Por Juan Carlos Grisolia
El hombre no satisface las exigencias de su naturaleza netamente sociable, mediante un agrupamiento singular en un medio masivo, sino a través de su inserción en las sociedades básicas o células de la comunidad, expresadas éstas en la sociedad conyugal, la familia y los diversos cuerpos naturales a los que el hombre se incorpora con la finalidad de garantizar la efectiva vigencia del principio de subsidiaridad.
Este, en tanto la Persona Humana rescata para sí la titularidad de los derechos, en los que se sustentan las “acciones o responsabilidades que suplen o robustecen a otra principal” (D.R.A.E.), que han sido delegadas en organismos estatales, en diversas medidas, variables conforme las circunstancias, pero nunca enajenadas.-
Así, se ejerce el control de las acciones de gobierno, ordenándolas para que constituyan un aporte a la consecución del bien común.-
No debe olvidarse que el poder es una facultad exclusiva de la Persona Humana, la que debe definirse como substancia individual de la naturaleza racional (Boeccio). Y es personal por cuanto tal como Santo Tomás expresaba: “En toda multitud mejor impone el orden uno que muchos, ya que uno es de suyo causa de unidad, y muchos no causan la unidad más que accidentalmente, esto es, en cuanto que de algún modo son uno” (Summa Teológica. I q. 11.a 3). Así entonces, este poder -que es la facultad de la Persona Humana que le habilita para transformar y encausar la realidad- en tanto se ejerce sobre los demás, en el seno de la sociedad, constituye la autoridad.-
El Dr. Carlos A. Sacheri, en su obra “El Orden Natural”, respecto de este principio fundamental a la relación entre el hombre y la sociedad que integra, ha escrito: “Cuando una sociedad niega en los hechos la vigencia de este principio dando pie a un intervencionismo abusivo por parte del propio Estado y/o de los sectores más poderosos, los grupos más pequeños y las personas que lo constituyen se ven menoscabados en su capacidad de iniciativa, en su competencia y en su responsabilidad personal. La negación de la subsidiaridad anula prácticamente la condición de ser responsable que posee todo hombre, por cuanto al cercenar su iniciativa, su inventiva, etc., lo trata como si fuera un elemento pasivo que no tiene otra capacidad que la de recibir órdenes o las dádivas (y no derechos) que el grupo superior le otorgue” (Ob. cit. pág. 163).-
Quitar la responsabilidad –la que sin embargo se le exige para responder por los actos que arbitrariamente determine el Estado dominante– es privar a la Persona Humana de su libertad, lo que conlleva a la negación de la misma. Este es, en síntesis, el perverso proceso en el que la sociedad argentina se encuentra inmersa.-
Es por ello fundamental recordar la esencia de la vida del hombre en el seno de la comunidad. Ella se encuentra en lo que podría analogarse a un tejido, compuesto por las sociedades primarias, los cuerpos intermedios y los órganos del Estado, entendiendo a éste como la organización jurídica de la Nación.-
El concepto de Nación proviene de “natus”, es decir del “nacido”. Es el hombre, el destinatario de todas las acciones que en la comunidad deben llevarse a cabo, por cuanto ellas se ordenan a permitir al mismo el debido tránsito hacia su fin. Por ello, las instituciones creadas por el ordenamiento jurídico, no deben encontrar la razón de sus funciones en la preservación de su propia existencia -en el servicio a sí mismas- sino en asegurar la recíproca perfección, “del hombre por la comunidad y de la comunidad por el hombre”.-
Aquellas, en los límites que marca el interés de la Persona Humana –definido en las regulaciones de la Ley Natural- y, por tanto, reconociendo y respetando el origen de los derechos y de sus acciones consecuentes, obrarán siempre en subsidio.-
Los órganos de gobierno están al servicio del hombre, que es la Persona Humana a la que deben reconocer y brindarse como el destinatario exclusivo de toda decisión y acción.-
Sin embargo, quienes ocupan los estamentos de gobierno, tienden a expandir el ejercicio de sus facultades. Así, invaden, en forma progresiva, los espacios propios asignados a la Persona Humana y, para evitar las reacciones que tal tipo de agresión provoca, avanzan en el proceso de vaciamiento de la condición que define aquella, instalando la ignorancia, y ella se concreta a través de los obstáculos que le impiden al hombre conocer, forzándolo por medio de la masificación mediática, a brindar consentimiento a formulaciones por las que se hace realidad lo que se ha dado en llamar el “trasbordo ideológico inadvertido”. El hombre pasa a ser un simple receptor que ha enajenado su capacidad de intelección, entregando su voluntad a dictados extraños a su persona.- Es la moderna forma que ha adoptado la esclavitud.-
¿Cómo es posible llevar a cabo estas operaciones?
Y la voluntad que vende, nada tiene que ver con la acción del intelecto, necesaria para integrar su acto libre, por cuanto los contenidos inteligibles le son brindados por el que manda y esclaviza, que es el que paga. Porque la voluntad sola, sin la dirección del acto de conocimiento que explicita la esencia, no prefiere, sino que obedece, por lo que su libertad ha desaparecido. Ni siquiera puede alegarse la licencia, que es el resultado del acto propio, pero que ha equivocado u optado en forma deficiente, por lo que conspira contra la perfección.-
La indiferencia y el desapego de la fidelidad, impuestas al ser humano, como una condición de su servidumbre, persigue, en definitiva, la afirmación del desdén, que significa para quien domina las calidades de la Persona Humana -fundamentalmente su libertad, que es el motor, la fuerza, que puede señalar lo arbitrario y resistir la prepotencia- la negación de aquella.-
El hombre así sometido, solo debe ser receptor de las formulaciones dogmáticas de quienes se han instalado –para desgracia de la Nación- en el gobierno de su cuerpo político. De las potencias de su alma –intelecto, voluntad y memoria- las dos primeras han sido anuladas, supliéndolas los contenidos dogmáticos de los formularios mediáticos. La última, ni siquiera es necesaria, pues el hombre objeto solo debe recordar lo indispensable para cumplir o difundir el mensaje que se le impone. La memoria debidamente ejercida, es un peligro para el que domina, pues pondría en acto sus potencias intelectivas, y con ello podría advertir las contradicciones y los engaños de las sucesivas proclamas.-
Con el hombre reducido a objeto se torna imposible la formación de sociedad alguna, especialmente, las primarias, esto es la sociedad conyugal, la paterna, en la que se genera la familia y los diversos cuerpos intermedios. El Estado se alza así para oprimir al ser humano, pues éste, ni singularmente, ni integrado a un cuerpo social no gubernamental, puede oponerse a sus dictados. Tan así que, quienes se autoarrogan el manejo exclusivo de la cultura, sometida ésta a la arbitrariedad que surge de la propia subjetividad, que en estos tiempos soporta nuestra Nación, niegan impunemente las condiciones de la persona humana. Fundamentalmente su libertad y por el desprecio de las potencias del alma en la que se sustenta la verdadera vida, reconoce vigencia esencial a lo que es meramente formal, y responde al ejercicio de los poderes legislativo y judicial, ninguno de los cuales puede alterar la ley natural, cualquiera sea la regla positiva que dicten. El hombre, persona humana, considerado de tal modo, no es sino una pieza inerme de un tablero de juego que, como cosa, mueven a su voluntad.-
La destrucción de los cuerpos que conforman la superestructura de la sociedad
Para que este daño sea posible se hace necesario generar contradictorios, de allí que, por ejemplo, la mujer es enfrentada al varón, negándose la posibilidad de todo proceso natural de integración. Éste es el que origina los cuerpos intermedios, entre los que está la familia. El tejido social es atacado en el entramado celular que conforman sus instituciones naturales.-
Debo resaltar que ante el fracaso, en la práctica, de esta concepción marxista dispuesta para concretarse en la infraestructura de la sociedad, y por tanto, en el estamento donde se ubica la actividad económica, Antonio Gramsci ideó el método por el que focaliza el ámbito donde debe desarrollarse el proceso revolucionario, y que es en la superestructura, nivel en el que se encuentran los cuerpos que se definen en la familia, las organizaciones sociales diversas, la actividad cultural, el desarrollo de las ciencias particulares y de la filosofía en los centros educativos y de formación, etc..-
Aquí el sujeto es el hombre, por lo que técnicamente Gramsci retoma la concepción de Feuerbach atacando la intelectualidad, esto es, destruyendo el carácter objetivo del conocimiento y con ello, el orden definido por las esencias, las que permiten ser predicadas en las diversas sustancias.-
