jueves, 16 de julio de 2020

ALARMA POR LA CAÍDA EN PICADA DE LA TASA MUNDIAL DE FERTILIDAD

Un estudio del Instituto para la Medición Sanitaria de la Universidad de Washington, hecho público por la británica BBC, alerta de una espectacular caída de la tasa de fertilidad en todo el mundo que han definido como “jaw dropping”, es decir, para dejarnos con la boca abierta.

Por Carlos Esteban

En 1950, la mujer media en el planeta tenía a lo largo de su vida 4,7 hijos. En 2017, la cifra era de solo 2,4, poco por encima de la tasa de reemplazo; para final de siglo se proyecta que haya caído hasta 1,7, anunciando la primera reducción de la población humana en siglos.

Naturalmente, esa media mundial varía extraordinariamente de unos países a otros. Pero según los investigadores, prácticamente todos los países verán reducirse sus poblaciones, algunos -23, según el estudio- a la mitad para 2100.

Casos inmediatamente alarmantes: Japón. Su población empezó probablemente el descenso en 2017, al alcanzar los 128 millones, y se prevé en el estudio que para finales de siglo se haya reducido a 53 millones. O Italia, por venirnos más cerca: en el mismo periodo, se espera que los italianos pasen de los 61 millones a solo 28.

El estudio prevé que la población mundial alcance su cota máxima, 9.700 millones de personas, en 2064, punto a partir del cual comenzará a reducirse de forma natural hasta los 8.800 millones a finales de siglo.

Frente a lo que auguraban los alarmistas en los setenta del pasado siglo, el problema que aguarda a la humanidad no va a ser la temida superpoblación, sino más bien todo lo contrario. Aunque el reportaje que ofrece la BBC es más bien congratulatorio -la drástica reducción demográfica es uno de los ansiados objetivos de las élites mundialistas-, conviene tener en cuenta que este descenso no es indiscriminado. Es decir, que la disminución drástica de nacimientos no se traduce meramente en una población menor, sino sobre todo, debido a la mayor esperanza de vida, en una población más envejecida.

Es difícil abarcar lo que significan estas cifras, la miriada de consecuencias que tiene para la humanidad. ¿Cómo puede sostenerse una sociedad con una mayoría de ancianos? ¿Quién produce, quién paga impuestos, quién se hace cargo de tantos y tantos jubilados, qué pasa con el gasto sanitario disparado frente a una población productora cada vez menor? ¿Pasará la eutanasia de ser totalmente voluntaria a ser condicionada, primero, y obligatoria, finalmente? Es difícil responder porque, hay que insistir, nunca se había dado esta situación a escala planetaria.

La tendencia, por lo demás, parece imparable; no hay nada que nos permita suponer que se detendrá, de modo que es al menos imaginable prever una extinción de la humanidad que responda a las palabras del poeta T. S. Eliot y acabar, no con una explosión sino con un quejido.


InfoVaticana


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