Por Pedro L. Llera
¡Belén! La ciudad donde según las Escrituras nació Jesús, en lengua hebrea, significa «casa del pan». Allí, pues, debía nacer el Mesías, que más tarde diría de sí mismo: «Yo soy el pan de vida».
En Belén nació Aquél que, bajo el signo del pan partido, dejaría el memorial de la Pascua. Por esto, la adoración del Niño Jesús, en esta Noche Santa, se convierte en adoración eucarística.
Homilía de Juan Pablo II en la Nochebuena de 2004
¡Feliz Navidad!
Hago mía la oración de San Ignacio:
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento,
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis,
A Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro,
disponed todo a vuestra voluntad;
dadme vuestro amor y gracia,
que con ésta me basta.
Ahora toca silencio y oración.
Dios les bendiga
Santiago de Gobiendes
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