Por la indicada razón, la función del intelecto queda distorsionada, desapareciendo el carácter objetivo del conocimiento y con ello, el orden definido por la ley natural.-
La socióloga alemana Gabriele Kuby, autora del libro “La Revolución Sexual Global”, ha sido entrevistada por el periodista Benjamín Vail, en ocasión de su visita a la República Checa.-
En el resumen que la mencionada escritora practica de las tesis sostenidas en su libro, puede destacarse las claves del nuevo proceso dialéctico destinado al aniquilamiento de la libertad en nombre de la libertad.-
Existe en el proceso dialéctico en curso la negación del orden natural.-
La señalada escritora afirma que en la sociedad actual se constata “un ataque medular contra la dignidad del ser humano y la sociedad en su conjunto, ya que si una sociedad abandona su moralidad en general –especialmente en el área de la sexualidad- cae en la anarquía, en el caos y esto puede dar lugar a un nuevo régimen totalitario liderado por el Estado”.-
“Gender”, es un vocablo que expresa la nueva ideología feminista, que alterando el concepto de “género” instala el de “sexo social”, que nada tiene que ver con el “sexo biológico”.-
Tal como ya he sostenido en trabajos anteriores, se niega la naturaleza, y por tanto, la ley que la rige, que designamos como ley natural. Este movimiento afirma que “el sexo es una construcción social, que puede ser diferente del sexo biológico y que de hecho, no tiene porqué ser idéntico al sexo biológico”.-
La funcionalidad de la unión de los dos sexos diversos existentes, se ordena no solo a la procreación sino a la ratificación de nuestra identidad y, consecuentemente, de nuestra dignidad.-
He leído que se ha mencionado, intentando justificar la “identidad de género” y por tanto la elección del sexo, la expresión “sexo asignado por la autoridad administrativa pública”, lo que además de constituir un acto para el que no se encuentra capacitada persona alguna (no aportándole poder de ningún tipo su condición de funcionario, siendo imposible que la ley y los reglamentos le otorgue facultades que le permita modificar la ley natural), debe ser calificado de irracional. Y ello en tanto niega cualquier diferencia natural entre el hombre y la mujer, y por ello, las características psicológicas, sociales y sexuales, asociadas a la condición masculina y femenina, las que en definitiva, sin importar las evidencias biológicas, que los ideólogos reducen a pura construcción cultural. Todo lo que conlleva al ridículo, vocablo que conceptualmente define todo aquello que por “su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa” (DRAE), y además aquello que expone “a la burla o al menosprecio de las gentes” (DRAE 5ª acepción).-
Es el caso en el que las ideologías se manifiestan como el resultado de meras abstracciones caprichosas. Tal como lo precisa el Dr. Genta, “…La verdad y real objetividad exigirá que el pensamiento vuelva a concretar esa forma inteligible en su substracto material, a través de la imagen sensible, en tanto la inteligencia racional está ligada con la sensibilidad receptiva”.-
Las ideologías, entonces, no pueden enfrentar lo evidente, por eso quien intenta imponerlas lo hace a través de un dominio arbitrario y perverso, instalando como dogma un dato que carece de las condiciones esenciales para ser tal.-
Afirma la socióloga Kuby, que “la heterosexualidad es la condición natural de la existencia humana, y más del 97% de la población de esta tierra es heterosexual y tiene un rechazo instintivo a la homosexualidad”, por lo que quienes la predican se ven obligados a apelar a la llamada “educación sexual integral” intentando un medio de corrupción del ser humano desde su infancia.-
Finalmente la Dra. Kuby, señala la existencia de una “revolución sexual global”, cuyo objetivo es “la destrucción de la base social, la familia. La destrucción de la familia desarraiga a cada ser humano. Nos convertimos en seres humanos atomizados que se pueden manipular para hacer cualquier cosa”.
Todo lo cual permite afirmar lo que sería el lema de este movimiento en la proposición “vive tu impulso sexual como quieras”. Ello implica “alterar la noción de lo que significa ser humano. Es la rebelión más profunda contra las condiciones de nuestra existencia humana que se pueda imaginar. Hace que la gente enferme, sin raíces, sin saber quiénes son”.-
El término “homofobia” fue creado por el psicoanalista norteamericano de apellido Wienberg en la década del 70. “La teoría de Weinberg es que cualquiera que está en contra de la homosexualidad rechaza sus propias inclinaciones homosexuales inherentes, y esta es la razón de su homofobia”. Por ello es que quienes nos oponemos a la homosexualidad tenemos un “miedo neurótico”. En definitiva, quienes vivimos en el orden natural estaríamos atrapados en la condición patológica que nos llevaría a consultar, no a cualquier Psiquiatra, sino a un “freudiano”, o sea, introducirnos en el psicoanálisis y con ello en la concepción de la neurosis previa, que le es necesaria a este método para aplicar su tratamiento.-
Por lo demás, y tal como lo sostiene el Dr. Víktor Frankl, en su obra “La Presencia Ignorada de Dios. Psicoterapia y Religión”, pág. 16, el psicoanálisis, que se exhibe como un presunto método terapéutico “…destruye la persona humana, que es unitario-totalitaria, para finalmente verse enfrentado a la tarea de tenerla que reconstruir de nuevo a partir de piezas mal ajustadas. Esto se aprecia con toda claridad en esa teoría psicoanalítica según el cual el yo es concebido como un montaje o compuesto de los ‘impulsos del yo’ ”.-
Agregando este autor, quien desarrollara la teoría llamada “Logoterapia”, y fuera así nombrada “por considerarla como una ‘psicoterapia a partir de lo espiritual’ y un complemento necesario a la psicoterapia tradicional… (introduciendo) en la práctica médica el concepto de lo espiritual como un campo de actividad esencialmente distinto… (surgiendo) … la necesidad de englobar lo espiritual dentro también del inconsciente, lo que precisamente llamamos el inconsciente espiritual” (Ob. cit. Pág. 21). Lo que importa es desechar la concepción de Freud que “solo vio en el inconsciente la impulsividad inconsciente, para él, el inconsciente era ante todo, un almacén de impulsividad reprimida” (Ob. cit. Pág. 22).-
Abunda el Dr. Frankl, en la obra citada, que “Ahora podemos comprender como el psicoanálisis ha llegado a cosificar o, más exactamente, a ‘elloificar’ –y consiguientemente también a ‘desyoificar’- al ser humano” (Ob. cit. Pág. 24).-
La crítica fundada por el Dr. Frankl, y supra expuesta, no ha sido recepcionada por el método del psicoanálisis, el que ha permanecido en sus términos, tal como lo planteara Freud.-
Ello hace necesario que considere prudente recurrir a un texto de singular importancia conceptual, relacionado al psicoanálisis, en la que el Dr. Frankl señala: “Efectivamente, del mismo modo que existe una comprensión o inteligencia precientífica del ser y, previa todavía a esta última, una inteligencia prelógica, hay también una inteligencia premoral de los valores, asimismo fundamentalmente previa a toda moral explícita: Precisamente la conciencia… Dado, pues, que lo que nos descubre la conciencia es algo que está por hacerse real, que ha de realizarse previamente, surge en seguida la cuestión de cómo se hará real sino es de alguna manera anticipado espiritualmente. Ahora bien, este anticiparse, esta anticipación espiritual, se da en lo que llamamos intuición: La anticipación espiritual ocurre en un acto de ‘visión’. Así pues, la conciencia se revela como una función esencialmente intuitiva” (Ob. cit. Págs. 33/34).-
Del texto precedentemente transcripto surgen conceptos que permiten remarcar que la cosa material, que Freud considera sometida a impulsividad inconsciente, por tanto carece de actividad intelectual y por ello no tiene posibilidades de dirigir la voluntad hacia un objetivo, por cuanto, precisamente, la intuición es irreflexiva.-
El Dr. Collin, en su obra “Manual de Filosofía Tomista”, Tomo II, Pág. 186/187, señala que “los datos de la conciencia moral (se obtienen) mediante la reflexión de la conciencia, corroborada por el testimonio ajeno, donde encontramos hechos morales. …Así, la conciencia moral –que no es otra cosa que la razón- …se distingue de la conciencia psicológica en que: a) Es legisladora (por cuanto nos notifica la ley de Dios) y juez, y no solo testigo de nuestros actos; b) Nos dice lo que debemos hacer, y no solo lo que sucede en nosotros; c) Estima nuestros actos conforme a un ideal determinado, no contentándose con reunirlos alrededor de un yo único… Nuestros actos deliberados tienen todos, sin duda, un motivo que nos ha movido, sino determinado por sí mismo… a ejecutarlos, y que explica porqué los hemos ejecutado”.-
