante la década de 1950-60 de fuerte migración de negros a las ciudades del norte y el oeste, la proporción de ingresos de familias no blancas y blancas en las ciudades aumentó del 57 al 63 por ciento. Las disminuciones correspondientes en la proporción en las áreas rurales no agrícolas y agrícolas mantuvieron la proporción nacional prácticamente sin cambios. Pero entre 1960 y 1963, el ingreso medio de las familias no blancas cayó del 55 % al 53 % de los ingresos de los blancos. La caída se produjo en tres regiones, solo en el sur, donde una mayor proporción de familias negras tiene más de un asalariado, mostró una leve mejoría.
Porque en términos generales, las familias negras tienen el mayor número de hijos y el menor número de ingresos, muchos padres negros literalmente no pueden mantener a sus familias. Porque el padre o no es presente, o está desempleado, o gana un salario muy bajo, la mujer negra tiene que salir a trabajar. 56 % de las mujeres negras, de entre 25 y 64 años, están en la fuerza laboral, frente al 42 % de las mujeres blancas. Por eso, la dependencia de los ingresos de la madre socava la posición del padre y priva al niños de la atención materna, particularmente en los asuntos escolares, que ahora es una característica estándar de crianza de clase media.
Las dimensiones crecen
Las dimensiones de los problemas de los negros americanos se ven agravadas por el extraordinario presente crecimiento de la población negra. En la fundación de la nación y en la primera década del siglo XIX, 1 americano de 5 era un negro. La proporción disminuyó constantemente hasta que fue solo 1 de cada 10 en 1920, donde se mantuvo hasta la década de 1950, cuando comenzó a crecer. Desde 1950, la población negra creció a una tasa del 2,4 % anual en comparación con el 1,7 % de la población total. Si esta tasa continúa, en siete años, 1 estadounidense de cada 8 no será blanco.
Estos cambios son el resultado de una disminución de la tasa de mortalidad de los negros, que ahora se acerca a la de la nación en general, y una tasa de fecundidad que creció de manera constante durante el período de posguerra. En 1959, la relación de las tasas de fertilidad de los blancos con los no blancos alcanzaron 1,42. Tanto las tasas de fertilidad de los blancos como de los no blancos han disminuido desde 1959, pero el diferencial no se ha reducido.
El tamaño de la familia aumentó entre las familias no blancas entre 1950 y 1960, tanto para las que no tienen padre como para las que tienen padre. El tamaño medio de la familia cambió poco entre las familias blancas, con un ligero aumento en el tamaño de las familias marido-mujer compensado por una disminución en el tamaño de familias sin padres.
Las mujeres negras no solo tienen más hijos, sino que los tienen antes. Así, en 1960, había 1.247 hijos nacidos vivos por cada mil mujeres no blancas casadas alguna vez de 15 a 19 años de edad, en comparación con sólo 725 entre las mujeres blancas. La tasa de fertilidad de los negros en general es ahora 1,4 veces la de los blancos, pero lo que podría llamarse la tasa de generación es 1,7 veces la de los blancos.
Este crecimiento de la población debe conducir inevitablemente a una crisis inconcebible de desempleo de los negros. El fracaso más notorio del sistema social estadounidense en los últimos 10 años ha sido su insuficiencia en la provisión de empleo para los jóvenes negros. Así, en enero de 1965 la tasa de desempleo de los adolescentes negros representaban el 29 por ciento. Este problema ahora se volverá cada vez más serio.
Durante el resto de la década de 1960, la población civil no blanca de 14 años o más aumentará en un 20 por ciento, más del doble de la tasa de blancos. La fuerza laboral no blanca aumentará un 20 por ciento en los próximos 6 años, el doble de la tasa de aumento en la fuerza laboral no blanca de la última década.
Al igual que ocurre con la población en general, existe mucha evidencia de que los niños nacen más rápidamente en aquellas familias negras con menores recursos económicos. Este es un patrón antiguo, pero debido a que las necesidades de los niños son mayores hoy en día, es muy posible que la brecha de educación y oportunidades entre los hijos de estas familias y los de los sindicatos estables de clase media no se esté cerrando, sino que se esté ampliando.
Hay un ciclo en funcionamiento: tener niños demasiado pronto hace que sea más difícil para los padres terminar la escuela. (En febrero de 1963, el 38 por ciento de las jóvenes blancas que abandonaron la escuela lo hicieron debido a matrimonio o embarazo, frente al 49 por ciento de las jóvenes no blancas) 25. Un estudio de Urban League en Nueva York informó que el 44 % de las jóvenes que abandonaron la escuela abandonaron la escuela debido a un embarazo 26.
Los bajos niveles de educación, a su vez, producen bajos niveles de ingresos, que privan a los niños de muchas oportunidades, por lo que el ciclo se repite.
* Una excepción es el impacto bastante pequeño del programa ADC-U desde 1961, ahora ampliado por Título V de la Ley de Oportunidades Económicas.
CAPÍTULO IV
Pero no se puede suponer que la comunidad negra americana no haya pagado un precio terrible por el increíble maltrato al que ha sido sometida durante los últimos tres siglos.
En esencia, la comunidad negra ha sido forzada a una estructura matriarcal que, debido a que estuvo fuera de línea con el resto de la sociedad estadounidense, retrasa seriamente el progreso del grupo como un todo, e impone una carga aplastante sobre el hombre negro y, en consecuencia, sobre las mujeres negras también.
Presumiblemente, no hay ninguna razón especial por la que una sociedad en la que los hombres son dominantes en las relaciones familiares deba ser preferida a un arreglo matriarcal. Sin embargo, es claramente una desventaja que un grupo minoritario opere según un principio, mientras que la gran mayoría de la población, y el que tiene más ventajas para empezar, esté operando sobre otro. Esta es la presente situación del negro. La nuestra es una sociedad que asume el liderazgo masculino en los asuntos privados y públicos. Los arreglos de la sociedad facilitan ese liderazgo y lo recompensan. Una subcultura, como la del negro americano, en el que éste no es el patrón, se encuentra en una clara desventaja.
Aquí debería repetirse una advertencia anterior. Ésta es mucha evidencia de que una considerable cantidad de numerosas familias negras han logrado salir de la maraña de la patología y establecerse ellos mismos, como unidades estables y eficaces, que viven de acuerdo con los patrones de la sociedad estadounidense en general. Franklin Frazier ha sugerido que la familia afroamericana de clase media es, en todo caso, más patriarcal y protectora de sus hijos que el general de tales familias 27. Dadas iguales oportunidades, los niños de estas familias se desempeñarán tan bien o mejor que sus compañeros blancos. No necesitan ayuda de nadie y no la piden.
Si bien este fenómeno no se mide fácilmente, un índice es que los negros de clase media tienen incluso menos hijos que los blancos de clase media, lo que indica un deseo de conservar los avances que han logrado y asegurarse de que a sus hijos les vaya igual o mejor. Las mujeres negras que se casan temprano con trabajadores sin educación tienen más hijos que las mujeres blancas en la misma situación; las mujeres negras de clase media que se casan a una edad común con hombres educados que realizan actividades técnicas o que trabajan como profesionales, tienen sólo cuatro quintas partes de los niños que sus contrapartes blancas.
Se podría estimar que hasta la mitad de la comunidad negra pertenece a la clase media. Sin embargo, la mitad restante se encuentra en circunstancias desesperadas y en deterioro. Además, debido a la segregación de la vivienda, es inmensamente difícil para la mitad estable, escapar de las influencias culturales de la inestable. Los hijos de los negros de clase media a menudo deben crecer en los suburbios o junto a ellos, una experiencia casi desconocida para los niños blancos de clase media. Son por lo tanto, constantemente expuestos a la patología del grupo perturbado y en constante peligro de ser atraídos hacia él. Es por esta razón que las proposiciones planteadas en este estudio pueden pensarse para tener una aplicación más o menos general.
En una palabra, la mayoría de los jóvenes negros están en peligro de verse atrapados en la maraña de patologías que afectan su mundo, y probablemente la mayoría ya estén atrapados. Muchos de los que escapan lo hacen sólo durante una generación: como están las cosas ahora, es posible que sus hijos tengan que correr el desafío de nuevo. Ese no es el aspecto menos cruel del mundo que la América blanca ha creado para el negro.
