sábado, 14 de marzo de 2020

LA CURA SEGURA PARA LA CORONAFOBIA

Hay dos espectáculos que están teniendo lugar: el coronavirus y el temor del coronavirus, que podría llamarse coronafobia. En este punto, este último es el más destructivo.

Por John Horvat II

El coronavirus domina las noticias del mundo, levantando una histeria pocas veces vista en los tiempos modernos. Mientras que el virus todavía tiene que mostrar toda su furia, la reacción a la misma está en un frenesí.

La gente está aterrorizada por el virus ya que los introduce a un mundo desconocido. Se trata de una enfermedad misteriosa de una tierra lejana y totalitaria. Desconfían de todos los datos que salen de China. La naturaleza altamente contagiosa e impredecible del virus se suma al miedo generalizado, el bombardeo de los medios y las imágenes que multiplican el impacto de la enfermedad en cada avance sensacionalista.

Por lo tanto, la coronafobia se está librando en todo el mundo. Se han ralentizado las economías, están cayendo los precios de las acciones en billones de dólares, se detuvieron los servicios religiosos y las ciudades están paralizadas. Vemos como los líderes mundiales se ponen a prueba para cumplir con el grave desafío de este contagio.


Una amenaza real

Por supuesto, el coronavirus presenta riesgos reales y medidas razonables deben ser tomadas. Las personas con sistemas inmunes débiles son especialmente vulnerables. Las principales víctimas suelen ser personas débiles con condiciones pre-existentes.

Sin embargo, dos factores hacen que esta amenaza sea diferente y más aterradora que otros virus que se se llevan miles de vidas al año. La primera es que puede ocurrir rápidamente y de forma indiscriminada. La segunda es que no existen vacunas contra ella.


Las causas del miedo

A nadie le gusta tener que decirlo, pero lo que desencadena la coronafobia es el miedo a la muerte que persigue a la mente moderna. Cada persona ve en el coronavirus su posible muerte. Este miedo paranoico hace que se demanden y se empleen todos los medios posibles contra esta amenaza remota, incluso aunque parezcan excesivos. Este drama desesperado crea condiciones en las que habrá incluso que renunciar a derechos y libertades para evitar contraer el virus.

La coronafobia es causada por una sociedad en la que el disfrute de la vida es el valor supremo. Es por eso que todo el poder de la clase médica debe movilizarse con tanta pasión. Todo debe hacerse para prolongar la vida de los que todavía disfrutan de la vida y tienen poca idea sobre el más allá.

Sin embargo, no todas las vidas se valoran por igual en la cultura hedonista de hoy. La misma clase médica que se apresura para salvar víctimas del coronavirus extingue miles de vidas todos los días a través del aborto y la eutanasia, para que otros puedan liberarse de responsabilidades y “disfrutar” de la vida.


Vivir en la negación

La coronafobia explica por qué hay tanto bombardeo mediático en torno al tema. En una cultura que adora el placer, los virus que amenazan la vida, abruman y aplastan la psique de los que no están acostumbrados a pensar en la muerte y el sufrimiento. La gente busca alguna manera de escapar de esta realidad desagradable.

Para evitar cualquier pensamiento profundo sobre el virus, la gente se rodea con el ruido y la agitación, con la esperanza de que el estruendo podría asustar a la basura. Para encontrar soluciones rápidas para el problema, que exigen medidas urgentes en voz alta, incluso si van en contra del sentido común. En su impotencia, se llenan de resentimiento e ira y culpan a otros por su desgracia.


La Cura para Coronafobia

Hay una cura para la coronafobia. Se trata de afrontar la realidad con toda objetividad. La gente no debe reaccionar de forma exagerada ni tampoco minimizar los peligros. Deben enfrentar el virus con calma, sentido común y con la utilización de los medios estándares con los cuales se combaten los casos de gripe fuertes.

La coronafobia sólo puede ser superada por los que se atreven a pensar más allá de los placeres de la vida. Las tragedias invitan a la gente a reflexionar sobre la mortalidad humana y la contingencia. En el interior del silencio de la reflexión, la gente encuentra el significado y el propósito de sus sufrimientos. Encuentran el valor para actuar con eficacia y para abarcar la realidad que no se puede negar.

Por encima de todo, la gente debe confiar en Dios y su Providencia. Las limitaciones de una sociedad puramente secular se hacen patentes cuando las tragedias de este tipo golpean. A lo largo de la historia, cuando las personas se enfrentaron con la tribulación, los fieles han recurrido a Dios y han encontrado consuelo y ayuda. Es por eso que la Iglesia siempre ha jugado un papel tan importante en tiempos de calamidad. En lugar de prohibir los servicios de la Iglesia, las autoridades deberían alentar a la Iglesia a tener más servicios religiosos. Esta confianza es la única cura segura para la coronafobia devastadora que hace estragos en el mundo.


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