En cambio Freud hace radicar la regla moral en la inmanencia del sujeto, impidiendo la objetividad de la norma, y con ello relativizándola, haciendo imposible su aplicación a todos los hombres, en los términos que le son comunes. Esta comprobación y la negación de la moral definida como “ciencia natural que fija las reglas reales de los actos humanos en cuanto son humanos”, implican lo mismo. Y ello así, por cuanto en lo sustancial “la Moral, es la ciencia que dirige nuestros actos humanos hacia nuestro último fin de hombres, según el orden de la razón (la única capaz de ver la proporción de medios a fin que puede existir entre nuestros actos y nuestro fin último)”. Lo que nos posibilita ubicarnos en el camino de la trascendencia.-
De modo tal que es imposible, en el método psicoanalítico, considerar recompuesta la persona humana como la define Boeccio, esto es, “sustancia individual de la naturaleza racional”, lo que implica la unidad sustancial conveniente de cuerpo y espíritu y con ello del mecanismo del conocimiento, capaz, a través del alma intelectiva, de la contemplación, que es inmaterial y opera pasivamente como pensamiento de cosas y activamente como productor de ellas, es decir, “con capacidad para actualizar las esencias del mundo real” (Juan Carlos Grisolía. “La Persona Humana”. Pág. 21).-
Finalmente, es aleccionador citar al Dr. Richard Cohen, quien en su obra “Comprender y sanar la homosexualidad” sostiene que tal dolencia proviene de una condición basada en emociones no debidamente ordenadas, por diversas razones, entre las que se encuentran experiencias que han provocado heridas que han quedado sin resolver, como así también necesidades afectivas insatisfechas. Proceso psicopatológico que es posible tratar debidamente en orden a la recomposición del elemento afectivo alterado.-
Agrega el Dr. Cohen, que por ello “etiquetar a las personas con términos como gay, lesbianas, bisexual o transexual no solo es falso, sino que carece de un adecuado entendimiento de la situación. Nacemos hombre o mujer y nacemos sexuales con todo el potencial para desarrollar heterosexualidad u homosexualidad de acuerdo a muchos factores. Aquellos que experimentan atracción por los del mismo sexo están simplemente atrapados en las etapas tempranas de desarrollo psicosexual. Cuando resuelvan cuestiones pasadas y logren satisfacer necesidades afectivas insatisfechas en relaciones saludables, no sexuales, desarrollarán naturalmente deseos hacia el sexo opuesto”.-
Además, el distinguido Psicoterapeuta, negó la existencia del llamado “gen gay”, cuyo mentor, el Dr. Dean Hamer, confesó que esto era falso, no existiendo, por lo demás, certificación científica alguna de la existencia de tal gen. “No se aporta evidencia que pruebe que la sección señalada del cromosoma tenga relación directa con la sexualidad” (Conf. Revista Familia y Vida. Nº 36. Págs. 9 y 15).-
Por último, el Dr. Cohen sintetiza sus investigaciones con las siguientes afirmaciones: “Yo salí de la homosexualidad. Viví una vida homosexual. Comprendo esta condición perfectamente. He estado casado durante 30 años. Muchos me han preguntado: ‘¿Querría a su hijo si fuera homosexual?’, mi respuesta es siempre la misma: ‘Por supuesto que sí, esto nunca sucedería porque yo conozco las causas de porqué una persona experimente atracción hacia el mismo sexo’. ¡Y sí, mis tres hijos son todos heterosexuales!. Mis hijos son hombres de carácter pero también sensibles. Nuestra hija es femenina y fuerte a la vez. Como psicoterapeuta, he ayudado a cientos de hombres y mujeres con AMS (atracción por los del mismo sexo) involuntario, a lograr su potencial y su sueño. El homosexual como tercera categoría de persona, como el hombre o la mujer, no existe. Son solo personas que experimentan atracción hacia el mismo sexo y tienen conductas homosexuales por diferentes razones” (Conf. Revista citada. Págs. 18 y 19). Patologías todas que en modo alguno deben ser elevadas a la condición de hábitos perfectivos, sino sometidas al tratamiento y la curación respectiva.-
Conclusiones
En el contexto de la perversa operación descripta por la Dra. Kuby, no debe extrañar el menosprecio con el que se considera la persona humana y su vida. La sociedad argentina tiene que tomar conciencia de que ya se han establecido los fundamentos legales positivos -es decir se han dictado las leyes- que permiten asesinar a los niños, por el solo hecho de vivir en el seno materno, a los discapacitados, por conculcar la estética del mundo de las apariencias y a los ancianos, por constituir cargas no productivas en esta comunidad donde dominan los crueles.
Asimismo, se han instalado estos procedimientos dialécticos destinados a destruir la familia y con ello, los cuerpos naturales básicos que conforman la sociedad. Todo con afectación de la condición de la persona humana, cuya dignidad, que es su valor por sí misma y en sí misma, se niega y hasta se rechaza activamente, en tanto existe una clara repulsa a la aceptación de las leyes de la naturaleza, que se encuentra obligada a respetar y que no puede manipular a su antojo sin padecer graves consecuencias.-
Se trata de un ataque esencial a la sociedad argentina misma, en las personas que la componen. Éstas, adormecidas por las modernas técnicas de la psicología de masas y, además, por el miedo, parecen soportarlo todo. El “dogma gay” se ha instalado para impedir el pensamiento, y con ello, atenazar la libertad. Todo acto de discernimiento, es considerado discriminador, con lo que el hombre pierde su capacidad de pensar y con ella de conocer la realidad.-
Pero el hombre es criatura de Dios, y por tanto hecho a su imagen y semejanza, y con el destino eterno asegurado por Cristo Resucitado. No hay poder en el mundo que pueda considerar que ha posado sus garras sobre el espíritu de la Persona Humana y por sobre su naturaleza, por todo el tiempo. Si esta tiene la garantía de la resurrección del cuerpo, cómo no ha de tenerla respecto de la perfección de su alma.-
Se bastardea la condición humana, pretendiendo degenerar su naturaleza, y por ello apartándola de su origen, intentando manchar la pureza que le promete su destino.-
El Dr. Sacheri me brinda las palabras para culminar este ensayo: "El acatamiento, la fidelidad a las exigencias del orden natural, en definitiva son formas de acatamiento a Dios y de aceptación de su Voluntad. Acatamiento que perfecciona el individuo y lo libera de servidumbres" (Ob. cit. del Prólogo).-
Ver también, “La persona humana sometida a la acción deletérea de las ideologías”. Obra del suscripto, publicada del 22 de Octubre de 2016.-
En origen, en la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, a los 17 días del mes de Abril de 2007. Han transcurrido diez años, y lejos de toda superación, en orden a la perfección- la sociedad argentina se encuentra sometida a un nivel de corrupción, que se define en el ataque frontal a los principios fundamentales de la ley natural. Se ignoran las esencias. Más aún, se las somete a la burla, porque quienes persiguen la disolución social, saben que de la adecuada aprehensión de las mismas, contenidas en la ley natural, surge la verdad, que es la savia vital que derrotará a la muerte, a la que, hoy, parece irremisiblemente condenado todos aquellos que integramos la Nación. Corregido y aumentado en 7 de Marzo de 2017.---
El concepto de Nación proviene de “natus”, es decir del “nacido”. Es el hombre, el destinatario de todas las acciones que en la comunidad deben llevarse a cabo, por cuanto ellas se ordenan a permitir al mismo el debido tránsito hacia su fin. Por ello, las instituciones creadas por el ordenamiento jurídico, no deben encontrar la razón de sus funciones en la preservación de su propia existencia -en el servicio a sí mismas- sino en asegurar la recíproca perfección, “del hombre por la comunidad y de la comunidad por el hombre”.-
Aquellas, en los límites que marca el interés de la Persona Humana –definido en las regulaciones de la Ley Natural- y, por tanto, reconociendo y respetando el origen de los derechos y de sus acciones consecuentes, obrarán siempre en subsidio.-
Los órganos de gobierno están al servicio del hombre, que es la Persona Humana a la que deben reconocer y brindarse como el destinatario exclusivo de toda decisión y acción.-
Sin embargo, quienes ocupan los estamentos de gobierno, tienden a expandir el ejercicio de sus facultades. Así, invaden, en forma progresiva, los espacios propios asignados a la Persona Humana y, para evitar las reacciones que tal tipo de agresión provoca, avanzan en el proceso de vaciamiento de la condición que define aquella, instalando la ignorancia, y ella se concreta a través de los obstáculos que le impiden al hombre conocer, forzándolo por medio de la masificación mediática, a brindar consentimiento a formulaciones por las que se hace realidad lo que se ha dado en llamar el “trasbordo ideológico inadvertido”. El hombre pasa a ser un simple receptor que ha enajenado su capacidad de intelección, entregando su voluntad a dictados extraños a su persona.- Es la moderna forma que ha adoptado la esclavitud.-
¿Cómo es posible llevar a cabo estas operaciones?