Obviamente, no todos los casos de patología social que afligen a la comunidad negra pueden rastrearse hasta la debilidad de la estructura familiar. Si, por ejemplo, el crimen organizado en la comunidad negra no fuera controlado en gran parte por los blancos, habría más acumulación de capital entre los negros, y por lo tanto, probablemente más empresas comerciales negras. Si no fuera por la hostilidad y el miedo que muchos blancos muestran hacia los negros, ellos a su vez estarían menos afligidos por la hostilidad y el miedo, etc. No hay una sola comunidad negra. No hay ningún problema con los negros. No hay una única solución. Sin embargo, en el centro de la maraña patológica está la debilidad de la estructura familiar. Así, se encontrará que esa es la fuente principal de la mayoría de los aberrantes e inadecuados comportamientos antisociales que sirven para perpetuar el ciclo de pobreza y privación.
Fue destruyendo a la familia negra bajo la esclavitud que la América blanca rompió la voluntad de los personas negras. Aunque esa voluntad se ha reafirmado en nuestro tiempo, es un resurgimiento condenado a la frustración, a menos que se restablezca la viabilidad de la familia negra.
Matriarcado
Un hecho fundamental de la vida familiar de los negros estadounidenses son los roles a menudo invertidos de marido y mujer.
Robert O. Blood, Jr. y Donald M. Wolfe, en un estudio de familias de Detroit, señalan que "los maridos negros tienen un poder inusualmente bajo" 28 y si bien esto es característico de todas las familias de bajos ingresos, el patrón impregna la estructura social negra: "el resultado acumulativo de la discriminación en el trabajo... el viviendas segregadas y la mala educación de los hombres negros" 29. En el 44 % de las familias negras estudiadas, la esposa era dominante, frente al 20 % de las esposas blancas". Considerando que la mayoría de las familias blancas son igualitarias, el mayor porcentaje de familias negras está dominado por esposa" 30.
El patrón matriarcal de tantas familias negras se refuerza a lo largo de las generaciones. El proceso comienza con la educación. Aunque la brecha parece estar cerrándose en este momento, durante mucho tiempo mientras que las mujeres negras tenían mejor educación que los hombres negros, esto sigue siendo cierto hoy en día para los población negra en su conjunto.
La diferencia en el nivel educativo entre hombres y mujeres no blancos en la fuerza laboral es aún mayor; los hombres tienen un retraso de 1,1 años con respecto a las mujeres.
La disparidad en el nivel educativo de hombres y mujeres jóvenes de 16 a 21 años que no asistían a la escuela en febrero de 1963, es sorprendente. Entre los varones no blancos, el 66,3 % no estaba en la escuela secundaria, en comparación con el 55,0 % de las mujeres. Existía una diferencia similar en el nivel universitario, con 4.5 % de los hombres que han completado de 1 a 3 años de universidad en comparación con 7.3 % de las mujeres.
El peor desempeño del varón en la escuela existe desde el principio, y la magnitud de la diferencia fue documentada por el Censo de 1960 en las estadísticas sobre el número de niños que han caído uno o más grados por debajo del grado típico para niños de la misma edad. Los chicos se han retrasado con mayor frecuencia en todos los niveles de edad. (Los chicos blancos también van a la zaga de las chicas blancas, pero en un diferencial de 1 a 6 puntos porcentuales.)
En 1960, el 39 por ciento de todas las personas blancas de 25 años o más que habían completado 4 o más años de universidad fueron mujeres. El cincuenta y tres % de los no blancos que habían alcanzado este nivel, eran mujeres.
Sin embargo, la brecha se está cerrando. En octubre de 1963, había un poco más de hombres negros en la universidad que mujeres. Entre los blancos había casi el doble de hombres que de mujeres inscritos.
Hay mucha evidencia de que las mujeres negras son mejores estudiantes que sus contrapartes masculinas.
Daniel Thompson de la Universidad de Dillard, en una comunicación privada el 9 de enero de 1965, escribe:
"Tan bajo como es el nivel de aspiraciones entre las niñas negras de la clase baja, es considerablemente más alto que entre los niños. Por ejemplo, he examinado los cuadros de honor en las escuelas secundarias para negros durante unos 10 años. Como regla, del 75 al 90 % de todos los estudiantes negros de honor son niñas".
El Dr. Thompson informa que el 70 % de todas las solicitudes para la Beca Programa Nacional de Logros financiado por la Fundación Ford para estudiantes negros sobresalientes que son niñas, a pesar de los esfuerzos especiales de los directores de las escuelas secundarias para enviar los nombres de los niños.
Recientemente se anunciaron los finalistas de este nuevo programa para estudiantes negros destacados. Establecida una inspección de los nombres, solo alrededor del 43 % de los 639 finalistas eran hombres. (Sin embargo, en el programa regular de becas al mérito nacional, los hombres recibieron el 67 % de la beca de 1964 premios.)
Inevitablemente, estas disparidades se han trasladado al ámbito del empleo y los ingresos.
En 1 de cada 4 familias negras donde el esposo está presente, es un asalariado, y alguien más en ella familia trabaja, el marido no es el principal generador de ingresos. La cifra comparable para los blancos es 18 %.
Más importante aún, es que las mujeres negras han establecido una posición fuerte para sí mismas en empleo de cuello blanco y profesional, precisamente las áreas de la economía que están creciendo más rápidamente, y a la que se concede el mayor prestigio.
La Comisión Presidencial de Igualdad de Oportunidades en el Empleo, elaborando un informe preliminar sobre empleo en 1964 de más de 16.000 empresas con casi 5 millones de empleados, reveló esta patrón con énfasis dramático.
"En esta fuerza laboral, los hombres negros superan en número a las mujeres negras en una proporción de 4 a 1. Sin embargo, los hombres negros representan sólo el 1,2 % de todos los hombres en ocupaciones de cuello blanco, mientras que las mujeres negras representan 3,1 % de la fuerza laboral femenina total. Los hombres negros representan el 1,1 % de todos profesionales masculinos, mientras que las mujeres negras representan aproximadamente el 6 % de todas las profesionales femeninas. Nuevamente, en las ocupaciones de técnicos, los hombres negros representan el 2.1 % de todos los técnicos masculinos mientras que las mujeres negras representan aproximadamente el 10 % de todas las mujeres técnicas. Por lo tanto, parecería que hay proporcionalmente 4 veces más mujeres negras en trabajos administrativos importantes que hombres negros.
"Aunque es evidente que los trabajos de oficina y administrativos representan aproximadamente el 50 % de todas las trabajadoras de cuello blanco negras, es significativo que 6 de cada 100 mujeres negras estén en trabajos profesionales. Esto es sustancialmente similar a la tasa de todas las mujeres en esos trabajos. Aproximadamente 7 de cada 100 mujeres negras tienen trabajos técnicos. Esto excede la proporción de todas las mujeres en trabajos técnicos - aproximadamente 5 de cada 100.
"Las mujeres negras en trabajos calificados son casi iguales que todas las mujeres en esos trabajos. Nueve de cada cada 100 hombres negros están en ocupaciones calificadas, mientras que 21 de cada 100 de todos los hombres están en tales trabajos" 31.
Este patrón se observa en el gobierno federal, donde recientemente se han realizado esfuerzos especiales para asegurar la igualdad de oportunidades de empleo para los negros. Estos esfuerzos han tenido un éxito notable en Departamentos Laborales, donde alrededor del 19 % de los empleados ahora son negros. (Un porcentaje no desproporcionado, dada la composición de la fuerza de trabajo en las áreas donde las principales oficinas departamentales están ubicadas). Sin embargo, es posible que estos esfuerzos hayan redundado principalmente en beneficio de las mujeres negras, e incluso pueden haber acentuado la desventaja comparativa de las mujeres negras. El 70 % de los empleados negros del Departamento de Trabajo son mujeres, en contraste con sólo el 42 % de los empleados blancos.
Entre los empleados no profesionales del Departamento de Trabajo donde hay más empleo, existen oportunidades para todos los grupos: las mujeres negras superan en número a los hombres negros 4 a 1, y el promedio casi un grado más alto en clasificación.
