viernes, 28 de junio de 2019

HERÉTICO Y APÓSTATA. EL CARDENAL BRANDMÜLLER EXCOMULGA AL SÍNODO PARA LA AMAZONIA


Quien hoy acusa al documento Instrumentum Laboris del Sínodo Amazonico de herejía y apostasía es el cardenal alemán Walter Brandmüller y lo ha hecho a través de un documento llamado “J’accuse” (Yo acuso).

Por Sandro Magister

Desde que se hizo público el 17 de junio, el documento base – o «Instrumentum Laboris» – del sínodo para la Amazonia ha suscitado muchas críticas, por la anomalía de su planteamiento y de sus propuestas respecto a todos los sínodos que lo han precedido.

Pero hoy hay más. Quien acusa al documento de herejía y apostasía es un cardenal, el alemán Walter Brandmüller, de 90 años, historiador insigne de la Iglesia, presidente del Comité Pontificio de Ciencias Históricas de 1998 a 2009 y coautor, en 2016, de las célebres “dubia” sobre la recta interpretación y aplicación de “Amoris laetitia” a los que el papa Francisco siempre se ha negado a responder.

A continuación su “J’accuse”, publicado hoy contemporáneamente en diversos idiomas.


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Una crítica al «Instrumentum Laboris» del Sínodo para la Amazonia



de Walter Brandmüller


Introducción

Realmente causa asombro que, en oposición a las asambleas anteriores, esta vez el sínodo de los obispos trate exclusivamente de una región de la tierra cuya población es la mitad de la población de Ciudad de Méjico, es decir, cuatro millones. Esto también levanta sospechas sobre las verdaderas intenciones, que se quieren poner en marcha de manera subrepticia. Pero lo que tenemos que preguntarnos, sobre todo, es cuáles son los conceptos de religión, de cristianismo y de la Iglesia que son la base del «Instrumentum Laboris» recientemente publicado. Examinaremos todo esto con la ayuda de elementos individuales extraídos del texto.


¿Por qué un sínodo sobre este región?

Para empezar debemos preguntarnos por qué un sínodo de los obispos tiene que tratar temas que, como mucho, tienen que ver con los Evangelios y la Iglesia sólo de manera marginal, como es ahora el caso con las ¾ partes del «Instrumentum Laboris». Obviamente, este sínodo de los obispos también está llevando a cabo una intrusión agresiva en los asuntos puramente mundanos del Estado y la sociedad de Brasil. Deberíamos preguntarnos: ¿qué tienen que ver la ecología, la economía y la política con el mandato y la misión de la Iglesia?

Y sobre todo, ¿qué experiencia profesional autoriza a un sínodo eclesial de los obispos a hacer declaraciones en estos ámbitos?

Si de verdad el sínodo de los obispos va a dar este paso, estaría sobrepasando los límites y sería una presunción clerical, que las autoridades estatales deberían, con motivo, rechazar.


Sobre las religiones naturales y la inculturación


Hay que tener presente otro elemento que se encuentra en todo el «Instrumentum Laboris», a saber: la valoración muy positiva que se hace de las religiones naturales, incluyendo las prácticas de sanación indígenas y similares; sí, incluso las prácticas y formas de culto mítico-religiosas. Se habla incluso del diálogo con los espíritus en el contexto de una llamada a la armonía con la naturaleza (n. 75).

No es sólo el ideal del «buen salvaje» tal como lo presentaron Rousseau y la Ilustración el que se está comparando con el decadente hombre europeo. Esta línea de pensamiento va más allá, hasta llegar al siglo XX, cuando culmina en una idolatría panteísta de la naturaleza. Hermann Claudius (1913) creó el himno del movimiento obrero socialista: «Cuando caminamos uno al lado del otro», una estrofa del cual dice lo siguiente: «El verde de los abedules y el verde de las semillas, que la anciana Madre Tierra siembra a manos llenas, con un gesto de súplica para que el hombre sea suyo…». Es llamativo que este texto fuera incluido más tarde en el libro de cantos de la juventud hitleriana, probablemente porque correspondía al mito de «la sangre y la tierra» del nacionalsocialismo. La proximidad ideológica es asombrosa. Este rechazo anti-racional a la cultura «occidental» que resalta la importancia de la razón es típico del «Instrumentum Laboris», que habla, respectivamente, de la «Madre Tierra» en el n. 44 y del «grito de dolor de la tierra y de los pobres» en el n. 101.

En consecuencia, el territorio -es decir, la junglas de la región amazónica- es incluso declarado “locus theologicus”, una fuente especial de la Divina Revelación. En él habría lugares epifánicos en los que se manifiestan las reservas de vida y de sabiduría para el planeta, que hablan de Dios (n. 19). Además, la consiguiente regresión del Logos al Mythos es elevada a criterio de lo que el «Instrumentum Laboris» llama la inculturación de la Iglesia. El resultado es una religión natural disfrazada de cristianismo.

La noción de inculturación es, aquí, literalmente pervertida, puesto que significa lo contrario de lo que la Comisión Teológica Internacional presentó en 1988, y de lo que había enseñado anteriormente el decreto “Ad Gentes” del Concilio Vaticano II sobre la actividad misionera de la Iglesia.