Consideraciones doctrinarias.
Es necesario recordar que el hombre, Persona Humana, y por tanto unión substancial conveniente de cuerpo y espíritu, constituye un verdadero “microcosmos”, ……es decir, un pequeño mundo, que “excede en valor con mucho a todo el inmenso mundo inanimado” (Pio XI. Divinis Redemptoris).-
El hombre adquiere plenamente su autoconciencia, en la relación con su prójimo.-
Esto le exige un conocimiento profundo de su propia realidad. Es el reclamo de su naturaleza, para incrementar su condición de persona en el marco definido por los requerimientos de su perfección relativa, lo que se expresa en el principio que reza “el obrar sigue al ser”.-
Esa aprehensión, es un acto primario de fidelidad. El hombre, entonces, debe ser fiel a sí mismo. Esto implica su reconocimiento como tal y, a partir del mismo, el de su prójimo.
Ello marca el camino y la conducta con la que debe transitarlo.-
Y esto se constata, pues cada persona, para sí, es evidente. Su espíritu, por el que el cuerpo vive, brinda das vollständig Traumbild, la visión completa, que no requiere demostración. Y, ello mismo, se proyecta a la aprehensión de su prójimo.-
El conocimiento de los sujetos en toda relación, es fundamental para que esta exista y prospere en orden a sus fines.-
La sociedad exige cantidad de sujetos – Personas Humanas- múltiples pero únicos e irrepetibles en sus respectivas calidades singulares. En esta diversidad se encuentra la riqueza de la perfección y el factor unitivo de la comunidad.-
La fidelidad a sí mismo, cuyos contenidos –que mediante una extensión del concepto- han sido explicitados, hace posible la fidelidad a nuestro prójimo.-
El Dr. Alberto Caturelli, expresa: “En efecto, cuando hablamos de ‘conciencia de si’, de ‘autoconciencia’, de ‘descubrimiento del yo’, podemos utilizar esas expresiones en dos planos distintos: la presencia del acto de ser a la inteligencia supone la realidad del yo al que jamás podría aislar de los fenómenos, de los actos del intelecto; sin embargo, digo el ser es; puedo, después, decir también yo soy” (“Dos, una sola Carne”, pág. 86).-
El vocablo fidelidad, expresa la esencia de la conducta que el diccionario de la lengua define como:
“Lealtad: observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. (D.R.A.E.).-
Con este presupuesto es posible abordar el traslado de mi persona hacia la del prójimo en orden a relacionarme con el mismo. El Dr. Caturelli agrega: “La comunicación consigo mismo, plantea espontáneamente el problema de la comunicación con los demás. Las palabras ‘los demás’ que utiliza el lenguaje común, indica preferentemente, a los ‘otros’ sujetos como yo…… Por tanto, se trata, ante todo, de cómo lo que yo soy (y cada uno de nosotros) puede comunicarse con la subjetividad del otro sujeto como yo” (Ob. cit. pág. 91).-
Quién asume como condición de su vida, la fidelidad, es el que “guarda fe o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él” (D.R.A.E.).-
El concepto de fe, es el que se corresponde con la confianza, el buen concepto. En éste se deben remarcar la autoridad de quién manifiesta el objeto del crédito – credere – o su fama pública.-
Es la llamada fe humana que Antonio Royo Marín define como: “el asentimiento o aceptación de un testimonio por la autoridad del que lo da. Si el que da este testimonio es un hombre y lo creemos por la confianza que nos merece en cuanto tal persona…” (“Teología Moral para Seglares”. Tomo I pág. 267.-).-
La confianza, en tanto, es “la esperanza firme que se tiene de alguien o algo”. (D.R.A.E.).-
Y la espera es sobre bases objetivas. No se trata sino de comprobar en el prójimo el ejercicio de las virtudes, actividad que constituye un dato objetivo. Dato, por lo demás, respecto del cual ya he adelantado, en otro trabajo, su necesario carácter docente respecto de los diversos hábitos operativos.-
Sólo quién practica la fidelidad es capaz de vivir en las virtudes. El infiel, el que traiciona, no encuentra en su espíritu el reclamo de tales hábitos. Y, ello así, por cuanto ha perdido las exigencias de la perfección, que es, en definitiva, la imperiosa necesidad de gozar el bien, que es el ser.-
Dice Jean Guitton: “La fidelidad es la base de las virtudes, porque la virtud es la fidelidad a la ley del bien……” Es el imperativo metafísico que responde a la condición humana.-
Y agrega el gran filósofo francés: “Para ser virtud, la fidelidad elegirá pues sus valores, entre los cuales pondremos el amor-caridad, el don de sí mismo, la nobleza de carácter y, naturalmente, la lealtad” (“Sabiduría cotidiana”. Pags. 86/87).-
En el orden natural, se sustenta la calidad de la persona de mi prójimo, porque, como mi persona, la suya se asienta en las leyes que expresan aquella unidad que surge de la armónica disposición de las cosas. Puedo entonces esperar, prever. Tengo datos objetivos que me permiten efectuar las previsiones del obrar con normalidad.-
Y ello, en modo alguno implica negar o condicionar la libertad de mi prójimo, porque ésta le conduce – en el camino marcado por las virtudes – hacia la elección del bien.-
Aún en el pecado el hombre es previsible, porque aquel consiste en la negación del bien, y el enunciado del mal significa, sencillamente, la privación de ser. Y por éste se afirma la bondad o el bien propio de la condición humana. Sin la visión del bien, no puede comprobarse la existencia del mal.-
La fidelidad, entonces, e insistiendo, es el camino por el que se desplaza el vínculo que me une a mi prójimo en la confianza, en la fe que pongo en él, por razón de su condición de Persona Humana.
