En la actualidad, se han convertido en el ejemplo perfecto de los extremos a los que puede llegar el fanatismo, el fundamentalismo y la necesidad de pertenencia
Por Juan Pablo García
Este artículo surge como resultado de una preocupante reflexión derivada del análisis acerca del papel actual y vertiginoso crecimiento y expansión de las sectas religiosas en el mundo, como quiera que su nefasta influencia ha logrado generar procesos de desestabilización significativos en la sociedad contemporánea.
El accionar y conjunto de prácticas de las organizaciones dogmáticas que se proclaman como sectas religiosas en términos de la magnitud y profundidad del control que pueden tener sobre las personas, ha tenido en términos generales nefastas repercusiones sobre las condiciones objetivas del entorno inmediato alrededor de las cuales gira el proyecto de vida de los individuos que optan por hacer parte de estas organizaciones.
En efecto, el férreo conductismo social que sus líderes ejercen en los individuos, efectúa una adscripción y sumisión total a un dirigente (comúnmente denominado pastor) que desactiva toda posibilidad de racionalidad lógica independiente, al privar a la persona de adoptar decisiones autónomas sobre el curso de acción de los asuntos más importantes en el devenir de su vida, es decir, se presenta un choque emocional, social, cultural y religioso, que instrumenta la adopción mecanicista de un conjunto de reglas y normas de comportamiento que regulan las relaciones sociales establecidas por los individuos que defienden ciegamente algo que creen que es nefasto para el buen funcionamiento de la comunidad.
Las sectas como formas de organización socio religiosa se han convertido en la actualidad en el ejemplo perfecto de los extremos a los que puede llegar el comportamiento humano, el fanatismo, el fundamentalismo y la necesidad de pertenencia, impulsan a quienes las conforman a seguir toda clase de doctrinas divorciadas de la realidad, si a ello se suma el liderazgo de una persona o conjunto de personas con un tipo de mentalidad psicopática y mesiánica, se tendrá como resultado la ruina en la vida de numerosas personas.
En una perspectiva histórica el impacto de estas organizaciones sobre la vida indica el desprecio total por el ser humano. Veamos: A finales de 1997, 39 personas que pertenecían a la secta Heaven’s Gate, se suicidaron en San Diego (California). Un total de 21 mujeres y 18 hombres se quitaron la vida para abordar la nave espacial que viajaba tras el cometa Hale-Bopp. En otras latitudes cabe recordar los 74 muertos que se presentaron en Suiza, Francia y Canadá en tres años de la Orden del Templo Solar, por otro lado el asalto del FBI a la comunidad de los Davidianos en Waco (EEUU) representó la muerte de 80 personas; en el año 1995 se presentó en el metro de Tokio los atentados criminales con gas tóxico impulsados por la secta Aoum de Shoko Asahara. Pero ninguno de estos nefastos acontecimientos superó con creces el presentado en Guyana el 18 de noviembre de 1978, donde se suicidaron colectivamente 923 personas pertenecientes a la secta El templo del Pueblo.
La mayoría de estas catástrofes tuvieron como elemento subyacente de partida, el acatamiento radical de posturas ideológicas asociadas a la estricta observancia religiosa basada en la biblia. Una biblia de la que cada organización ha realizado su propia traducción, hace su propia interpretación y es la única y principal guía religiosa, psicológica, social y cultural. Es importante observar que la mayoría de estos movimientos religiosos se basan en un concepto conservador de la sociedad teniendo como base principios estrictos y de religiosidad que condicionan y guían los modos de actuación y pensamiento de los individuos.
En consecuencia el poder de desestabilización de este tipo de organizaciones en el mundo varía en intensidad según el grado de desarrollo y consolidación que presente en los diferentes países y el ámbito específico en el que se manifiesta dicho fenómeno, veamos:
– En la dimensión de la familia se puede originar un proceso de fragmentación al separar al individuo de su nicho natural, produciéndose así una ruptura de los vínculos intrafamiliares. En América Latina, donde los grupos evangélicos de tipo pentecostal registran características particulares, respecto a los mismos movimientos en el continente europeo, se observa con bastante frecuencia que cuando un integrante de una familia adhiere a estos movimientos, pronto empieza a acusar al resto de los integrantes de estar o pertenecer al Diablo, por no abrazar la fe pentecostal, con las consecuentes rupturas familiares. Esto también se registra con grupos como los Testigos de Jehová y demás grupos paracristianos.
