Siempre se ha dicho que el pesimista es el optimista bien informado. Y en esta crisis todo el mundo está tan bien informado que se muestra muy pesimista y hay una atmósfera de tristeza general que deprime y que no aporta nada bueno.
Por Javier Navascués
Un creyente no debe caer en el pesimismo y la desesperación, por muy dura que sea la situación a nivel humano. Podemos llegar a perder la vida, pero nunca nuestra confianza en Dios.
Estoy en las antípodas tanto del negacionismo irresponsable como del catastrofismo sin esperanza. Me inclino a pensar que el virus ha sido creado artificialmente y que hay oscuros intereses detrás de las elites mundialistas que quieren imponer un nuevo orden mundial, que ciertamente será un yugo muy duro, pero que requerirá heroísmo y resistencia si es preciso hasta dar la propia vida.
Por eso mismo debemos estar fuertes mentalmente y afrontar esta difícil etapa para la humanidad con optimismo. Los creyentes tenemos que aferrarnos a la fe, a la esperanza y a la caridad. Todo ello de forma responsable y con la debida prudencia sobrenatural y equilibrio a nivel humano.
A mí particularmente (como supongo que a prácticamente todo el mundo) me agobia mucho este confinamiento, esta privación de libertad con la incertidumbre de no saber cuando va acabar la pesadilla. Cuando hablo con la gente solo veo pesimismo. Muchos dicen que el confinamiento no acabará hasta julio, otros que no se volverá a la normalidad hasta finales del verano… otros que habrá un nuevo brote y será peor.
¿Todo el mundo es científico y profeta de calamidades?
Me resisto a aceptar como dogma las previsiones más pesimistas y quiero ir contra corriente afrontando esta crisis con la esperanza de que acabe cuanto antes. Por supuesto que contemplo el peor escenario posible, pero me resisto a llegar a él.
Consciente de la realidad del problema, como digo, prefiero afrontar las próximas semanas con la esperanza de que los datos mejoren. De hecho para mí es muy positivo que ayer se haya reducido el número de muertos en España o mejor dicho, que no haya aumentado. ¿Es que está prohibido esperanzarse con estos datos? Sin ser sospechoso de defender un ápice a este gobierno y su nefasta gestión quiero creer que realmente estamos ya en el famoso pico de la curva. De hecho en muchas regiones se está pasando el pico. ¿Por qué nadie da un solo titular positivo o lleno de esperanza?
También confío en que esta interrupción de la actividad no esencial (aunque llega tarde) sea eficaz y los datos vayan mejorando cada día. También es muy positivo el aumento de los pacientes dados de alta. Bien es cierto que ya se anuncia la saturación y colapso de las Unidades de Cuidados Intensivos en las próximas semanas, pero hay que seguir luchando para afrontar esta delicada coyuntura con la máxima eficacia posible.
Caballero del Pilar
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