El testimonio de los efectos de estos patrones en la estructura familiar de los negros está muy extendido y es difícil de dudar.
Whitney Young:
"Históricamente, en la sociedad matriarcal de los negros, las madres se aseguraban de que si uno de sus hijos tenía la oportunidad de obtener una educación superior, la hija era la que debía seguirla" 32.
"El efecto sobre el funcionamiento familiar y el desempeño de roles de esta experiencia histórica [privación económica] es lo que se podría predecir. Tanto como esposo, como padre, el hombre negro está hecho para sentirse inadecuado, no porque no sea digno de ser amado o no sea afectuoso, carece de inteligencia o incluso de un traje gris de franela. En una sociedad que mide a un hombre por el tamaño de su sueldo, no es muy alto en comparación con su contraparte blanca. A esta situación se puede reaccionar con abstinencia y amargura hacia la sociedad, agresión tanto dentro de la familia como en el grupo racial, odio a sí mismo o crimen.O puede escapar a través de una serie de avenidas que le ayudarán a perderse en la fantasía o a compensar su bajo estatus a través de una variedad de hazañas" 33.
Thomas Pettigrew:
"La esposa negra en esta situación puede fácilmente disgustarse con la dependencia financiera de su marido, y su rechazo hacia él, aliena aún más al hombre de la vida familiar. Amargadas por sus experiencias con los hombres, muchas madres negras a menudo actúan para perpetuar el patrón centrándose más en sus hijas que en sus hijos" 34.
Deton Brooks:
"En una estructura matriarcal, las mujeres están transmitiendo la cultura" 35.
Dorothy Height:
"Si la mujer negra tiene una preocupación subyacente importante, es el estatus del hombre negro y su posición en la comunidad y su necesidad de sentirse una persona importante, libre y capaz de hacer su contribución en toda la sociedad para fortalecer su hogar" 36.
Duncan M. MacIntyre:
"La tasa de ilegitimidad de los negros siempre ha sido alta: unas ocho veces la tasa de los blancos en 1940 y algo más alto hoy, a pesar de que la tasa de ilegitimidad blanca también está aumentando. Las estadísticas de los negros son sintomáticas [sic] de algunos viejos problemas socioeconómicos, entre los que se encuentran el subempleo entre los hombres negros y una compensación mayor a la fuerza laboral de las mujeres negras. Ambos operan para ampliar el papel de la madre, socavando el estatus del macho y haciendo que muchas familias negras sean esencialmente matriarcales. Las perspectivas del empleo incierto del negro, el matriarcado y el alto costo de los divorcios se combinan para alentar la deserción (el divorcio del hombre pobre), aumenta el número de parejas no casadas y, por lo tanto, también aumenta el tasa de ilegitimidad. Mientras tanto, las tasas de natalidad más altas de negros están aumentando la población no blanca. Mientras que la migración a ciudades como Detroit, Nueva York, Filadelfia y Washington, DC está haciendo que las listas de asistencia pública en tales ciudades sean fuertemente, incluso predominantemente, negras" 37.
Robin M. Williams Jr. en un estudio de Elmira, Nueva York:
"Sólo el 57 % de los adultos negros se reportaron a sí mismos como cónyuges casados presentes, en comparación con el 78 % de los americanos blancos nativos, el 91 % de los italoamericanos y el 96 por ciento de judíos. De los 93 jóvenes negros solteros entrevistados, el 22 % no tenía su madre viviendo en el hogar con ellos, y el 42 % informó que su padre no vivía en su casa. Un tercio de los jóvenes no conocía la ocupación actual de su padre, y dos tercios de una muestra de 150 adultos negros no sabía cuál había sido la ocupación del padre de su padre. El 40 % de los jóvenes dijo que tenía hermanos y hermanas que vivían en otras comunidades, otro 40 % informó que vivían en su casa parientes que no eran padres, hermanos o abuelos" 38.
El fracaso de la juventud
El relato de Williams sobre los jóvenes negros que crecieron con poco conocimiento de sus padres, menos de las ocupaciones de los padres, y menos aún de las tradiciones ocupacionales familiares, contrasta fuertemente con la experiencia del niño blanco. La familia blanca, a pesar de muchas variantes, sigue siendo una poderosa agencia no solo para transmitir propiedades de una generación a la siguiente, sino también para transmitir no menos valiosos contratos con el mundo de la educación y el trabajo. En una época anterior, los Carpenters, Wainwrights, Weavers, Mercers, Farmers, Smiths adquirieron sus nombres así como sus oficios de sus padres y abuelos. Los niños de hoy todavía aprenden los patrones de trabajo de sus padres, aunque es posible que ya no tengan los mismos trabajos.
Los niños blancos sin padre, al menos perciben todos ellos el patrón de trabajo de los hombres de su familia.
Los niños negros sin padres fracasan y fracasan.
No siempre, seguramente. La comunidad negra produce su parte de jóvenes que tienen algo extra que los lleva a superar los peores obstáculos. Pero esas personas son siempre una minoría. La destino común de jóvenes que enfrentan serios obstáculos para el éxito, no tienen éxito.
Un índice principal de la desventaja de los jóvenes negros en los Estados Unidos es su desempeño consistentemente bajo en las pruebas mentales que son un medio estándar para medir la capacidad y el desempeño en la generación actual.
No hay absolutamente ninguna duda sobre cualquier diferencial genético: el potencial de inteligencia se distribuye entre los niños negros en la misma proporción que entre los islandeses, los chinos o cualquier otro grupo.La sociedad estadounidense, sin embargo, perjudica el potencial de los negros. La declaración del informe HARYOU que "No hay ningún desacuerdo básico sobre el hecho de que los estudiantes de Harlem central se están desempeñando mal en colegio" 39 puede tomarse como cierto para los niños negros de los barrios marginales en todo Estados Unidos.
Los niños de octavo grado en el centro de Harlem tienen un coeficiente intelectual medio de 87,7, lo que significa que quizás un tercio de los niños obtienen niveles peligrosamente cercanos a los de retraso. El coeficiente intelectual disminuye en la primer década de vida, aumentando sólo ligeramente a partir de entonces.
El efecto de las familias rotas en el desempeño de la juventud negra no ha sido medido, pero los estudios que se han realizado muestran una influencia inequívoca.
Martin Deutch y Bert Brown, investigando las diferencias en pruebas de inteligencia entre estudiantes negros y blancos de 1er y 5to grado de diferentes clases sociales, encontraron que existe una relación directa entre clase y coeficiente intelectual. A medida que uno sube, también lo hace el otro: pero más los blancos que los negros. Este es seguramente un resultado de la segregación de la vivienda mencionada anteriormente, que dificulta que las familias de los negros de clase media puedan escapar de los barrios marginales.
Los autores explican que "es mucho más difícil para el negro alcanzar idéntico estatus de clase media o media alta que los blancos, y las gradaciones de clase social son menos marcadas para los negros porque la vida de los negros en una sociedad de castas es considerablemente más homogénea" 40.
Por lo tanto, los autores buscan variables de fondo distintas a la clase social que podrían explicar la diferencia: "Una de las diferencias más notables entre los grupos negros y blancos es la constante mayor frecuencia de hogares rotos y desorganización familiar resultante en la familia negra" 41.
Además, encontraron que los niños de hogares donde los padres están presentes, tienen significativamente más puntajes que los niños que crecen en hogares sin padre.
La influencia de la presencia del padre fue probada dentro de las clases sociales y los grados escolares solo para los negros. Descubrieron que "aparece una tendencia constante dentro de ambos grados en el nivel más bajo de SES [clase social], y en ningún caso hay una inversión de esta tendencia: para hombres, mujeres y el grupo combinado, el coeficiente intelectual de los niños con padres en los hogares son siempre más altos que los que no tienen padre en el hogar" 42.
Los autores dicen que los hogares rotos "también pueden explicar algunas de las diferencias entre puntuaciones de inteligencia los negros y los blancos" 43.
Los puntajes de los estudiantes de quinto grado con padres ausentes fueron más bajos que los puntajes de los estudiantes de primer grado con padres ausentes, y aunque los autores señalan que se trata de datos transversales y no revelan la duración de la ausencia del padre, "Lo que podríamos estar midiendo es el efecto acumulativo de años" 44.
