lunes, 4 de marzo de 2019

SE EXTIENDE EL USO CHAMÁNICO DEL KAMBÓ, SUSTANCIA EXTRAÍDA DE UNA RANA

Una sustancia altamente tóxica producida por un tipo de rana se ha convertido en una droga de moda por sus presuntas propiedades curativas, pero también ha puesto en primeros planos los controvertidos métodos para obtenerla. 

Según explica Tamara Kohen en Yahoo Noticias, la sustancia secretada por la Phyllomedusa bicolor para defenderse de los depredadores es utilizada hace siglos por tribus amazónicas para purgar el cuerpo y limpiarlo de toxinas. Sus actuales adeptos en todo el mundo la aman por considerarla “una medicina buena para todo”.

Bajo la promesa de curar todo tipo de enfermedades (incluso depresión e impotencia), su uso con fines terapéuticos se está extendiendo a nivel internacional en buena medida gracias a Internet de la mano chamanes y curanderos occidentales de Chile, Colombia, Perú o hasta España, que hasta ofrecen sus servicios mediante la red de redes.

Se obtiene de la rana kambó o rana mono grande, un anfibio verde brillante que vive principalmente en la selva de Acre, en el noreste de Brasil, y en las zonas amazónicas de Bolivia, Colombia, Guyana, Perú y Venezuela. Grupos indígenas como los katukinas, kaxinawás y ashaninkas, entre otros, han utilizado su droga en rituales para reforzar el sistema inmunológico, de acuerdo con una investigación de BBC. 

The Guardian la define también como “la nueva ayahuasca” pero con mayores poderes curativos. Se trata de un opioide natural, también llamado dermofina, que es 40 veces más fuerte que la morfina. Por su parte, los científicos advierten que ninguno de sus beneficios está probado y que en algunos casos su uso podría ser fatal.

Siguiendo sus cantos, los indígenas cazan la rana, la inmovilizan atándole las extremidades, y le retiran la secreción rascando con una espátula. Otras formas de conseguir la sustancia es colocar al anfibio cerca del fuego o golpeándole la cabeza, ya que la sustancia se produce cuando este cree que está en peligro y se estresa.

El chileno Carlos Fuentes aprendió la técnica de los propios katukinas y hoy brinda sesiones en su país. “El kambó es una medicina, no un remedio. Trabaja en tres campos, el físico, el mental-emocional y el espiritual, y en la alineación del ser para su completa cura”, explicó a BBC. Quien asista a la sesión deberá hacerlo en ayunas y beber allí hasta tres litros de agua. El chamán realizará una serie de quemaduras superficiales en forma de puntos, en la pantorrilla, en los brazos o en el pecho.

Sobre esas leves heridas se aplica una sustancia blanquecina y seca, hecha con la secreción de la rana y agua. La cantidad de quemaduras y la periodicidad de la aplicación dependerán de la edad y la constitución de cada persona, y la cantidad de sesiones a las que haya asistido previamente. La aplicación de la sustancia produce efectos intensos que incluyen vómitos, sudor, taquicardia, pérdida de control de esfínter, mareos y dolor abdominal. Este trance dura unos 15 minutos y recién pasadas las 24 horas –según el chamán– se experimenta un aumento de la energía física. De cualquier modo, los efectos no están debidamente estudiados y son de dudosa verificación científica, así que mientras tanto esto no ocurra, bien se podría dejar en paz al desafortunado anfibio.


FUENTE: Yahoo Noticias / InfoRIES

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