Fue cofundadora de la Sociedad Teosófica y autora de obras famosas, como Isis sin velo (1877), en la que describe los pormenores de una religión de su propia invención, o La doctrina secreta (1888), un libro repleto de teorías relacionadas más o menos indirectamente con el hinduismo. Sus historias son, a menudo, contradictorias, y muchos se muestran muy críticos sobre la veracidad de sus afirmaciones. Fallecida a causa de una gripe en Londres el 8 de mayo de 1891, sus últimas palabras fueron: “Mantengan la unión, no hagan que ésta, mi última encarnación, sea un fracaso”. Lo cuenta Josep Gavaldà en National Geographic Historia.
Nobleza y tradiciones
Helena nació de forma prematura la medianoche del 30 al 31 de julio de 1831 (una fecha que, según el calendario ruso, corresponde al 12 de agosto). Debido a que su estado de salud era muy delicado, la familia decidió bautizarla de inmediato por temor a que muriera sin haber recibido el sagrado sacramento y “con la carga del pecado original en su alma”. Para el pueblo ruso, esa fecha equivale a la noche de San Juan y la tradición cuenta que los nacidos ese día están dotados de gran poder sobre las fuerzas malignas, incluyendo demonios y brujas.
El padre de Helena fue el coronel Peter von Hahn, perteneciente a la nobleza germano-rusa que constituía la élite administrativa y militar de la Rusia del siglo XIX. Su madre fue Helena Fadeyeva, una feminista y destacada novelista que pertenecía a la noble familia Dolgorukov y que murió de tisis a los 28 años, cuando Helena tenía tan sólo 11. Su hermana Vera fue escritora de novelas de fantasía y de ocultismo, y su abuela fue la princesa Helena Dolgorukov, afamada botánica y escritora. Un primo hermano de Helena fue asimismo Sergei Witte, primer ministro bajo el reinado del zar Nicolás II.
Sueños y visiones
A los diecisiete años, en 1848, Helena se casó con el vicegobernador de la provincia de Ereván, Nikífor Vasílievich Blavatsky, un hombre veintitrés años mayor que ella. La joven aceptó el matrimonio para poder independizarse de su familia, pero después de tres meses de unión y, según ella, de no haber consumado el matrimonio, Helena huyó a caballo cruzando las montañas hasta llegar a casa de su abuelo en Tiflis.
Según cuenta la propia Helena, poco después inició una serie de viajes iniciáticos que la llevaron a Egipto, Turquía, Grecia y al Tíbet (lugar que habría logrado visitar tras varios intentos infructuosos, ya que en aquel momento éste era una zona prácticamente inaccesible para los occidentales). Aquel destino la habría puesto en contacto con un saber ancestral que era guardado por unos maestros o mahatmas que allí residían. En algunos de estos viajes, Helena estuvo acompañada por el explorador y naturalista norteamericano Albert Rawson, que era masón y también estaba muy interesado en el esoterismo.
A partir de ese momento, Blavatsky afirmó haberse embarcado en un viaje de búsqueda espiritual, bajo la dirección de un maestro hindú que se le aparecía en sueños y visiones desde su infancia, y con el que posteriormente se habría topado en una calle de Londres en 1851 mientras paseaba con su padre. Este maestro sería un iniciado oriental de Rajput que fue conocido entre los teósofos con el nombre de Mahatma M. o Maestro de Morya.
Pero la veracidad de estas afirmaciones fue puesta en duda en 1874, cuando, viviendo en Estados Unidos, concedió una entrevista a la prensa y le resultó imposible demostrarlas, y más aún cuando James Randi, un investigador de los fraudes paranormales, afirmó en su obra Encyclopedia of Claims, Frauds and Hoaxes of the Occult and Supernatural (Enciclopedia de quejas, fraudes y engaños de lo oculto y sobrenatural) que Blavatsky había desempeñado, durante esa época, oficios tan dispares como profesora de piano, jinete de circo o ayudante de un médium. De este último habría aprendido diversos trucos que éstos empleaban para simular apariciones fantasmagóricas y fenómenos sobrenaturales ante sus clientes.
¿Fraude?
En 1871, Madame Blavatsky había fundado la Sociedad Espiritista en la ciudad de El Cairo, con la finalidad de estudiar los fenómenos mentales. Sin embargo, la sociedad se vio envuelta en varios escándalos financieros y al final fue disuelta. Dos años después, en 1873, Helena Blavatsky emigró a Estados Unidos, donde se estableció y continuó con sus “trabajos” como médium. En 1874 conoció a Henry Steel Olcott, un abogado experto en agricultura y coronel retirado que buscaba la verdad espiritual.
Nobleza y tradiciones
Helena nació de forma prematura la medianoche del 30 al 31 de julio de 1831 (una fecha que, según el calendario ruso, corresponde al 12 de agosto). Debido a que su estado de salud era muy delicado, la familia decidió bautizarla de inmediato por temor a que muriera sin haber recibido el sagrado sacramento y “con la carga del pecado original en su alma”. Para el pueblo ruso, esa fecha equivale a la noche de San Juan y la tradición cuenta que los nacidos ese día están dotados de gran poder sobre las fuerzas malignas, incluyendo demonios y brujas.