Esta diferencia en la capacidad de desempeño tiene su contraparte en las estadísticas sobre el desempeño escolar real. Los niños no blancos de familias con ambos padres presentes tienen más probabilidades de ir a la escuela que los niños con un solo padre presente, y las tasas de inscripción son aún más bajas cuando ninguno de los padres está presente.
Cuando los niños de hogares rotos están en la escuela, no les va tan bien como los niños que conviven con toda su familia. El retraso de grado es alto cuando sólo uno de los padres está presente, y más alto aún cuando ninguno de los padres está presente.
La soledad de los jóvenes negros al tomar decisiones fundamentales sobre su educación se muestra en un estudio de 1959 sobre desertores negros y blancos en las escuelas secundarias de Connecticut.
Solo el 29 % de los jóvenes negros que abandonaron la escuela discutieron su decisión de abandonar la escuela con sus padres, en comparación con el 65 % de los jóvenes blancos (el 38 % de los negros provenían de hogares rotos). De hecho, el 26 % de los jóvenes negros no discutió esta importante decisión con nadie en absoluto, en comparación con sólo el 8 % de los jóvenes blancos.
Un estudio sobre el aprendizaje de jóvenes negros realizado por la Comisión Contra la Discriminación del Estado de Nueva York en 1960 concluyó:
"Los jóvenes negros rara vez están expuestos a influencias que puedan conducir al aprendizaje. Los negros no tienden a tener parientes, amigos o vecinos en ocupaciones calificadas. Tampoco es probable que estén en escuelas secundarias donde reciban aliento y dirección de modelos alternativos. Dentro de la comunidad minoritaria, son raros los 'modelos' negros capacitados a partir de los cuales el joven negro podría modelarse, mientras que no existen fuentes sustitutivas que puedan proporcionar la dirección, el aliento, los recursos y la información necesarios para lograr la posición de un arte calificado" 45.
Delincuencia y crimen
El impacto combinado de la pobreza, el fracaso y el aislamiento entre los jóvenes negros ha tenido el predecible resultado de una tasa de delincuencia y crimen desastrosa.
Por otro lado, los negros representan un tercio de todos los jóvenes en las escuelas de formación para delincuentes juveniles.
Es probable que en la actualidad la mayoría de los delitos cometidos contra las personas, como violación, asesinato y las agresiones agravadas sean cometidas por negros. Por supuesto, no hay evidencia absoluta; la inferencia sólo puede hacerse a partir de las estadísticas de población de detenciones y reclusos.
Nuevamente, en la frontera urbana la proporción es peor: 3 de cada 5 arrestos por estos delitos fueron de negros.
En Chicago en 1963, las tres cuartas partes de las personas arrestadas por tales delitos eran negros; en Detroit, son las mismas proporciones.
En 1960, el 37 % de todas las personas en las prisiones federales y estatales eran negras. En ese año, el 56 % de los homicidios y el 57 % de las agresiones cometidas en instituciones estatales, eran negros.
La abrumadora cantidad de delitos cometidos por negros están dirigidos hacia otros negros: el costo del crimen para la comunidad negra es una combinación para los criminales y las víctimas.
Algunas de las investigaciones sobre los efectos de los hogares rotos en el comportamiento delictivo encuestadas recientemente por Thomas F. Pettigrew en A Profile of the Negro American se resume a continuación, junto con varios otros estudios de la cuestión.
Mary Diggs descubrió que tres cuartas partes, el doble de la proporción esperada, de los delincuentes negros de Filadelfia que comparecieron ante la ley durante 1948 no vivían con sus padres biológicos 46.
Al predecir el crimen juvenil, Eleanor y Sheldon Glueck también encontraron que una mayor proporción de los muchachos delincuentes procedían de hogares destrozados. Identificaron cinco factores críticos en el entorno del hogar que marcó la diferencia en si los niños se convertirían en delincuentes: disciplina del niño por el padre, supervisión del niño por la madre, afecto del padre por el niño, afecto de la madre por niño y cohesión de la familia.
En 1952, cuando la Junta Juvenil de la Ciudad de Nueva York se propuso probar la validez de estos cinco factores como predictores de la delincuencia, surgió rápidamente un problema. La muestra de Glueck consistió en niños blancos de ascendencia principalmente irlandesa, italiana, lituana e inglesa. Sin embargo, el grupo de la Junta Juvenil tenía 44 por ciento de negros y 14 por ciento de puertorriqueños, y la frecuencia de hogares rotos dentro de estos grupos estaba desproporcionada con el número total de delincuentes en la población 47.
"En la mayoría de estos casos, el padre por lo general nunca estaba en el hogar, estaba ausente en los principales momentos de la vida del niño, o estuvo presente solo en alguna ocasión".
Los investigadores que se han centrado [sic] en los chicos "buenos" de los barrios de alta delincuencia, señalaron que por lo general provienen de familias intactas estables 48.
Investigaciones psicológicas recientes demuestran los efectos en la personalidad de un niño criado en un hogar desorganizado sin padre. Un estudio mostró que los niños de hogares sin padre buscan gratificación inmediata de sus deseos mucho más que los niños con padres presentes 49. Otro estudio reveló que los niños que tienen hambre de gratificación inmediata son más propensos a la delincuencia, junto con otros comportamientos menos sociales 50. Dos psicólogos, dice Pettigrew, sostienen que la incapacidad de retrasar la gratificación es un factor crítico en el comportamiento inmaduro, criminal y neurótico 51.
Finalmente, Pettigrew discutió la evidencia de que un hogar estable sea un factor crucial para contrarrestar los efectos del racismo sobre la personalidad negra.
"Un hogar cálido y de apoyo puede compensar eficazmente muchas de las restricciones que enfrenta el niño negro fuera del gueto; en consecuencia, el tipo de vida hogareña que disfruta un negro de niño puede ser mucho más crucial para gobernar la influencia de la segregación sobre su personalidad que la forma que toma la segregación: legal o informal, del sur o del norte" 52.
Un estudio de la Universidad de Yale sobre jóvenes de la clase socioeconómica más baja en New Haven en 1950, cuyo comportamiento se siguió hasta los 18 años reveló que entre los delincuentes en el grupo: 38 % provenía de hogares rotos, en comparación con el 24 % de los no delincuentes 53.
El Grupo de Trabajo del Presidente sobre la Conservación de la Mano de Obra en 1963 encontró que de los hombres jóvenes rechazados por no pasar las pruebas mentales: el 42 % de los que tenían antecedentes judiciales procedían de hogares rotos, en comparación con el 30 % de los que no tenían antecedentes judiciales. La mitad de todos los no blancos rechazados en el estudio tenían antecedentes judiciales y provenían de hogares rotos.
Un examen de los antecedentes familiares de 44.448 casos de delincuencia en Filadelfia entre 1949 y 1954 documentan la frecuencia de hogares rotos entre los delincuentes: 62 % de los delincuentes negros y el 36 % de los delincuentes blancos no vivían con ninguno de sus padres. En 1950, el 33 % de los niños no blancos y el 7 % de los niños blancos en Filadelfia vivían en hogares sin ninguno de los dos padres. Los reincidentes tenían incluso más probabilidades de provenir de hogares rotos que los que infringieron la ley por primera vez 54.
Las fuerzas armadas
La última señal de una preparación inadecuada para la vida es la tasa de fracaso mental de las Fuerzas Armadas. La Prueba de Calificación de las Fuerzas Armadas no es una prueba mental, ni tampoco una prueba de educación. Es un prueba de capacidad para desempeñarse a un nivel aceptable de competencia. Mide aproximadamente la capacidad que debería encontrarse en un estudiante promedio de 7º u 8º grado. Un joven adulto que no puede pasar esta prueba está en problemas.
El cincuenta y seis por ciento de los negros no lo logra.
Esta es una tasa casi cuatro veces mayor que la de los blancos.
El Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y los Marines llevan a cabo, con mucho, la educación más grande e importante y actividades de capacitación del Gobierno Federal, además de proporcionar la mayor fuente de empleo en la nación.
