por Wang Zhicheng
Mons. Jia Zhiguo, de 83 años, es obispo desde 1980 y es responsable de una comunidad de más de 150 mil fieles, con alrededor de un centenar de sacerdotes y otras tantas monjas. El gobierno quiere apoderarse del orfanato para niños discapacitados que se encuentra en la casa del obispo.
"La Iglesia debe estar abierta a todos, incluso a los menores de 18 años": fue la respuesta de Mons. Giulio Jia Zhiguo, obispo clandestino de Zhengding (Hebei, a unos 300 km al suroeste de Beijing), a la propuesta de las autoridades, de que le permitirían reanudar las actividades en la iglesia, tras la cuarentena, a condición de prohibir la entrada a jóvenes menores de 18 años.
Debido a la pandemia, todas las iglesias en China han estado cerradas desde finales de enero. A principios de junio, las autoridades dieron permiso para abrirlas con diferentes condiciones de seguridad.
Sin embargo, el Frente Unido, que gestiona las actividades religiosas, utilizó la reapertura de las iglesias como chantaje contra la diócesis de Zhengding, reconocida por la Santa Sede, pero no por el gobierno.
La condición de prohibir la presencia en la iglesia y cualquier catequesis para menores de 18 años se está extendiendo en China desde el lanzamiento de la Nueva normativa sobre actividades religiosas (1 de febrero de 2018). Muchos obispos oficiales y clandestinos han señalado que la prohibición es contraria a la constitución china, que afirma el derecho a la libertad religiosa sin límites de edad. Pero la prohibición se ha convertido en un instrumento para sofocar la fe, incluso cuando la sociedad está presenciando un fuerte renacimiento religioso.
La prohibición de menores de 18 años se menciona expresamente en los documentos para el reconocimiento gubernamental del personal religioso (obispos y sacerdotes) y para el registro de lugares religiosos. Muchos obispos, ávidos de reconocimiento oficial, han firmado este documento, con el que se convierten en funcionarios estatales, responsables de la implementación de esta prohibición. Otros firmaron con la esperanza de poder eludir la regla.
El arzobispo Jia fue claro al decir que "la Iglesia está abierta a todos", pero de esta manera existe el riesgo de que todas las iglesias clandestinas de la diócesis permanezcan cerradas.
Mons. Jia Zhiguo, de 83 años, es obispo desde 1980 y es responsable de una comunidad de más de 150 mil fieles, con alrededor de un centenar de sacerdotes y otras tantas monjas.
Durante muchos años, Mons. Jia alberga en el episcopado un hogar para niños y jóvenes con discapacidad, abandonados por sus familias o como resultado de restricciones pasadas vinculadas a la ley del hijo único. El obispo los cuida personalmente junto con algunas monjas. En el pasado, el trabajo también había sido elogiado por el gobierno, así como por personalidades internacionales.
Para que el obispo firmara el documento de identificación, las autoridades de Jinzhou han amenazado con apoderarse del orfanato, porque ni él ni las monjas pueden atender a niños discapacitados sin estar registrados. El gobierno ya ha trasladado a los niños mayores a otro lugar, dejando a los pequeños en la casa del obispo. Las autoridades explicaron que quieren "comprar" el orfanato, aunque no están dispuestos a pagar dinero. De hecho, también tomarían posesión de todas las donaciones que anualmente llegan al orfanato. Si las hermanas no se registran, no podrán hacerse cargo de los niños y serán expulsadas para regresar a sus lugares de origen.
El obispo Jia Zhiguo pasó más de 15 años en prisión. Desde 1980, siendo obispo clandestino, ha sido objeto de continuas detenciones y secuestros durante los cuales fue sometido a sesiones políticas. Vive en su episcopio bajo "supervisión continua" las 24 horas del día.
En 2010, liberado tras un período de prisión, Mons. Jia recibió un mensaje de saludo y estima de Benedicto XVI.
Asia News
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