Sobre la abolición del celibato y la introducción del sacerdocio femenino

Es imposible esconder que este «sínodo» quiere implementar sobre todo los dos proyectos más deseados y que hasta ahora no han sido nunca puestos en marcha, a saber: la abolición del celibato y la introducción del sacerdocio femenino, empezando por las diaconisas. En cualquier caso, se trata de tener «en cuenta el papel central que hoy desempeñan las mujeres en la Iglesia amazónica» (n. 129a3). Y se trata también de «abrir nuevos espacios para recrear ministerios adecuados a este momento histórico. Es el momento de escuchar la voz de la Amazonía…» (n. 43).

Pero aquí se omite el hecho de que no está en poder de la Iglesia administrar el sacramento del orden a las mujeres, tal como también declaró Juan Pablo II con la mayor autoridad magisterial. De hecho, en dos mil años la Iglesia nunca ha administrado el sacramento del orden a una mujer. La petición, que se opone de manera directa a este hecho, demuestra que la palabra «Iglesia» es utilizada exclusivamente como término sociológico por los autores del «Instrumentum Laboris», negando implícitamente el carácter sacramental-jerárquico de la Iglesia.


Sobre la negación del carácter sacramental-jerárquico de la Iglesia

De manera similar -aunque expresado de pasada-, el n. 127 contiene un ataque directo a la constitución jerárquico-sacramental de la Iglesia cuando se pregunta si no sería oportuno «reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden». Desde una visión tan equivocada deriva, en el n. 129, la llamada a la creación de nuevos ministerios que correspondan a las necesidades de los pueblos amazónicos.

Sin embargo, es en el ámbito de la liturgia, del culto, en el que la ideología de una inculturación falsamente comprendida encuentra su expresión de una manera especialmente llamativa. Aquí, algunas formas de las religiones naturales son asumidas positivamente. El «Instrumentum Laboris» no se echa atrás a la hora de pedir que «el pueblo pobre y sencillo» pueda expresar «su (!) fe a través de imágenes, símbolos, tradiciones, ritos y demás sacramentales» (!!) (n. 126e).

Esto, ciertamente, no corresponde a los preceptos de la Constitución “Sacrosanctum Concilium”, como tampoco a los del Decreto “Ad Gentes” sobre la actividad misionera de la Iglesia, y demuestra una comprensión meramente horizontal de la liturgia.


Conclusión


Summa summarum: el «Instrumentum Laboris» carga al Sínodo de los Obispos y, en última instancia, al papa, con una seria violación del “Depositum fidei”, lo que significa, en consecuencia, la autodestrucción de la Iglesia o el cambio del “Corpus Christi mysticum”, convertido en una ONG secular con una tarea ecológica-social-psicológica.

Obviamente, después de estas observaciones se plantean preguntas: ¿se puede deducir, sobre todo en lo que respecta a la estructura sacramental-jerárquica de la Iglesia, una ruptura decisiva con la Tradición Apostólica en cuanto constitutiva para la Iglesia? ¿O los autores tienen, más bien, una idea del desarrollo de la doctrina que es sostenida teológicamente con el fin de justificar susodicha ruptura?

Este parece ser claramente el caso. Estamos asistiendo a una nueva forma del Modernismo clásico de principios del siglo XX. En esa época se empezaba con un enfoque decididamente evolutivo y después se defendía la idea que, en el curso del continuo desarrollo del hombre a grados más altos, deben encontrarse en consecuencia también niveles más elevados de conciencia y de cultura, por lo que puede resultar que lo que era falso ayer puede ser verdadero hoy. Esta dinámica evolutiva se aplica también a la religión, es decir, a la conciencia religiosa con sus manifestaciones en la doctrina, el culto y, obviamente, también en la moral.

Aquí, por lo tanto, se presupone una comprensión del desarrollo del dogma que está en clara oposición a la comprensión católica genuina, que comprende el desarrollo del dogma y de la Iglesia no como un cambio, sino más bien como un desarrollo orgánico de un tema que permanece fiel a su propia identidad.

Esto es lo que los Concilios Vaticanos I y II nos enseñan con sus Constituciones “Dei Filius”, “Lumen Gentium” y “Dei Verbum”.

Hay que afirmar con determinación que el «Instrumentum Laboris» contradice la enseñanza vinculante de la Iglesia en puntos decisivos y que, por consiguiente, debe ser considerado herético. En la medida en que incluso la Divina Revelación es puesta en duda, o malinterpretada, se debe también hablar de apostasía.

Esto está aún más justificado a la luz del hecho de que el «Instrumentum Laboris» utiliza una noción meramente inmanentista de la religión, y considera la religión como el resultado y la forma de expresión de la experiencia espiritual personal del hombre. El uso de palabras y nociones cristianas no puede ocultar que estas son utilizadas sólo como palabras vacías, a pesar de su significado original.

El «Instrumentum Laboris» para el Sínodo de la Amazonia constituye un ataque a los fundamentos de la fe de una manera impensable hasta ahora, por lo que debe ser rechazado con la máxima firmeza.


El Blog de Sandro Magister


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