Porque “mi prójimo –como yo mismo- tiene conciencia de sí en tanto su intelecto co-extensivamente a su acto de conocer, puede retornar a sí mismo por un ‘retorno completo’. Así conoce su propio acto de existir”. (Alberto Caturelli. Ob. cit. pág. 91).-
Es el ser que piensa para aplicar el resultado de su actividad intelectiva, y las esencias que por la misma aprehende, a direccionar la voluntad hacia el bien que es el que le concede su perfección individual relativa.-
Jean Guitton ha escrito: “Comprendida así, la virtud de fidelidad, sometida a la ley moral, que para el creyente es “divina”, para el librepensador “natural” es la base de la cultura, de la civilización, en una palabra, del hombre. Es un combate permanente” (Ob. cit pag. 88.-).-
V. Jankelevitch, citado por J. Guittón, ha dicho: “Sin fidelidad tendríamos solamente virtudes de protozoarios. La fidelidad hace del relámpago una claridad, de la chispa una luz” (ob. cit pag. 86.).-
El concepto de fidelidad incluye el de lealtad. Este vocablo es definido por el diccionario de la lengua como: “El cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”; en tanto que leal dice de quien “guarda a alguien o algo la debida fidelidad”.-
De esto se concluye que el honor solo es posible, sobre el presupuesto del ejercicio de la lealtad en el cumplimiento de las exigencias propias de la fidelidad.-
Porque el reconocimiento de la Persona Humana, y de las calidades que la definen en lo esencial, necesariamente obliga a reconocer y considerar los hábitos operativos que permiten la existencia de los vínculos necesarios entre las personas para hacer posible la sociedad, y en ella fijar con claridad las acciones que conduzcan al logro del bien común, único presupuesto que asegura el fin último natural, ordenado a la sobrenaturalidad del destino trascendente de la Persona Humana.-
A pesar de que hoy todo parece estar reducido a la exaltación de lo accidental, con total prescindencia de las esencias –que definen la cosa- y a la que aquello sirve solo como marco formal establecido en orden a la custodia del ser de que se trate; es posible todavía predicar el honor.-
Dice Antonio Royo Marín que: “Se entiende por honor el testimonio de la excelencia de alguien…. El honor es una testificación de la excelencia ajena……. El honor se exhibe al presente”. (Ob. cit. pág. 754).-
Santo Tomás ha escrito: “El honor es el premio de cualquier virtud (2-2, 129,4c ad. 1. Summa Teológica) y también: “El honor es el testimonio de la excelencia que hay en un hombre, especialmente por su virtud” (Idem. 1-2,2; 2-2,2,5,1 ad. 2) y agregado: “El honor es el mayor bien entre los bienes externos” (Idem, 1-2,2,2 ad 1).-
Por fin, el diccionario de la lengua define el vocablo honor como: “Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo”.-
El honor presupone la excelencia. Ello implica la correcta consideración de la Persona Humana. Por eso el diccionario de la lengua, al definir el término “excelencia” dice: “Superior calidad o bondad que constituye y hace digna de singular aprecio y estimación en su género una cosa”. Es entonces el concepto que expresa la esencia de la dignidad humana.-
Los hombres de honor constituyen la riqueza de la sociedad, y por eso he escrito “El honor de los hijos, trasciende a la Nación a la que pertenecen”. Por ello, ignorarlo, implica negar toda una concepción de vida, verdadera además, y optar por sobrevivir en el marco engañoso de los sentidos, trocando la condición de personas por la simple animalidad. Implica aún algo más grave, negar el reconocimiento del amor del prójimo, la paternidad, la historia. Significa ponerse al margen de la sociedad, en un acto de ostracismo voluntario, en definitiva, significa traicionar, por cuanto se ha quebrado la fidelidad y la lealtad, que son amalgama de toda sociedad humana, que solo es posible formada por verdaderos hombres. Valga la reflexión: “El honor sólo es reconocido por hombres de honor” (Juan Carlos Grisolía. “Operación Dignidad”).-
El desprecio de la fidelidad
Significa desestimar la condición personal y con ella la “comunicación consigo” para hacer dificultosa sino imposible “la comunicación contigo”.-
La Persona Humana que ha dejado de ser tal al arrebatársele su facultad de pensar, es simple objeto del manejo interesado y crematístico que le imponen los ocupantes de los estamentos de gobierno.-
Se ha instalado en nuestra tierra, la certeza de que todo hombre vende su voluntad cuando se le ofrece la cantidad de monedas que su necesidad le dicta.-
Es necesario recordar que el hombre, Persona Humana, y por tanto unión substancial conveniente de cuerpo y espíritu, constituye un verdadero “microcosmos”, ……es decir, un pequeño mundo, que “excede en valor con mucho a todo el inmenso mundo inanimado” (Pio XI. Divinis Redemptoris).-
El hombre adquiere plenamente su autoconciencia, en la relación con su prójimo.-
Esto le exige un conocimiento profundo de su propia realidad. Es el reclamo de su naturaleza, para incrementar su condición de persona en el marco definido por los requerimientos de su perfección relativa, lo que se expresa en el principio que reza “el obrar sigue al ser”.-
Esa aprehensión, es un acto primario de fidelidad. El hombre, entonces, debe ser fiel a sí mismo. Esto implica su reconocimiento como tal y, a partir del mismo, el de su prójimo.
Ello marca el camino y la conducta con la que debe transitarlo.-
Y esto se constata, pues cada persona, para sí, es evidente. Su espíritu, por el que el cuerpo vive, brinda das vollständig Traumbild, la visión completa, que no requiere demostración. Y, ello mismo, se proyecta a la aprehensión de su prójimo.-
El conocimiento de los sujetos en toda relación, es fundamental para que esta exista y prospere en orden a sus fines.-
La sociedad exige cantidad de sujetos – Personas Humanas- múltiples pero únicos e irrepetibles en sus respectivas calidades singulares. En esta diversidad se encuentra la riqueza de la perfección y el factor unitivo de la comunidad.-
La fidelidad a sí mismo, cuyos contenidos –que mediante una extensión del concepto- han sido explicitados, hace posible la fidelidad a nuestro prójimo.-
El Dr. Alberto Caturelli, expresa: “En efecto, cuando hablamos de ‘conciencia de si’, de ‘autoconciencia’, de ‘descubrimiento del yo’, podemos utilizar esas expresiones en dos planos distintos: la presencia del acto de ser a la inteligencia supone la realidad del yo al que jamás podría aislar de los fenómenos, de los actos del intelecto; sin embargo, digo el ser es; puedo, después, decir también yo soy” (“Dos, una sola Carne”, pág. 86).-
El vocablo fidelidad, expresa la esencia de la conducta que el diccionario de la lengua define como:
“Lealtad: observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. (D.R.A.E.).-
Con este presupuesto es posible abordar el traslado de mi persona hacia la del prójimo en orden a relacionarme con el mismo. El Dr. Caturelli agrega: “La comunicación consigo mismo, plantea espontáneamente el problema de la comunicación con los demás. Las palabras ‘los demás’ que utiliza el lenguaje común, indica preferentemente, a los ‘otros’ sujetos como yo…… Por tanto, se trata, ante todo, de cómo lo que yo soy (y cada uno de nosotros) puede comunicarse con la subjetividad del otro sujeto como yo” (Ob. cit. pág. 91).-
Quién asume como condición de su vida, la fidelidad, es el que “guarda fe o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él” (D.R.A.E.).-
Es la llamada fe humana que Antonio Royo Marín define como: “el asentimiento o aceptación de un testimonio por la autoridad del que lo da. Si el que da este testimonio es un hombre y lo creemos por la confianza que nos merece en cuanto tal persona…” (“Teología Moral para Seglares”. Tomo I pág. 267.-).-
La confianza, en tanto, es “la esperanza firme que se tiene de alguien o algo”. (D.R.A.E.).-
Y la espera es sobre bases objetivas. No se trata sino de comprobar en el prójimo el ejercicio de las virtudes, actividad que constituye un dato objetivo. Dato, por lo demás, respecto del cual ya he adelantado, en otro trabajo, su necesario carácter docente respecto de los diversos hábitos operativos.-
Sólo quién practica la fidelidad es capaz de vivir en las virtudes. El infiel, el que traiciona, no encuentra en su espíritu el reclamo de tales hábitos. Y, ello así, por cuanto ha perdido las exigencias de la perfección, que es, en definitiva, la imperiosa necesidad de gozar el bien, que es el ser.-
Dice Jean Guitton: “La fidelidad es la base de las virtudes, porque la virtud es la fidelidad a la ley del bien……” Es el imperativo metafísico que responde a la condición humana.-
Y agrega el gran filósofo francés: “Para ser virtud, la fidelidad elegirá pues sus valores, entre los cuales pondremos el amor-caridad, el don de sí mismo, la nobleza de carácter y, naturalmente, la lealtad” (“Sabiduría cotidiana”. Pags. 86/87).-
En el orden natural, se sustenta la calidad de la persona de mi prójimo, porque, como mi persona, la suya se asienta en las leyes que expresan aquella unidad que surge de la armónica disposición de las cosas. Puedo entonces esperar, prever. Tengo datos objetivos que me permiten efectuar las previsiones del obrar con normalidad.-
Y ello, en modo alguno implica negar o condicionar la libertad de mi prójimo, porque ésta le conduce – en el camino marcado por las virtudes – hacia la elección del bien.-
Aún en el pecado el hombre es previsible, porque aquel consiste en la negación del bien, y el enunciado del mal significa, sencillamente, la privación de ser. Y por éste se afirma la bondad o el bien propio de la condición humana. Sin la visión del bien, no puede comprobarse la existencia del mal.-
La fidelidad, entonces, e insistiendo, es el camino por el que se desplaza el vínculo que me une a mi prójimo en la confianza, en la fe que pongo en él, por razón de su condición de Persona Humana.
