Nuestra Señora de Loreto es una devoción mariana que surgió a partir del relato del milagroso traslado de la casa en que vivió la Virgen María en Nazaret.
Casita pequeña hecha de piedras, se había convertido en una reliquia protegida por los católicos en Tierra Santa. Bajo ese techo, a fin de cuentas, “el ángel del Señor había anunciado a María y ella había concebido por obra del Espíritu Santo”. Según algunas tradiciones, también habría vivido allí la Sagrada Familia.
Aunque las investigaciones posteriores han aclarado los hechos – el sitio oficial de Loreto explica que “se confirma cada vez más la hipótesis de que las piedras de la Santa Casa se transportaron en nave a Loreto, a iniciativa de los nobles que gobernaron Epiro”, la antigua leyenda sigue inspirando la devoción a la “casita voladora de la Virgen”.
Esta es la leyenda que defienden algunos historiadores y científicos. ¿Quién tendrá razón? Veamos lo que dicen. Esto explica “La Ciencia Confirma”:
¿Hubo intervención humana?
Se habla de hipótesis de una traslación obrada por hombres. Además de carecer de cualquier documentación, éstas se revelan insostenibles desde el punto de vista científico.
Para que esas hipótesis fueran históricas habría sido necesario desmontar las piedras y los ladrillos de la casa de Nazaret para después rehacer las paredes en el lugar de llegada. La operación debería haber sido repetida en cada uno de los cambios.
Desde Palestina hasta la costa del Mar Adriático, donde la casa apareció en cinco lugares distintos, hay dos mil kilómetros de viaje terrestre y marítimo. Materialmente, el transporte habría sido imposible sin graves daños, piedras y/o señales del cambio.
Rapidez inexplicable de la traslación
Además, la brevedad – o casi – del viaje. Los datos conocidos señalan que la casa salió de Nazaret en mayo de 1291. La llegada a Tersatto (primera etapa) sucedió el 9/10 de mayo de 1291, según un registro esculpido en piedra en la época.
La Santa Casa fue retirada milagrosamente de Palestina para impedir que cayera en manos de los mahometanos.
De hecho, San Juan de Acre, la última fortaleza del Reino Latino de Jerusalén creado por las Cruzadas, empezó a ser sitiada por el sultán Khalil el 5 de abril de 1291.
Terminó cayendo en manos anti cristianas el 28 de mayo de 1291. Nazaret queda a 41 km de ese antiguo enclave cristiano. La desgracia puso fin a la hegemonía católica en Tierra Santa.
El santuario de Nazaret estaba muy relacionado a los cruzados.
La primer iglesia construida en el lugar fue arrasada en 1090 por los turcos selyúcidas que habían invadido Tierra Santa. La Santa Casa se salvó, pues quedaba en la cripta del santuario y los bárbaros islámicos fueron cegados y no se dieron cuenta.
Las atrocidades de esos turcos llevaron al bienaventurado papa Urbano II a convocar la primera cruzada. Tras la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon, un magnífico santuario fue construido sobre la cripta.
Fue visitado por san Francisco de Asís en su viaje a Tierra Santa para intentar convertir al sultán turco, en los años 1219-1220.
También por san Luis IX, que intentaba recuperar Tierra Santa, además de muchos otros santos y cruzados.
En 1263 los islámicos demolieron el santuario, pero la cripta volvió a salvarse providencialmente.
Con la caída de la última fortaleza cruzada, los días estaban contados para esa reliquia extraordinaria de la historia de la salvación.
Sin cimientos: un milagro permanente
Otro hecho extraordinario es el de su instalación en una carretera pública de Loreto.
Esa posición es humanamente imposible, según los arqueólogos y arquitectos que examinaron el subsuelo de la Santa Casa y la calle sobre la que está apoyada.
El arquitecto Giuseppe Sacconi (1854-1905), por ejemplo, constató que “la Santa Casa está apoyada en parte sobre el extremo de la calle vieja y en parte sobre un antiguo fosso”, inexistente base material para ahí erigir una casa (“Annali Santa Casa”, año 1925, nº 1).
Un elemento arqueológico relevante que habla a favor de que la casa “se posó” y no fue construida o reconstruida.
Ese elemento es un espinero que crecía a orillas de la carretera y que quedó preso y aplastado entre la casa y el suelo en el momento en que la casa descendió.
El arquitecto Federico Mannucci (1848-1935) fue encargado por el papa Benedicto XV de examinar los cimientos de la Santa Casa de Nuestra Señora, en una ocasión en que fue necesario renovar el piso tras un incendio en 1921.
Mannucci redactó un informe en 1923 donde afirma que es “absurdo pensar” que la construcción pudo haber sido transportada “con medios mecánicos” (F. Mannucci, Annali della Santa Casa, 1923, 9-11).
Mannucci escribió que “es sorprendente y extraordinario el hecho de que el predio de la Santa Casa se conservara inalterado, sin ceder lo más mínimo, y sin la menor rajadura o lesión en las paredes, a pesar de no estar apoyado sobre ningún cimiento, sobre un terreno sin ninguna consistencia, suelto y sobrecargado, aunque parcialmente, por el peso de la cúpula construida para sustituir el techo” (F. Mannucci, Annali della Santa Casa, 1932, 290).
Religioso científico explica
El sacerdote Giuseppe Santarelli OFM, director general de la Congregación de la Santa Casa de Loreto, y también historiador y arqueólogo de renombre internacional, dedicó gran parte de su vida a organizar, en colaboración con otros científicos famosos, investigaciones sobre el origen de la casa. Sus numerosas publicaciones sobre el caso han hecho historia.
Pero ¿por qué Italia y no en otro lugar? “No sabemos. Los antiguos historiadores, fieles naturalmente, dijeron que ‘por un designio providencial’, la casa de la Virgen había pasado de la tierra de Cristo a la tierra del Vicario de Cristo”. Loreto entonces formaba parte de los Estados Pontificios.
“Se realizaron investigaciones de todo tipo. Todas demostraron siempre que la narración de la historia es auténtica. Eso quiere decir que la Casa de Loreto es la misma de Nazaret”.
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