El padre de Helena fue el coronel Peter von Hahn, perteneciente a la nobleza germano-rusa que constituía la élite administrativa y militar de la Rusia del siglo XIX. Su madre fue Helena Fadeyeva, una feminista y destacada novelista que pertenecía a la noble familia Dolgorukov y que murió de tisis a los 28 años, cuando Helena tenía tan sólo 11. Su hermana Vera fue escritora de novelas de fantasía y de ocultismo, y su abuela fue la princesa Helena Dolgorukov, afamada botánica y escritora. Un primo hermano de Helena fue asimismo Sergei Witte, primer ministro bajo el reinado del zar Nicolás II.
Sueños y visiones
A los diecisiete años, en 1848, Helena se casó con el vicegobernador de la provincia de Ereván, Nikífor Vasílievich Blavatsky, un hombre veintitrés años mayor que ella. La joven aceptó el matrimonio para poder independizarse de su familia, pero después de tres meses de unión y, según ella, de no haber consumado el matrimonio, Helena huyó a caballo cruzando las montañas hasta llegar a casa de su abuelo en Tiflis.
Según cuenta la propia Helena, poco después inició una serie de viajes iniciáticos que la llevaron a Egipto, Turquía, Grecia y al Tíbet (lugar que habría logrado visitar tras varios intentos infructuosos, ya que en aquel momento éste era una zona prácticamente inaccesible para los occidentales). Aquel destino la habría puesto en contacto con un saber ancestral que era guardado por unos maestros o mahatmas que allí residían. En algunos de estos viajes, Helena estuvo acompañada por el explorador y naturalista norteamericano Albert Rawson, que era masón y también estaba muy interesado en el esoterismo.
A partir de ese momento, Blavatsky afirmó haberse embarcado en un viaje de búsqueda espiritual, bajo la dirección de un maestro hindú que se le aparecía en sueños y visiones desde su infancia, y con el que posteriormente se habría topado en una calle de Londres en 1851 mientras paseaba con su padre. Este maestro sería un iniciado oriental de Rajput que fue conocido entre los teósofos con el nombre de Mahatma M. o Maestro de Morya.
Pero la veracidad de estas afirmaciones fue puesta en duda en 1874, cuando, viviendo en Estados Unidos, concedió una entrevista a la prensa y le resultó imposible demostrarlas, y más aún cuando James Randi, un investigador de los fraudes paranormales, afirmó en su obra Encyclopedia of Claims, Frauds and Hoaxes of the Occult and Supernatural (Enciclopedia de quejas, fraudes y engaños de lo oculto y sobrenatural) que Blavatsky había desempeñado, durante esa época, oficios tan dispares como profesora de piano, jinete de circo o ayudante de un médium. De este último habría aprendido diversos trucos que éstos empleaban para simular apariciones fantasmagóricas y fenómenos sobrenaturales ante sus clientes.
¿Fraude?
En 1871, Madame Blavatsky había fundado la Sociedad Espiritista en la ciudad de El Cairo, con la finalidad de estudiar los fenómenos mentales. Sin embargo, la sociedad se vio envuelta en varios escándalos financieros y al final fue disuelta. Dos años después, en 1873, Helena Blavatsky emigró a Estados Unidos, donde se estableció y continuó con sus “trabajos” como médium. En 1874 conoció a Henry Steel Olcott, un abogado experto en agricultura y coronel retirado que buscaba la verdad espiritual.
Helena Blavatsky y Henry Olcott |
En 1875, junto a Olcott, y siempre siguiendo las directrices de sus supuestos maestros, que según ella recibía de manera telepática, fundó la Sociedad Teosófica para extender un conocimiento que, según ellos, superaría la dicotomía ciencia-religión y dejaría atrás las creencias tradicionales a partir de un saber oculto procedente de la India. Posteriormente ambos socios trasladaron la sede de la sociedad desde Nueva York al barrio de Adyar en Chennai, al sur de la India, lugar donde aún permanece a día de hoy.
La fama de la teosofía, apoyada en los libros escritos por Blavatsky, creció como la espuma y atrajo a muchas figuras destacadas de la época como el mismísimo Thomas Edison. A pesar del éxito, varios seguidores acabaron denunciando por fraude a la “vidente” y al final, la fundadora de la Sociedad Teosófica tuvo que abandonar la India para, en 1885, establecerse en Londres. Pero allí no acabaron sus problemas.
La Sociedad para la Investigación Psíquica, una organización sin ánimo de lucro cuyo propósito era el estudio de sucesos y habilidades descritos como psíquicos o paranormales, descalificó en público las actividades teosóficas por fraudulentas. Pero un siglo más tarde, la sociedad tuvo que reconocer que los métodos utilizados en la investigación del caso no fueron del todo correctos, cosa que aprovecharon los teósofos para desmentir las críticas recibidas.
Madame Blavatsky falleció en Londres en 1891, a los 59 años, a consecuencia de una gripe. Tras su muerte, la teosofía vivió varias crisis, aunque su influencia llegó incluso hasta el Tercer Reich, donde muchos altos cargos del partido nazi se declararon seguidores de esa doctrina. La huella de Helena Blavatsky ha llegado hasta nuestros días tal como afirma el escritor mexicano Mauricio-José Schwarz en su obra La izquierda feng-shui: “La doctrina de Madame Blavatsky sentó las bases para numerosos movimientos que vinieron después, como gran parte de la contracultura de los sesenta y todo el movimiento New Age. Blavatsky logró la hazaña de doblepensar, de rechazar parte de la ciencia moderna (se declaró antidarwinista, por ejemplo) y de asumir como verdad otras partes que resultaban convenientes a su cosmogonía manufacturada”.
National Geographic Historia/InfoRies
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