Porque “mi prójimo –como yo mismo- tiene conciencia de sí en tanto su intelecto co-extensivamente a su acto de conocer, puede retornar a sí mismo por un ‘retorno completo’. Así conoce su propio acto de existir”. (Alberto Caturelli. Ob. cit. pág. 91).-
Es el ser que piensa para aplicar el resultado de su actividad intelectiva, y las esencias que por la misma aprehende, a direccionar la voluntad hacia el bien que es el que le concede su perfección individual relativa.-
Jean Guitton ha escrito: “Comprendida así, la virtud de fidelidad, sometida a la ley moral, que para el creyente es “divina”, para el librepensador “natural” es la base de la cultura, de la civilización, en una palabra, del hombre. Es un combate permanente” (Ob. cit pag. 88.-).-
V. Jankelevitch, citado por J. Guittón, ha dicho: “Sin fidelidad tendríamos solamente virtudes de protozoarios. La fidelidad hace del relámpago una claridad, de la chispa una luz” (ob. cit pag. 86.).-
El concepto de fidelidad incluye el de lealtad. Este vocablo es definido por el diccionario de la lengua como: “El cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”; en tanto que leal dice de quien “guarda a alguien o algo la debida fidelidad”.-
De esto se concluye que el honor solo es posible, sobre el presupuesto del ejercicio de la lealtad en el cumplimiento de las exigencias propias de la fidelidad.-
Porque el reconocimiento de la Persona Humana, y de las calidades que la definen en lo esencial, necesariamente obliga a reconocer y considerar los hábitos operativos que permiten la existencia de los vínculos necesarios entre las personas para hacer posible la sociedad, y en ella fijar con claridad las acciones que conduzcan al logro del bien común, único presupuesto que asegura el fin último natural, ordenado a la sobrenaturalidad del destino trascendente de la Persona Humana.-
A pesar de que hoy todo parece estar reducido a la exaltación de lo accidental, con total prescindencia de las esencias –que definen la cosa- y a la que aquello sirve solo como marco formal establecido en orden a la custodia del ser de que se trate; es posible todavía predicar el honor.-
Dice Antonio Royo Marín que: “Se entiende por honor el testimonio de la excelencia de alguien…. El honor es una testificación de la excelencia ajena……. El honor se exhibe al presente”. (Ob. cit. pág. 754).-
Santo Tomás ha escrito: “El honor es el premio de cualquier virtud (2-2, 129,4c ad. 1. Summa Teológica) y también: “El honor es el testimonio de la excelencia que hay en un hombre, especialmente por su virtud” (Idem. 1-2,2; 2-2,2,5,1 ad. 2) y agregado: “El honor es el mayor bien entre los bienes externos” (Idem, 1-2,2,2 ad 1).-
Por fin, el diccionario de la lengua define el vocablo honor como: “Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo”.-
El honor presupone la excelencia. Ello implica la correcta consideración de la Persona Humana. Por eso el diccionario de la lengua, al definir el término “excelencia” dice: “Superior calidad o bondad que constituye y hace digna de singular aprecio y estimación en su género una cosa”. Es entonces el concepto que expresa la esencia de la dignidad humana.-
Los hombres de honor constituyen la riqueza de la sociedad, y por eso he escrito “El honor de los hijos, trasciende a la Nación a la que pertenecen”. Por ello, ignorarlo, implica negar toda una concepción de vida, verdadera además, y optar por sobrevivir en el marco engañoso de los sentidos, trocando la condición de personas por la simple animalidad. Implica aún algo más grave, negar el reconocimiento del amor del prójimo, la paternidad, la historia. Significa ponerse al margen de la sociedad, en un acto de ostracismo voluntario, en definitiva, significa traicionar, por cuanto se ha quebrado la fidelidad y la lealtad, que son amalgama de toda sociedad humana, que solo es posible formada por verdaderos hombres. Valga la reflexión: “El honor sólo es reconocido por hombres de honor” (Juan Carlos Grisolía. “Operación Dignidad”).-
El desprecio de la fidelidad
Significa desestimar la condición personal y con ella la “comunicación consigo” para hacer dificultosa sino imposible “la comunicación contigo”.-
La Persona Humana que ha dejado de ser tal al arrebatársele su facultad de pensar, es simple objeto del manejo interesado y crematístico que le imponen los ocupantes de los estamentos de gobierno.-
Se ha instalado en nuestra tierra, la certeza de que todo hombre vende su voluntad cuando se le ofrece la cantidad de monedas que su necesidad le dicta.-
La indiferencia y el desapego de la fidelidad, impuestas al ser humano, como una condición de su servidumbre, persigue, en definitiva, la afirmación del desdén, que significa para quien domina las calidades de la Persona Humana -fundamentalmente su libertad, que es el motor, la fuerza, que puede señalar lo arbitrario y resistir la prepotencia- la negación de aquella.-
El hombre así sometido, solo debe ser receptor de las formulaciones dogmáticas de quienes se han instalado –para desgracia de la Nación- en el gobierno de su cuerpo político. De las potencias de su alma –intelecto, voluntad y memoria- las dos primeras han sido anuladas, supliéndolas los contenidos dogmáticos de los formularios mediáticos. La última, ni siquiera es necesaria, pues el hombre objeto solo debe recordar lo indispensable para cumplir o difundir el mensaje que se le impone. La memoria debidamente ejercida, es un peligro para el que domina, pues pondría en acto sus potencias intelectivas, y con ello podría advertir las contradicciones y los engaños de las sucesivas proclamas.-
Con el hombre reducido a objeto se torna imposible la formación de sociedad alguna, especialmente, las primarias, esto es la sociedad conyugal, la paterna, en la que se genera la familia y los diversos cuerpos intermedios. El Estado se alza así para oprimir al ser humano, pues éste, ni singularmente, ni integrado a un cuerpo social no gubernamental, puede oponerse a sus dictados. Tan así que, quienes se autoarrogan el manejo exclusivo de la cultura, sometida ésta a la arbitrariedad que surge de la propia subjetividad, que en estos tiempos soporta nuestra Nación, niegan impunemente las condiciones de la persona humana. Fundamentalmente su libertad y por el desprecio de las potencias del alma en la que se sustenta la verdadera vida, reconoce vigencia esencial a lo que es meramente formal, y responde al ejercicio de los poderes legislativo y judicial, ninguno de los cuales puede alterar la ley natural, cualquiera sea la regla positiva que dicten. El hombre, persona humana, considerado de tal modo, no es sino una pieza inerme de un tablero de juego que, como cosa, mueven a su voluntad.-
La destrucción de los cuerpos que conforman la superestructura de la sociedad
Para que este daño sea posible se hace necesario generar contradictorios, de allí que, por ejemplo, la mujer es enfrentada al varón, negándose la posibilidad de todo proceso natural de integración. Éste es el que origina los cuerpos intermedios, entre los que está la familia. El tejido social es atacado en el entramado celular que conforman sus instituciones naturales.-
Debo resaltar que ante el fracaso, en la práctica, de esta concepción marxista dispuesta para concretarse en la infraestructura de la sociedad, y por tanto, en el estamento donde se ubica la actividad económica, Antonio Gramsci ideó el método por el que focaliza el ámbito donde debe desarrollarse el proceso revolucionario, y que es en la superestructura, nivel en el que se encuentran los cuerpos que se definen en la familia, las organizaciones sociales diversas, la actividad cultural, el desarrollo de las ciencias particulares y de la filosofía en los centros educativos y de formación, etc..-
