Aunque san José nunca dijo una sola palabra en las Escrituras, su silencioso ejemplo de fidelidad, obediencia y cuidado para con la Sagrada Familia durante los años de formación de Jesús hizo de él uno de los santos más queridos del cristianismo.
Por Philip Kosloski
Se estima que la devoción al padre adoptivo de Jesús comenzó entre los siglos III y IV. Pero, según el libro de oración Pietá, hay una oración a san José que data del año 50:
“Esta oración fue encontrada en el año 50 de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En 1505, fue enviada por el Papa al emperador Carlos, cuando él estaba yendo a la batalla [de Lepanto]. Quien lea esta oración, la escuche o la guarde consigo nunca morirá de muerte repentina ni se ahogará, ni le afectará el veneno o caerá en las manos del enemigo, ni será quemado en cualquier fuego o derrotado en la batalla. Reza esta oración durante nueve mañanas por cualquier intención. Ella es conocida por no fallar nunca”.
Aquí está la oración que “es conocida por no haber fallado nunca, que ofrece el pedido para el beneficio espiritual para quien está rezando o para la persona por la que se está rezando”:
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi!
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi!
Amén.
Recuerda: Dios siempre atiende nuestras oraciones. Pero nosotros no siempre esperamos las respuestas que recibimos.
Recuerda: Dios siempre atiende nuestras oraciones. Pero nosotros no siempre esperamos las respuestas que recibimos.
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