El embajador retirado del Vaticano en Washington escribió una carta bomba el pasado verano pidiendo al Papa Francisco que renunciara por haber tolerado a un conocido abusador sexual. Cuando se publicó esa carta, Viganò apagó su teléfono, le dijo a sus amigos que estaría desaparecido y dejó que la iglesia resolviera las consecuencias.
Nueve meses después, luego de su primera entrevista, Viganò se sigue negando a revelar su ubicación o decir algo sobre su exilio autoimpuesto. Pero sus comentarios indican que, incluso escondido, mantiene su papel como el crítico más feroz de la era de Francisco, actuando como un rebelde honorable o, como lo ven sus críticos, como un guerrero ideológico que ataca a un papa que no le gusta.
En su exilio, Viganò respondió por correo electrónico a The Washington Post las respuestas a casi 40 preguntas que le efectuaron. En su crítica a Francisco, dijo que "es inmensamente triste que el papa mienta descaradamente a todo el mundo para encubrir sus malas acciones".
El Vaticano ha dado poca respuesta oficial a Viganò. Un funcionario de comunicaciones declinó hacer comentarios para esta historia. Pero Francisco el mes pasado habló por primera vez sobre la carta de Viganò. El papa dijo que no sabía "nada, obviamente nada" sobre la conducta indebida del ex cardenal Theodore McCarrick y que "no podía recordar si había sido advertido personalmente sobre McCarrick por Viganò en 2013". Viganò afirmó haberle dicho a Francisco que McCarrick había "corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes".
"¿Cómo podría alguien, especialmente un papa, olvidar esto?", Escribió Viganò a The Post.
Complicit Clergy
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