El cardenal Angelo Scola, arzobispo emérito de Milán y uno de los purpurados al que muchos daban por Papa en 2013, ha concedido una entrevista publicada por la diócesis milanesa en la que ha sido cuestionado sobre los “ataques cada vez más duros y persistentes” que está sufriendo el papa Francisco, especialmente los surgidos dentro de la Iglesia.
Scola ha manifestado que es un signo “de una contradicción muy fuerte y denota precisamente una cierta fragilidad del pueblo de Dios, especialmente de la clase intelectual”.
Para el arzobispo emérito de Milán se trata de “una actitud profundamente equivocada porque olvida que el papa es el papa”. No es por afinidad de temperamento, de cultura y de sensibilidad, por amistad o porque se compartan o no se compartan ciertas de sus afirmaciones por lo que se reconoce el significado del Papa en la Iglesia”.
El purpurado italiano explica que “el papa es la garantía última, radical y formal -ciertamente a través de un ejercicio sinodal del Ministerio Petrino-, de la unidad de la Iglesia”.
“Considero que esta modalidad de pronunciamientos, cartas, escritos, pretensiones de juicios sobre sus acciones, sobre todo cuando se establecen comparaciones molestas con los papas anteriores, un fenómeno decididamente negativo y a extirpar lo antes posible”, añadió.
Según Scola “no hay razón para escandalizarse por la diferencia cultural y temperamental del papa Francisco con respecto al Papa Benedicto o San Juan Pablo II y sus predecesores, ya que eso aporta riqueza, porque garantiza la posibilidad de cambio dentro de la Iglesia”.
“Ciertos gestos del papa Francisco, por ejemplo, me afectan mucho y ciertamente son muy significativos para todos, incluso para aquellos que no creen. Yo, por mi temperamento, no podría, pero cada uno tiene su propia personalidad”, explicó.
Sobre el ayuno eucarístico al que se han visto abocados también en Italia, el purpurado ha explicado que “ha sido una ocasión para darnos cuenta de que la Eucaristía es tan esencial que cuando, por razones independientes a nosotros, falla, la sustancia de la fe se debilita”.
“Es un error pensar que la pandemia sea un castigo de Dios, pero no debemos creer que Dios no nos está pidiendo algo”, aseguró el cardenal.
Infovaticana
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