martes, 17 de septiembre de 2019

EL ADOCTRINAMIENTO DE NETFLIX

Que Netflix forma parte de la agenda globalista, nadie lo pone en duda; que hace uso de su calidad artística y tecnológica para promoverla, tampoco. Hoy traemos como ejemplo de ello una de las últimas series que ha estrenado con notable éxito: Cristal oscuro. La era de la resistencia.

Por el Pater JM


En efecto, si sois cinefilos, recordaréis que, hace más de treinta años, llegó a nuestras pantallas Cristal oscuro. Esta cinta se ha convertido en un film de culto por ser la primera de la historia en ser protagonizada íntegramente por marionetas. En su momento, fue presentada como un largometraje infantil, pero como su argumento era bastante adulto, también encandiló sobremanera a este sector. Es verdad que la cinta daba pie a muchas otras historias basadas en ella, y que se han ido escribiendo a lo largo de los años mediante novelas, cómics e incluso videojuegos. No es extraño, pues, que ahora que nos encontramos en la era de la televisión, se decida presentar una serie.

Hasta aquí, todo bien, pero claro: no nos acordamos de que estamos hablando de Netflix. No es la primera vez que esta cadena se somete a los dictados de la corrección política, ni incluso la primera vez que los promueve (recordemos otra de sus series actuales de éxito, Stranger Things, donde aparece una pareja homosexual sin venir a cuento). Pero llama mucho la atención que lo haga en orden a una supuesta normalización… aunque nosotros sepamos que se trata de lo que siempre ha sido conocido como «adoctrinamiento».

En un episodio concreto, una de las protagonistas afirma que tiene dos padres. En español, esta expresión no tiene ningún inconveniente (pese a que los sectores feministas nos digan lo contrario). Pero si recurrimos al inglés, descubrimos que no se trata de una expresión inocente: así es, pues dicha protagonista asevera que tiene two fathers en lugar de two parents, que sería más correcto. Esto podría se una mera anécdota, pero recordemos que estamos hablando de una producción de Netflix, por lo que tiene que dejar claro que son dos padres varones y no el genérico de parents, es decir, padre y madre. Para ello, nos muestra en una escena a los citados progenitores: uno de ellos con rasgos masculinos y otro con facciones ligeramente femeninas. Por supuesto, y para que sea evidente que se trata de una pareja homosexual, la hija saluda al de facciones femeninas, al que no duda en llamar abiertamente «papá».


Como no podía ser de otra manera, muchas páginas webs y foros gays han aplaudido esta resolución, porque afirman que se normaliza una situación que todavía es rechazada por la sociedad homófoba en la que vivimos. Sin embargo, lejos de normalizar, “anormaliza” esta situación, porque además se trata de la única familia estable de todo el relato: todas las demás familias son monoparentales o disfuncionales… menos esta. Vemos, pues, que, pretendiendo hacer que una situación sea normal, se convierte en una alteridad, algo que puede confundir grandemente a los niños: ¿la única familia «normal» son la de los dos padres varones? El cine infantil sirve muchas veces de referencia a los más pequeños, así que no tenemos ninguna duda de que el propósito de este giro (innecesario) en el guion era precisamente ese.

Otro tema que también está muy presente en la serie es el “heteropatriarcado”. Así es, y es que, a pesar de que la mayor parte de los protagonistas sean mujeres y de que se presente una sociedad matriarcal, ninguna fémina es propiamente mala, sino que está condicionada por el influjo del hombre. Ciertamente, hay una mujer que se vuelve mala por un tiempo… hasta que descubre que todo ha sido un ardid de los «hombres malos». Lo mismo podemos decir de varias escenas o chistes que procuran incidir en esta diferencia de sexos: por ejemplo, mientras que un mago varón cobra por usar su arte, su discípula no; hay paladines y «paladinas» por aquello de la igualdad, etcétera.

Por desgracia, la serie está francamente bien, incluso mejor que la película, porque está rodada con una trepidación sorprendente y hasta muestra unos valores clásicos (excepto los citados) acerca del bien, la amistad, el amor, etcétera. Pero ya sabemos que el mal siempre hace uso de esas añagazas para seducir al bien y alterarlo conforme a sus propósitos. ¿Quién nos iba a decir, pues, que el título de la serie encerraba una (involuntaria) profecía? La era de la resistencia es la nuestra, que luchamos para mantener íntegras nuestras convicciones en un mundo que nos asedia constantemente con sus trucos.


InfoVaticana



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