– En la dimensión económica se ha dado lugar a la conformación de verdaderos emporios empresariales que mediante el uso de la fe, explotan mercantilmente a las personas para lucro particular, es decir, en muchos de estos movimientos se exige a sus miembros un trabajo a destajo, hasta cumplir la cuota diaria de dinero a recaudar, estipulada por el líder. En razón de esto es frecuente ver a altas horas de la noche a jóvenes intentando vender los últimos paquetes de sahumerios que les quedan (por ejemplo: Cuarto Camino, Fundación Nahual); libros, posters o CD (por ejemplo: Hare Krishna, Niños de Dios/La Familia), para así poder retornar a la colonia u hogar del grupo.
En otros casos se les exige la entrega del patrimonio, así como la transferencia de importantes sumas de dinero para la realización de diversos cursos, los cuales al no ser pagados, generalmente se les canjea por trabajo no remunerado en diversas sedes del movimiento (v.gr.: Iglesia de la Cienciología / Asociación Dianética, Asociación El Patriarca, y diversos movimientos para el así llamado “desarrollo del potencial humano”, entre otros).
– El abuso, violencia y corrupción de menores. En ocasiones los líderes en virtud de su autoridad se aprovechan de los niños, ejecutando acciones de pedofilia contra ellos que van desde la agresión psicológica hasta el abuso sexual. En este último caso uno de los movimientos que más acusaciones ha recibido es el de Los Niños de Dios.
– En la dimensión político-administrativa y de Estado, se puede observar el poder de influencia de estas organizaciones para obtener y filtrar información económica y financiera privilegiada útil a sus propósitos, y así lograr beneficios tributarios y financieros o influenciar a las instituciones en las que se han infiltrado, para servir a los fines del movimiento. Fue famoso el caso de evasión fiscal en la que incurrió La Iglesia de la Unificación (Moon), cuyo fundador y líder principal (Sun Myung Moon) fue detenido por algunos meses.
– Adquisición fraudulenta y disposición ilegal de fondos públicos para la asistencia social y de la seguridad social. En muchas ocasiones se utilizan de forma fraudulenta campañas dirigidas a la recaudación de fondos con el pretexto de ejecutar programas psicoterapéuticos en beneficio de la recuperación o rehabilitación de personas drogodependientes, lo que tipifica el delito de captación ilegal de recursos para otros propósitos al señalado inicialmente.
– Consecución de objetivos políticos, mientras que actúan bajo una imagen de organización caritativa o religiosa y no política. El ejemplo generalmente citado es el de la Iglesia de la Unificación que, pese a presentarse como un movimiento religioso, desarrolla una amplia actividad política a través de diversos encuentros y congresos realizados por organismos, que dependen del grupo.
– En el componente educativo se presenta resistencia de ciertas organizaciones religiosas a cumplir con la obligación legal de impartir educación. La mayoría de los movimientos que entre sus prácticas se encuentra la de vivir en comunidad, no cumplen con esta obligatoriedad (por ejemplo: Hare Krishna, Niños de Dios/La Familia, Fundación Nahual, Casa de Judá, Las Doce Tribus, etc).
– Reclutamiento de estudiantes universitarios a través de la violación de su intimidad y/o problemas, a menudo seguido del desbaratamiento de sus planes de estudios o sus objetivos. Grupos como la Iglesia de la Unificación, Hare Krishna, Niños de Dios/La Familia, El Movimiento, y El Camino Internacional, es habitual verlos en las puertas o alrededores de universidades abordando a los estudiantes en sus tareas proselitistas.
– Malversación intencionada de la fe religiosa. Con el objeto de ganar la ayuda de religiones ya establecidas, ciertas sectas presentan una imagen engañosa de los objetivos, creencias y prácticas o, mediante la infiltración en grupos religiosos ya establecidos, con el fin de reclutar miembros para el movimiento:
Esta es una práctica muy recomendada por el líder de los Niños de Dios/La Familia, a través de una carta titulada “Invadan las Iglesias”. De esta manera y ocultando sus verdaderos objetivos, han tomado contacto con grupos evangélicos y católicos, recibiendo ayuda de estos.
También es frecuente que el grupo El Camino Internacional ofrezca cursillos bíblicos en parroquias católicas, con el sólo fin de efectuar tareas proselitistas.
Las 2 Orillas
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