El servicio militar es perturbador en algunos aspectos. Para aquellos comparativamente pocos que mueren o resultan heridos en combate, o de otro modo, el sacrificio personal es inestimable. Pero a fin de cuentas, las Fuerzas Armadas durante el último cuarto de siglo han funcionado enormemente en beneficio de los involucrados. La formación y la experiencia del servicio militar son en sí únicas, las ventajas que han generalmente seguido en forma de G. I. Bill, garantías hipotecarias, seguro de vida federal, la preferencia de servicio, los hospitales para veteranos y las pensiones para veteranos son singulares, por decir lo menos.
Aunque el servicio en las Fuerzas Armadas es, al menos nominalmente, un deber de todos los ciudadanos varones que llegan a la mayoría de edad, está claro que el sistema actual no permite a los negros servir en nada parecido a su números proporcionados. No se trata de discriminación. La incorporación a las Fuerzas Armadas está basada en una variedad de pruebas y estándares objetivos, pero estas pruebas, no obstante, tienen el efecto de mantener el número de negros desproporcionadamente pequeño.
En 1963, la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos informó que "Hace una década, los negros constituían el 8 % de las Fuerzas Armadas. Hoy... continúan constituyendo el 8 % de la Fuerzas Armadas" 55.
En 1964, los negros constituían el 11,8 % de la población, pero probablemente permanezcan en el 8 % de la población de las Fuerzas Armadas.
La importancia del negro bajo representación en las Fuerzas Armadas es mayor de lo que podría suponerse a primera vista. Si los negros estuvieran representados en las mismas proporciones en el ejército que en la población, serían más de 300.000. Esto sería más de 100.000 más que en la actualidad.(utilizando cifras de fuerza de 1964). Si los más de 100.000 hombres negros desempleados hubieran entrado en el ejército, la tasa de desempleo de los hombres negros habría sido del 7,0 % en 1964 en lugar del 9,1 por ciento.
En 1963, la Comisión de Derechos Civiles comentó sobre el aspecto ocupacional del servicio militar para los negros. "Los hombres negros reclutados disfrutan de oportunidades relativamente mejores en las Fuerzas Armadas que en las economía civil, en todos los campos administrativos, técnicos y especializados para los que los datos lo permiten comparación" 56.
Sin embargo, hay una cuestión aún más importante relacionada con el servicio militar para los negros. El servicio en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos es la única experiencia abierta al negro americano en la que es verdaderamente tratado como un igual: no como un negro igual a un blanco, sino como un hombre igual a cualquier otro hombre, en un mundo donde la categoría "negro" y "blanco" no existen. Si esta es una declaración del ideal más que de la realidad, es un ideal que está próximo a realizarse. En la comida, la vestimenta, la vivienda, el sueldo, el trabajo. El negro en las Fuerzas Armadas es igual y es tratado de esa manera.
Hay otra cualidad especial en el servicio militar para los hombres negros: es un mundo completamente masculino. Dadas las tensiones de la vida familiar desorganizada y matrifocal en la que tantos negros pasan su juventud y llegan a la mayoría de edad, las Fuerzas Armadas son un cambio dramático y desesperadamente necesario: un mundo alejado de las mujeres, un mundo dirigido por hombres fuertes de autoridad incuestionable, donde la disciplina, aunque dura, es ordenada y predecible, y donde las recompensas, si son limitadas, se otorgan sobre la base del desempeño.
El tema de un mensaje actual de reclutamiento del Ejército lo dice lo más claramente posible: "En el Ejército de los EE.UU. conozca lo que significa sentirse hombre".
En las recientes audiencias de la Comisión de Derechos Civiles en Mississippi, un testigo testificó que su servicio militar fue de hecho "la única vez que me sentí como un hombre".
La participación de los negros en las Fuerzas Armadas sería menor de lo que es, si no fuera por una proporción proporcionalmente mayor de alistamientos y reenganches voluntarios. (Por lo tanto, el 16,3 % de los sargentos del ejército son negros).
Alienación
Es posible que el término "alienación" se haya utilizado ya de demasiadas formas para conservar un significado claro, pero servirá para resumir las igualmente numerosas formas en que un gran número de jóvenes negros parecen retirarse de la sociedad estadounidense.
Una manera sorprendente en la que esto ocurre es que los hombres simplemente no están allí cuando llega el enumerador del censo.
Según las estimaciones de población de la Oficina del Censo para 1963, solo hay 87 hombres no blancos por cada 100 mujeres en el grupo de edad de 30 a 34 años. La proporción no excede de 90 a 100 en todo el grupo de edad de 25 a 44 años. En el noreste urbano, solo hay 76 hombres por cada 100 mujeres de entre 20 a 24 años de edad, y los hombres, como porcentaje de las mujeres están por debajo del 90 % en todas las edades después de los 14 años.
En realidad, no hay menos hombres que mujeres en el grupo de edad de 20 a 40 años. Lo que obviamente hay, es un error de conteo involucrado: los topógrafos simplemente no encuentran al hombre negro. Donald J. Bogue y sus asociados, que han estudiado el recuento federal del hombre negro, sitúan el error tan alto como 19,8 % a los 28 años. Se estima un error típico de alrededor del 15 % desde los 19 años hasta los 43 años 57. La investigación preliminar en la Oficina del Censo sobre el empadronamiento de 1960 ha dado como resultado conclusiones similares, aunque no necesariamente las mismas estimaciones del alcance del error. El hombre negro se puede encontrar hasta los 17 y 18 años. Sobre la base de los registros de nacimiento y de mortalidad, la conclusión debe ser que él también está allí a los 19 años.
Cuando los encuestadores lo encuentran, sus respuestas a las preguntas estándar formuladas sobre el desempleo a menudo dan como resultado que se lo cuente como "no en la fuerza laboral". En otras palabras, en realidad, el desempleo de los hombres negros puede ser algo mayor de lo que se informa.
Las tasas de participación en la fuerza laboral de los hombres no blancos han estado cayendo desde el comienzo de siglo y durante la última década han sido más bajas que las tasas de los hombres blancos. En 1964, las tasas de participación fueron 78.0 % para hombres blancos y 75.8 % para hombres no blancos. Casi un punto porcentual de esta diferencia se debió a una mayor proporción de hombres no blancos que no trabajan debido a una enfermedad física o mental a largo plazo. Parece razonable suponer que el resto de la diferencia se debe al desánimo por encontrar trabajo.
Si las tasas de participación en la fuerza laboral de los hombres no blancos fueran tan altas como las de los blancos, habría 140.000 hombres no blancos más en la fuerza laboral en 1964. Si asumimos además que esos 140.000 habrían estado desempleados, la tasa de desempleo para los hombres no blancos habría sido 11,5 % en lugar de la tasa registrada del 9 %, y la relación entre la tasa de no blancos y la tasa de blancos habría aumentado de 2: 1 a 2,4: 1.
Comprendidas o no, las tasas oficiales de desempleo de los negros son casi increíbles.
Las estadísticas de desempleo de los adolescentes negros (29 % en enero de 1965) reflejan una falta de formación y oportunidad en la mayor medida, pero no cabe duda de que también reflejan una cierta falta de valor.
-"¿Estás buscando un trabajo?"- preguntó el secretario de Trabajo, Wirtz, a un joven en la esquina de una calle de Harlem. -"¿Por qué?"- fue la respuesta.
Richard A. Cloward y Robert Ontell han comentado sobre la retirada en una discusión del Proyecto de Movilización para la Juventud en el Lower East Side de Nueva York.
“Lo que probablemente carecen los jóvenes de las minorías y los barrios marginales contemporáneos, que poseían niños similares en períodos anteriores, no es motivación sino un mínimo sentido de competencia.
En 1963, la Comisión de Derechos Civiles comentó sobre el aspecto ocupacional del servicio militar para los negros. "Los hombres negros reclutados disfrutan de oportunidades relativamente mejores en las Fuerzas Armadas que en las economía civil, en todos los campos administrativos, técnicos y especializados para los que los datos lo permiten comparación" 56.