Aquí el sujeto es el hombre, por lo que técnicamente Gramsci retoma la concepción de Feuerbach atacando la intelectualidad, esto es, destruyendo el carácter objetivo del conocimiento y con ello, el orden definido por las esencias, las que permiten ser predicadas en las diversas sustancias.-
Por la indicada razón, la función del intelecto queda distorsionada, desapareciendo el carácter objetivo del conocimiento y con ello, el orden definido por la ley natural.-
La socióloga alemana Gabriele Kuby, autora del libro “La Revolución Sexual Global”, ha sido entrevistada por el periodista Benjamín Vail, en ocasión de su visita a la República Checa.-
En el resumen que la mencionada escritora practica de las tesis sostenidas en su libro, puede destacarse las claves del nuevo proceso dialéctico destinado al aniquilamiento de la libertad en nombre de la libertad.-
Existe en el proceso dialéctico en curso la negación del orden natural.-
La señalada escritora afirma que en la sociedad actual se constata “un ataque medular contra la dignidad del ser humano y la sociedad en su conjunto, ya que si una sociedad abandona su moralidad en general –especialmente en el área de la sexualidad- cae en la anarquía, en el caos y esto puede dar lugar a un nuevo régimen totalitario liderado por el Estado”.-
Tal como ya he sostenido en trabajos anteriores, se niega la naturaleza, y por tanto, la ley que la rige, que designamos como ley natural. Este movimiento afirma que “el sexo es una construcción social, que puede ser diferente del sexo biológico y que de hecho, no tiene porqué ser idéntico al sexo biológico”.-
La funcionalidad de la unión de los dos sexos diversos existentes, se ordena no solo a la procreación sino a la ratificación de nuestra identidad y, consecuentemente, de nuestra dignidad.-
He leído que se ha mencionado, intentando justificar la “identidad de género” y por tanto la elección del sexo, la expresión “sexo asignado por la autoridad administrativa pública”, lo que además de constituir un acto para el que no se encuentra capacitada persona alguna (no aportándole poder de ningún tipo su condición de funcionario, siendo imposible que la ley y los reglamentos le otorgue facultades que le permita modificar la ley natural), debe ser calificado de irracional. Y ello en tanto niega cualquier diferencia natural entre el hombre y la mujer, y por ello, las características psicológicas, sociales y sexuales, asociadas a la condición masculina y femenina, las que en definitiva, sin importar las evidencias biológicas, que los ideólogos reducen a pura construcción cultural. Todo lo que conlleva al ridículo, vocablo que conceptualmente define todo aquello que por “su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa” (DRAE), y además aquello que expone “a la burla o al menosprecio de las gentes” (DRAE 5ª acepción).-
Es el caso en el que las ideologías se manifiestan como el resultado de meras abstracciones caprichosas. Tal como lo precisa el Dr. Genta, “…La verdad y real objetividad exigirá que el pensamiento vuelva a concretar esa forma inteligible en su substracto material, a través de la imagen sensible, en tanto la inteligencia racional está ligada con la sensibilidad receptiva”.-
Las ideologías, entonces, no pueden enfrentar lo evidente, por eso quien intenta imponerlas lo hace a través de un dominio arbitrario y perverso, instalando como dogma un dato que carece de las condiciones esenciales para ser tal.-
Afirma la socióloga Kuby, que “la heterosexualidad es la condición natural de la existencia humana, y más del 97% de la población de esta tierra es heterosexual y tiene un rechazo instintivo a la homosexualidad”, por lo que quienes la predican se ven obligados a apelar a la llamada “educación sexual integral” intentando un medio de corrupción del ser humano desde su infancia.-
Finalmente la Dra. Kuby, señala la existencia de una “revolución sexual global”, cuyo objetivo es “la destrucción de la base social, la familia. La destrucción de la familia desarraiga a cada ser humano. Nos convertimos en seres humanos atomizados que se pueden manipular para hacer cualquier cosa”.
Todo lo cual permite afirmar lo que sería el lema de este movimiento en la proposición “vive tu impulso sexual como quieras”. Ello implica “alterar la noción de lo que significa ser humano. Es la rebelión más profunda contra las condiciones de nuestra existencia humana que se pueda imaginar. Hace que la gente enferme, sin raíces, sin saber quiénes son”.-
El término “homofobia” fue creado por el psicoanalista norteamericano de apellido Wienberg en la década del 70. “La teoría de Weinberg es que cualquiera que está en contra de la homosexualidad rechaza sus propias inclinaciones homosexuales inherentes, y esta es la razón de su homofobia”. Por ello es que quienes nos oponemos a la homosexualidad tenemos un “miedo neurótico”. En definitiva, quienes vivimos en el orden natural estaríamos atrapados en la condición patológica que nos llevaría a consultar, no a cualquier Psiquiatra, sino a un “freudiano”, o sea, introducirnos en el psicoanálisis y con ello en la concepción de la neurosis previa, que le es necesaria a este método para aplicar su tratamiento.-
Por lo demás, y tal como lo sostiene el Dr. Víktor Frankl, en su obra “La Presencia Ignorada de Dios. Psicoterapia y Religión”, pág. 16, el psicoanálisis, que se exhibe como un presunto método terapéutico “…destruye la persona humana, que es unitario-totalitaria, para finalmente verse enfrentado a la tarea de tenerla que reconstruir de nuevo a partir de piezas mal ajustadas. Esto se aprecia con toda claridad en esa teoría psicoanalítica según el cual el yo es concebido como un montaje o compuesto de los ‘impulsos del yo’ ”.-
Agregando este autor, quien desarrollara la teoría llamada “Logoterapia”, y fuera así nombrada “por considerarla como una ‘psicoterapia a partir de lo espiritual’ y un complemento necesario a la psicoterapia tradicional… (introduciendo) en la práctica médica el concepto de lo espiritual como un campo de actividad esencialmente distinto… (surgiendo) … la necesidad de englobar lo espiritual dentro también del inconsciente, lo que precisamente llamamos el inconsciente espiritual” (Ob. cit. Pág. 21). Lo que importa es desechar la concepción de Freud que “solo vio en el inconsciente la impulsividad inconsciente, para él, el inconsciente era ante todo, un almacén de impulsividad reprimida” (Ob. cit. Pág. 22).-
Abunda el Dr. Frankl, en la obra citada, que “Ahora podemos comprender como el psicoanálisis ha llegado a cosificar o, más exactamente, a ‘elloificar’ –y consiguientemente también a ‘desyoificar’- al ser humano” (Ob. cit. Pág. 24).-
La crítica fundada por el Dr. Frankl, y supra expuesta, no ha sido recepcionada por el método del psicoanálisis, el que ha permanecido en sus términos, tal como lo planteara Freud.-
Ello hace necesario que considere prudente recurrir a un texto de singular importancia conceptual, relacionado al psicoanálisis, en la que el Dr. Frankl señala: “Efectivamente, del mismo modo que existe una comprensión o inteligencia precientífica del ser y, previa todavía a esta última, una inteligencia prelógica, hay también una inteligencia premoral de los valores, asimismo fundamentalmente previa a toda moral explícita: Precisamente la conciencia… Dado, pues, que lo que nos descubre la conciencia es algo que está por hacerse real, que ha de realizarse previamente, surge en seguida la cuestión de cómo se hará real sino es de alguna manera anticipado espiritualmente. Ahora bien, este anticiparse, esta anticipación espiritual, se da en lo que llamamos intuición: La anticipación espiritual ocurre en un acto de ‘visión’. Así pues, la conciencia se revela como una función esencialmente intuitiva” (Ob. cit. Págs. 33/34).-
Del texto precedentemente transcripto surgen conceptos que permiten remarcar que la cosa material, que Freud considera sometida a impulsividad inconsciente, por tanto carece de actividad intelectual y por ello no tiene posibilidades de dirigir la voluntad hacia un objetivo, por cuanto, precisamente, la intuición es irreflexiva.-