Sin embargo, hay una cuestión aún más importante relacionada con el servicio militar para los negros. El servicio en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos es la única experiencia abierta al negro americano en la que es verdaderamente tratado como un igual: no como un negro igual a un blanco, sino como un hombre igual a cualquier otro hombre, en un mundo donde la categoría "negro" y "blanco" no existen. Si esta es una declaración del ideal más que de la realidad, es un ideal que está próximo a realizarse. En la comida, la vestimenta, la vivienda, el sueldo, el trabajo. El negro en las Fuerzas Armadas es igual y es tratado de esa manera.
Hay otra cualidad especial en el servicio militar para los hombres negros: es un mundo completamente masculino. Dadas las tensiones de la vida familiar desorganizada y matrifocal en la que tantos negros pasan su juventud y llegan a la mayoría de edad, las Fuerzas Armadas son un cambio dramático y desesperadamente necesario: un mundo alejado de las mujeres, un mundo dirigido por hombres fuertes de autoridad incuestionable, donde la disciplina, aunque dura, es ordenada y predecible, y donde las recompensas, si son limitadas, se otorgan sobre la base del desempeño.
El tema de un mensaje actual de reclutamiento del Ejército lo dice lo más claramente posible: "En el Ejército de los EE.UU. conozca lo que significa sentirse hombre".
En las recientes audiencias de la Comisión de Derechos Civiles en Mississippi, un testigo testificó que su servicio militar fue de hecho "la única vez que me sentí como un hombre".
La participación de los negros en las Fuerzas Armadas sería menor de lo que es, si no fuera por una proporción proporcionalmente mayor de alistamientos y reenganches voluntarios. (Por lo tanto, el 16,3 % de los sargentos del ejército son negros).
Alienación
Es posible que el término "alienación" se haya utilizado ya de demasiadas formas para conservar un significado claro, pero servirá para resumir las igualmente numerosas formas en que un gran número de jóvenes negros parecen retirarse de la sociedad estadounidense.
Una manera sorprendente en la que esto ocurre es que los hombres simplemente no están allí cuando llega el enumerador del censo.
Según las estimaciones de población de la Oficina del Censo para 1963, solo hay 87 hombres no blancos por cada 100 mujeres en el grupo de edad de 30 a 34 años. La proporción no excede de 90 a 100 en todo el grupo de edad de 25 a 44 años. En el noreste urbano, solo hay 76 hombres por cada 100 mujeres de entre 20 a 24 años de edad, y los hombres, como porcentaje de las mujeres están por debajo del 90 % en todas las edades después de los 14 años.
En realidad, no hay menos hombres que mujeres en el grupo de edad de 20 a 40 años. Lo que obviamente hay, es un error de conteo involucrado: los topógrafos simplemente no encuentran al hombre negro. Donald J. Bogue y sus asociados, que han estudiado el recuento federal del hombre negro, sitúan el error tan alto como 19,8 % a los 28 años. Se estima un error típico de alrededor del 15 % desde los 19 años hasta los 43 años 57. La investigación preliminar en la Oficina del Censo sobre el empadronamiento de 1960 ha dado como resultado conclusiones similares, aunque no necesariamente las mismas estimaciones del alcance del error. El hombre negro se puede encontrar hasta los 17 y 18 años. Sobre la base de los registros de nacimiento y de mortalidad, la conclusión debe ser que él también está allí a los 19 años.
Cuando los encuestadores lo encuentran, sus respuestas a las preguntas estándar formuladas sobre el desempleo a menudo dan como resultado que se lo cuente como "no en la fuerza laboral". En otras palabras, en realidad, el desempleo de los hombres negros puede ser algo mayor de lo que se informa.
Las tasas de participación en la fuerza laboral de los hombres no blancos han estado cayendo desde el comienzo de siglo y durante la última década han sido más bajas que las tasas de los hombres blancos. En 1964, las tasas de participación fueron 78.0 % para hombres blancos y 75.8 % para hombres no blancos. Casi un punto porcentual de esta diferencia se debió a una mayor proporción de hombres no blancos que no trabajan debido a una enfermedad física o mental a largo plazo. Parece razonable suponer que el resto de la diferencia se debe al desánimo por encontrar trabajo.
Si las tasas de participación en la fuerza laboral de los hombres no blancos fueran tan altas como las de los blancos, habría 140.000 hombres no blancos más en la fuerza laboral en 1964. Si asumimos además que esos 140.000 habrían estado desempleados, la tasa de desempleo para los hombres no blancos habría sido 11,5 % en lugar de la tasa registrada del 9 %, y la relación entre la tasa de no blancos y la tasa de blancos habría aumentado de 2: 1 a 2,4: 1.
Comprendidas o no, las tasas oficiales de desempleo de los negros son casi increíbles.
Las estadísticas de desempleo de los adolescentes negros (29 % en enero de 1965) reflejan una falta de formación y oportunidad en la mayor medida, pero no cabe duda de que también reflejan una cierta falta de valor.
-"¿Estás buscando un trabajo?"- preguntó el secretario de Trabajo, Wirtz, a un joven en la esquina de una calle de Harlem. -"¿Por qué?"- fue la respuesta.
Richard A. Cloward y Robert Ontell han comentado sobre la retirada en una discusión del Proyecto de Movilización para la Juventud en el Lower East Side de Nueva York.
“Lo que probablemente carecen los jóvenes de las minorías y los barrios marginales contemporáneos, que poseían niños similares en períodos anteriores, no es motivación sino un mínimo sentido de competencia.
En el trabajo con estos jóvenes, estamos plagados por lo que parece ser una baja tolerancia a la frustración. No son capaces de absorber los contratiempos. El menor rechazo o desaire son magnificados fuera de toda proporción con la realidad. Quizás reaccionen como lo hacen porque no son iguales al mundo que los enfrenta, y ellos lo saben. Y es el conocimiento lo que es devastador. Si la estructura ocupacional hubiera permanecido intacta, o si la educación que se les proporcionó se hubiera mantenido a la par de los cambios ocupacionales, la situación sería diferente. Pero no lo es, y eso es lo que nosotros y ellos tenemos que lidiar” 58.
La adicción a los narcóticos es una forma característica de abstinencia. En 1963, los negros constituían el 54 % de la población adicta de los Estados Unidos. Aunque la Oficina Federal de Narcóticos informó la disminución de la proporción de negros como nuevos adictos, HARYOU informa que la tasa de adicción en el centro de Harlem aumentó de 22,1 por 10.000 en 1955 a 40,4 en 1961. 59.
Hay un hecho más grande acerca de la alienación de la juventud negra que la maraña de patología descrita por estas estadísticas. Es un hecho particularmente difícil de comprender por las personas blancas que en los últimos años mostró una mayor conciencia por los problemas de los negros.
La actual generación de jóvenes negros que crecen en los guetos urbanos probablemente tiene menos contacto con el mundo blanco que cualquier otra generación en la historia del negro americano 60.
Hasta la Segunda Guerra Mundial se podría decir que en general, los mundos negros y blancos viven, si no juntos, al menos, uno al lado del otro. Ciertamente lo hicieron, y lo hacen, en el sur.
Sin embargo, desde la Segunda Guerra Mundial, los dos mundos se han distanciado físicamente. El símbolo de este desarrollo fue la construcción en las décadas de 1940 y 1950 de los vastos suburbios de clase blanca, media y media baja alrededor de todas las ciudades de la Nación. Cada vez más, los barrios marginales se han dejado a los negros, que ahora casi no comparten la vida comunitaria con los blancos.
A su vez, debido a este nuevo patrón de viviendas, la mayor parte del cual ha sido asistido financieramente por el Gobierno federal, es probable que el sistema escolar estadounidense se haya vuelto más, en lugar de menos, segregado en las últimas dos décadas.
La integración escolar no ha ocurrido en el sur, donde una década después de Brown v. Board of Education, solo 1 negro de cada 9 asiste a la escuela con niños blancos.
Y en el norte, a pesar de los arduos esfuerzos oficiales, los vecindarios y, por lo tanto las escuelas, se están convirtiendo cada vez más en una clase y un color.
En la ciudad de Nueva York, en los años escolares de 1957-58 había 64 escuelas que representaban el 90 % de [sic] más negros o puertorriqueños. Seis años más tarde había 134 escuelas de este tipo.
Junto con la disminución de los contactos de la clase media blanca con un gran porcentaje de negros, los observadores informan que las iglesias negras casi han perdido también el contacto con los hombres en las ciudades del norte. Ésta puede ser una condición normal de la vida urbana, pero probablemente sea una condición de cambio para el negro americano y no puede ser un desarrollo socialmente deseable.
El único movimiento religioso que parece haber atraído a un número considerable de hombres negros en las ciudades del norte en los últimos tiempos es el de los musulmanes negros: un movimiento basado en el rechazo a la sociedad blanca.
En una palabra: la maraña de la patología se está apretando.
CAPÍTULO V
Primero: Hay muchas personas, dentro y fuera del Gobierno, que no sienten que este problema existe, al menos en un grado serio. Estas personas sienten que las cosas se resolverán por sí mismas en el curso normal de los acontecimientos. Esto es un tema fundamental, y requiere una decisión dentro del gobierno.
En segundo lugar: Es nuestra opinión que el problema está tan interrelacionado, una cosa con otra, que cualquier lista de propuestas de programas serían necesariamente incompletas y distraerían la atención de los principales puntos de interrelación. Hemos mostrado una clara relación entre el empleo masculino, por ejemplo, y el número de hijos dependientes de la asistencia social. El empleo, a su vez, refleja los logros educativos, que depende en gran parte de la estabilidad familiar. Donde nos encontramos en este ciclo, y cómo, son las cuestiones internas más difíciles que enfrenta Estados Unidos. Primero debemos llegar a un acuerdo sobre cuál es el problema, luego sabremos qué preguntas deben ser respondidas.
En tercer lugar: Es necesario reconocer la opinión, sostenida por varias personas responsables, de que este problema puede estar fuera de control. Esta es una mirada con la que enfática y totalmente no estoy de acuerdo, pero la opinión debe ser reconocida.
El aumento persistente en el rendimiento educativo de los negros es probablemente la principal tendencia que contradice esta tesis. Por otro lado, nuestro estudio ha arrojado algunos indicios claros de que la situación puede haber comenzado a alimentarse por sí misma. Cabe señalar, por ejemplo, que durante la mayor parte del período de posguerra, el desempleo masculino de los negros y el número de nuevos casos de AFDC aumentaron y disminuyeron juntos como si estuvieran conectados por una cadena desde 1948 hasta 1962. La correlación entre las dos series de datos fue asombrosa (Esto significaría que 83 % del aumento y la caída en los casos de AFDC se puede atribuir estadísticamente al aumento y la disminución de la tasa de desempleo). En 1960, sin embargo, por primera vez, el desempleo disminuyó, pero el número de los nuevos casos de AFDC aumentó. En 1963 esto sucedió por segunda vez. En 1964, por tercera vez. Las posibles implicaciones de estos y otros datos son lo suficientemente serias como para que también se comprendan antes de formular propuestas de programas.
Sin embargo, el argumento de este artículo conduce a una conclusión central: cualquiera que sean los elementos de un esfuerzo nacional diseñado para resolver este problema, esos elementos deben ser coordinados en términos de una estrategia general.
Entonces, ¿cuál es ese problema? Creemos que la respuesta es lo suficientemente clara. Tres siglos de injusticia han provocado distorsiones estructurales profundamente arraigadas en la vida del negro americano. En este punto, la actual maraña de patología es capaz de perpetuarse sin la ayuda del mundo de los blancos. El ciclo solo se puede romper si estas distorsiones se ajustan correctamente.
En una palabra, un esfuerzo nacional hacia los problemas de los negros estadounidenses debe dirigirse hacia la cuestión de la estructura familiar. El objeto debe ser fortalecer a la familia negra para permitirle criar y apoyar a sus miembros como lo hacen otras familias. Después de eso, como este grupo de estadounidenses elige manejar sus asuntos, aprovechar sus oportunidades o no hacerlo, no es asunto de la nación.
La importancia fundamental y la urgencia de restaurar la estructura de la familia negra americana ha sido evidente durante algún tiempo. E. Franklin Frazier lo expresó de la manera más sucinta en 1950:
"Como resultado de la desorganización familiar, una gran proporción de niños y jóvenes negros no sufrió la socialización que sólo la familia puede proporcionar. Las familias desorganizadas no han suplido sus necesidades emocionales y no les ha proporcionado la disciplina y los hábitos que son necesarios para el desarrollo de la personalidad. Porque la familia desorganizada ha fracasado en su funcionar como una agencia socializadora, ha perjudicado a los niños en sus relaciones con las instituciones en la comunidad. Además, la desorganización familiar ha sido parcialmente responsable de una gran cantidad de delincuencia juvenil y delincuencia de adultos entre los negros. Dado que en la familia extendida, la desorganización entre los negros ha sido el resultado de la incapacidad del padre de desempeñar el papel en la vida familiar que requiere la sociedad estadounidense, la mitigación de este problema debe esperar esos cambios en la sociedad negra y estadounidense que permitirá al padre negro desempeñar el papel que se le exige" 61.
No se hizo nada en respuesta al argumento de Frazier. Las cosas se dejaron para que se cuidaran por sí mismas, y como era previsible, empeoraron, no mejoraron. El problema es ahora más grave, los obstáculos son mayores. Sin embargo, hay un cambio profundo para mejorar en un aspecto. El presidente ha comprometido a la nación para un esfuerzo total para eliminar la pobreza dondequiera que exista, entre blancos o negros, y existe un movimiento negro militante, organizado y responsable para unirse a ese esfuerzo.
Tal esfuerzo nacional podría expresarse así:
La política de los Estados Unidos es llevar al negro americano a una participación plena e igualitaria en las responsabilidades y recompensas de la ciudadanía. Para ello, los programas del gobierno Federal que incidan en este objetivo serán diseñados para tener el efecto, directamente o indirectamente, de mejorar la estabilidad y los recursos de la familia negra americana.
Sin embargo, el argumento de este artículo conduce a una conclusión central: cualquiera que sean los elementos de un esfuerzo nacional diseñado para resolver este problema, esos elementos deben ser coordinados en términos de una estrategia general.
Entonces, ¿cuál es ese problema? Creemos que la respuesta es lo suficientemente clara. Tres siglos de injusticia han provocado distorsiones estructurales profundamente arraigadas en la vida del negro americano. En este punto, la actual maraña de patología es capaz de perpetuarse sin la ayuda del mundo de los blancos. El ciclo solo se puede romper si estas distorsiones se ajustan correctamente.
En una palabra, un esfuerzo nacional hacia los problemas de los negros estadounidenses debe dirigirse hacia la cuestión de la estructura familiar. El objeto debe ser fortalecer a la familia negra para permitirle criar y apoyar a sus miembros como lo hacen otras familias. Después de eso, como este grupo de estadounidenses elige manejar sus asuntos, aprovechar sus oportunidades o no hacerlo, no es asunto de la nación.
La importancia fundamental y la urgencia de restaurar la estructura de la familia negra americana ha sido evidente durante algún tiempo. E. Franklin Frazier lo expresó de la manera más sucinta en 1950:
"Como resultado de la desorganización familiar, una gran proporción de niños y jóvenes negros no sufrió la socialización que sólo la familia puede proporcionar. Las familias desorganizadas no han suplido sus necesidades emocionales y no les ha proporcionado la disciplina y los hábitos que son necesarios para el desarrollo de la personalidad. Porque la familia desorganizada ha fracasado en su funcionar como una agencia socializadora, ha perjudicado a los niños en sus relaciones con las instituciones en la comunidad. Además, la desorganización familiar ha sido parcialmente responsable de una gran cantidad de delincuencia juvenil y delincuencia de adultos entre los negros. Dado que en la familia extendida, la desorganización entre los negros ha sido el resultado de la incapacidad del padre de desempeñar el papel en la vida familiar que requiere la sociedad estadounidense, la mitigación de este problema debe esperar esos cambios en la sociedad negra y estadounidense que permitirá al padre negro desempeñar el papel que se le exige" 61.