El Dr. Collin, en su obra “Manual de Filosofía Tomista”, Tomo II, Pág. 186/187, señala que “los datos de la conciencia moral (se obtienen) mediante la reflexión de la conciencia, corroborada por el testimonio ajeno, donde encontramos hechos morales. …Así, la conciencia moral –que no es otra cosa que la razón- …se distingue de la conciencia psicológica en que: a) Es legisladora (por cuanto nos notifica la ley de Dios) y juez, y no solo testigo de nuestros actos; b) Nos dice lo que debemos hacer, y no solo lo que sucede en nosotros; c) Estima nuestros actos conforme a un ideal determinado, no contentándose con reunirlos alrededor de un yo único… Nuestros actos deliberados tienen todos, sin duda, un motivo que nos ha movido, sino determinado por sí mismo… a ejecutarlos, y que explica porqué los hemos ejecutado”.-
En cambio Freud hace radicar la regla moral en la inmanencia del sujeto, impidiendo la objetividad de la norma, y con ello relativizándola, haciendo imposible su aplicación a todos los hombres, en los términos que le son comunes. Esta comprobación y la negación de la moral definida como “ciencia natural que fija las reglas reales de los actos humanos en cuanto son humanos”, implican lo mismo. Y ello así, por cuanto en lo sustancial “la Moral, es la ciencia que dirige nuestros actos humanos hacia nuestro último fin de hombres, según el orden de la razón (la única capaz de ver la proporción de medios a fin que puede existir entre nuestros actos y nuestro fin último)”. Lo que nos posibilita ubicarnos en el camino de la trascendencia.-
De modo tal que es imposible, en el método psicoanalítico, considerar recompuesta la persona humana como la define Boeccio, esto es, “sustancia individual de la naturaleza racional”, lo que implica la unidad sustancial conveniente de cuerpo y espíritu y con ello del mecanismo del conocimiento, capaz, a través del alma intelectiva, de la contemplación, que es inmaterial y opera pasivamente como pensamiento de cosas y activamente como productor de ellas, es decir, “con capacidad para actualizar las esencias del mundo real” (Juan Carlos Grisolía. “La Persona Humana”. Pág. 21).-
Finalmente, es aleccionador citar al Dr. Richard Cohen, quien en su obra “Comprender y sanar la homosexualidad” sostiene que tal dolencia proviene de una condición basada en emociones no debidamente ordenadas, por diversas razones, entre las que se encuentran experiencias que han provocado heridas que han quedado sin resolver, como así también necesidades afectivas insatisfechas. Proceso psicopatológico que es posible tratar debidamente en orden a la recomposición del elemento afectivo alterado.-
Agrega el Dr. Cohen, que por ello “etiquetar a las personas con términos como gay, lesbianas, bisexual o transexual no solo es falso, sino que carece de un adecuado entendimiento de la situación. Nacemos hombre o mujer y nacemos sexuales con todo el potencial para desarrollar heterosexualidad u homosexualidad de acuerdo a muchos factores. Aquellos que experimentan atracción por los del mismo sexo están simplemente atrapados en las etapas tempranas de desarrollo psicosexual. Cuando resuelvan cuestiones pasadas y logren satisfacer necesidades afectivas insatisfechas en relaciones saludables, no sexuales, desarrollarán naturalmente deseos hacia el sexo opuesto”.-
Además, el distinguido Psicoterapeuta, negó la existencia del llamado “gen gay”, cuyo mentor, el Dr. Dean Hamer, confesó que esto era falso, no existiendo, por lo demás, certificación científica alguna de la existencia de tal gen. “No se aporta evidencia que pruebe que la sección señalada del cromosoma tenga relación directa con la sexualidad” (Conf. Revista Familia y Vida. Nº 36. Págs. 9 y 15).-
Por último, el Dr. Cohen sintetiza sus investigaciones con las siguientes afirmaciones: “Yo salí de la homosexualidad. Viví una vida homosexual. Comprendo esta condición perfectamente. He estado casado durante 30 años. Muchos me han preguntado: ‘¿Querría a su hijo si fuera homosexual?’, mi respuesta es siempre la misma: ‘Por supuesto que sí, esto nunca sucedería porque yo conozco las causas de porqué una persona experimente atracción hacia el mismo sexo’. ¡Y sí, mis tres hijos son todos heterosexuales!. Mis hijos son hombres de carácter pero también sensibles. Nuestra hija es femenina y fuerte a la vez. Como psicoterapeuta, he ayudado a cientos de hombres y mujeres con AMS (atracción por los del mismo sexo) involuntario, a lograr su potencial y su sueño. El homosexual como tercera categoría de persona, como el hombre o la mujer, no existe. Son solo personas que experimentan atracción hacia el mismo sexo y tienen conductas homosexuales por diferentes razones” (Conf. Revista citada. Págs. 18 y 19). Patologías todas que en modo alguno deben ser elevadas a la condición de hábitos perfectivos, sino sometidas al tratamiento y la curación respectiva.-
Conclusiones
En el contexto de la perversa operación descripta por la Dra. Kuby, no debe extrañar el menosprecio con el que se considera la persona humana y su vida. La sociedad argentina tiene que tomar conciencia de que ya se han establecido los fundamentos legales positivos -es decir se han dictado las leyes- que permiten asesinar a los niños, por el solo hecho de vivir en el seno materno, a los discapacitados, por conculcar la estética del mundo de las apariencias y a los ancianos, por constituir cargas no productivas en esta comunidad donde dominan los crueles.
Se trata de un ataque esencial a la sociedad argentina misma, en las personas que la componen. Éstas, adormecidas por las modernas técnicas de la psicología de masas y, además, por el miedo, parecen soportarlo todo. El “dogma gay” se ha instalado para impedir el pensamiento, y con ello, atenazar la libertad. Todo acto de discernimiento, es considerado discriminador, con lo que el hombre pierde su capacidad de pensar y con ella de conocer la realidad.-
Pero el hombre es criatura de Dios, y por tanto hecho a su imagen y semejanza, y con el destino eterno asegurado por Cristo Resucitado. No hay poder en el mundo que pueda considerar que ha posado sus garras sobre el espíritu de la Persona Humana y por sobre su naturaleza, por todo el tiempo. Si esta tiene la garantía de la resurrección del cuerpo, cómo no ha de tenerla respecto de la perfección de su alma.-
Se bastardea la condición humana, pretendiendo degenerar su naturaleza, y por ello apartándola de su origen, intentando manchar la pureza que le promete su destino.-
El Dr. Sacheri me brinda las palabras para culminar este ensayo: "El acatamiento, la fidelidad a las exigencias del orden natural, en definitiva son formas de acatamiento a Dios y de aceptación de su Voluntad. Acatamiento que perfecciona el individuo y lo libera de servidumbres" (Ob. cit. del Prólogo).-
Ver también, “La persona humana sometida a la acción deletérea de las ideologías”. Obra del suscripto, publicada del 22 de Octubre de 2016.-
En origen, en la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, a los 17 días del mes de Abril de 2007. Han transcurrido diez años, y lejos de toda superación, en orden a la perfección- la sociedad argentina se encuentra sometida a un nivel de corrupción, que se define en el ataque frontal a los principios fundamentales de la ley natural. Se ignoran las esencias. Más aún, se las somete a la burla, porque quienes persiguen la disolución social, saben que de la adecuada aprehensión de las mismas, contenidas en la ley natural, surge la verdad, que es la savia vital que derrotará a la muerte, a la que, hoy, parece irremisiblemente condenado todos aquellos que integramos la Nación. Corregido y aumentado en 7 de Marzo de 2017.---
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