No se hizo nada en respuesta al argumento de Frazier. Las cosas se dejaron para que se cuidaran por sí mismas, y como era previsible, empeoraron, no mejoraron. El problema es ahora más grave, los obstáculos son mayores. Sin embargo, hay un cambio profundo para mejorar en un aspecto. El presidente ha comprometido a la nación para un esfuerzo total para eliminar la pobreza dondequiera que exista, entre blancos o negros, y existe un movimiento negro militante, organizado y responsable para unirse a ese esfuerzo.
Tal esfuerzo nacional podría expresarse así:
La política de los Estados Unidos es llevar al negro americano a una participación plena e igualitaria en las responsabilidades y recompensas de la ciudadanía. Para ello, los programas del gobierno Federal que incidan en este objetivo serán diseñados para tener el efecto, directamente o indirectamente, de mejorar la estabilidad y los recursos de la familia negra americana.
Notas al pie
1. Robert Harris, La búsqueda de la igualdad, (Baton Rouge, Lousiana State University Press, 1960), pág. 4.
2. William Faulkner, en un discurso ante la Sociedad Histórica del Sur en noviembre de 1955, citado en Mississippi: Sociedad cerrada, por James W. Silver, (Nueva York, Harcourt, Brace and World, Inc., 1964), pág. xiii.
3. Para una visión de que las demandas negras actuales van más allá de esta posición tradicional, ver Nathan Glazer, "Negroes and Challenge to Pluralism", Commentary, diciembre de 1964, págs. 29-34.
4. Bayard Rustin, "De la protesta a la política: el futuro del movimiento por los derechos civiles", comentario, febrero de 1965, p. 27.
5. Nathan Glazer, op. cit., pág. 34.
6. Youth in the Ghetto, Harlem Youth Opportunities Unlimited, Inc., Nueva York, 1964, pág. xi.
7. Nathan Glazer y Daniel Patrick Moynihan, Beyond the Melting Pot, (MIT Press y Harvard University Press, Cambridge, 1963), págs.290-291.
8. E. Franklin Frazier, Black Bourgeoisie, (Nueva York, Collier Books, 1962).
9. Proporcionado por la Dra. Margaret Bright, en comunicación de 20 de enero de 1965.
10. Maurine McKeany, The Absent Father and Public Policy in the Program of Aid to Dependent Children, (Berkeley,University of California Press, 1960), pág. 3.
11. "Hechos, falacias y futuro: un estudio de la ayuda a los niños dependientes del condado de Cook, Illinois", (Nueva York, Greenleigh Associates, Inc., 1960), pág. 5.
12. Nathan Glazer, "Introducción", Slavery, Stanley M. Elkins, (Nueva York, Grosset y Dunlap, 1963), pág. ix.
13. Ibíd., Págs. Xi-xii.
14. Ibíd., Págs. Ix-x.
15. Thomas F. Pettigrew, A Profile of the Negro American, (Princeton, Nueva Jersey, D. Van Nostrand Company, Inc., 1964),págs. 13-14.
16. Margaret Mead, Male and Female, (Nueva York, New American Library, 1962), pág. 146.
17. Ibíd., Pág. 148.
18. E. Franklin Frazier, The Negro Family in the United States, (Chicago, The University of Chicago Press, 1939), pág. 298.
19. Ibíd., Págs. 340-341.
20. Ibíd., Pág. 487.
21. Edward Wight Bakke, Ciudadanos sin trabajo, (New Haven, Yale University Press, 1940).
22. Ibíd., Pág. 212.
23. Ibíd., Pág. 224.
24. Economic Report of the President, enero de 1965, pág. 163.
25. Vera C. Perrella y Forrest A. Bogan, "Jóvenes fuera de la escuela, febrero de 1963", Informe sobre la fuerza laboral especial , núm. 46,Oficina de Estadísticas Laborales, Departamento de Trabajo de EE. UU.
26. La juventud en el gueto, op. cit., pág. 185.
27. E. Franklin Frazier, Black Bourgeoisie, (Nueva York, Collier Books, 1962).
28. Robert O. Blood, Jr. y Donald M. Wolfe, Husbands and Wives: The Dynamics of Married Living, (Illinois, The Free Press de Glencoe, 1960), pág. 34.
29. Ibíd., Pág. 35.
30. Ibíd.
31. Basado en un anteproyecto de informe de la Comisión Presidencial de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.
32. Whitney Young, To Be Equal, (Nueva York, McGraw Hill Book Company, 1964), pág. 25.
33. Ibíd., Pág. 175.
34. Thomas F. Pettigrew, op. cit., pág. dieciséis.
35. Deton Brooks, citado en The New Improved American por Bernard Asbell, (Nueva York, McGraw Hill Book Company,1965), pág. 76.
36. Dorothy Height, en el Informe de consulta sobre problemas de las mujeres negras, Comisión del Presidente sobre la situación de las mujeres, 19 de abril de 1963, pág. 35.
37. Duncan M. MacIntyre, Asistencia pública: ¿Demasiado o demasiado poco? (Nueva York, Escuela de Industrias del Estado de Nueva York Relations, Cornell University, Bulletin 53-1, diciembre de 1964), págs.73-74.
38. Robin M. Williams, Jr., Strangers Next Door, (Englewood Cliffs, Nueva Jersey, Prentice-Hall, Inc., 1964), pág. 240.
39. La juventud en el gueto, op. cit., pág. 195.
40. Martin Deutch y Bert Brown, "Social Influences in Negro-White Intelligence Differences", Social Issues , abril de 1964, p.27.
41. Ibíd., Pág. 29.
42. Ibíd.
43. Ibíd., Pág. 31.
44. Ibíd.
45. "Negroes in Apprenticeship, New York State", Monthly Labor Review, septiembre de 1960, pág. 955.
46. Mary H. Diggs, "Algunos problemas y necesidades de los niños negros revelados por la delincuencia y el crimen comparativos. Estadísticas", Journal of Negro Education, 1950, 19, págs. 290-297".
47. Maude M. Craig y Thelma J. Glick, "Diez años de experiencia con la tabla de predicción social Glueck", Journal of Crimey Delinquency, julio de 1963, pág. 256.
48. FR Scarpitti, Ellen Murray, S. Dinitz y WC Reckless, "The 'Good' Boy in a High Delinquency Area: Four Years Más tarde", American Sociological Review, 1960, 25, págs. 555-558.
49. W. Mischel, "Padre-Ausencia y retraso de la gratificación: comparaciones transculturales", Journal of Annormal and Social Psicología, 1961, 63, 116-124.
50. W. Mischel, "Preferencia por el refuerzo retrasado y la responsabilidad social", Journal of Abnormal and Social Psicología , 1961, 62, págs. 1-7."Retraso de la gratificación, necesidad de logro y aceptación en otra cultura", Journal of Annormal and Social Psicología, 1961, 62, págs. 543-552.
51. OH Mowrer y AD Ullman, "El tiempo como determinante en el aprendizaje integrativo", Psychological Review, 1945, 52, págs. 61-90.
52. Thomas F. Pettigrew, op. cit., pág. 22
53. Erdman Palmore, "Factores asociados con la deserción escolar en la delincuencia juvenil entre las clases bajas Children", Social Security Bulletin, octubre de 1963, pág. 6.
54. Thomas F. Monahan, "Situación familiar y el niño delincuente", Fuerzas sociales, marzo de 1957, pág. 254.
55. Informe de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos, septiembre de 1963, pág. 173.
56. Ibíd., Pág. 174.
57. Donald J. Bogue, Bhaskar D. Misra y DP Dandekar, "Una nueva estimación de la población negra y las tasas vitales de los negro sin the United States, 1930-1960, Demography , Vol. 1, No. 1, 1964, p. 350.
58. Richard A. Cloward y Robert Ontell, "Our Illusions about Training", American Child, enero de 1965, pág. 7.
59. La juventud en el gueto, op. cit., pág. 144.
60. Nathan Glazer y Daniel Patrick Moynihan, op. cit.
61. E. Franklin Frazier, "Problemas y necesidades de los niños y jóvenes negros que resultan de la desorganización familiar", Journal of Negro Education, verano de 1960, págs. 276-277.
Artículo original en Ingles:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Usted puede opinar pero siempre haciéndolo con respeto, de lo contrario el comentario será eliminado.