martes, 25 de diciembre de 2018

MONSEÑOR AGUER: “NAVIDAD ES JESÚS”

Monseñor Héctor Aguer consideró que la Navidad no puede ser tragada por "las fiestas" en general. Mucha gente dice “felices fiestas” y seguro celebran la Navidad, el 24 a la noche brindan, y quizá hasta hacen una festichola. ¿Pero saben por qué lo hacen? ¿Saben qué festejamos? Ahí está la cuestión. 

Queridos amigos:

La Navidad no puede ser tragada por "las fiestas" en general. Mucha gente dice “felices fiestas” y seguro celebran la Navidad, el 24 a la noche brindan, y quizá hasta hacen una festichola. ¿Pero saben por qué lo hacen? ¿Saben qué festejamos? Ahí está la cuestión. Nosotros festejamos el acontecimiento más grande de toda la historia humana: el Nacimiento de Jesús, Hijo de Dios hecho Hombre, que ha venido para nuestra salvación.

En realidad, si uno lo piensa bien, sería más impresionante festejar la Encarnación, el 25 de marzo, que es el momento en que por el anuncio del ángel el Espíritu Santo desciende sobre la Virgen María, y de un óvulo de la Virgen María se forma el cuerpo de Cristo que comienza a desarrollarse en su seno. Dios crea el alma humana de Jesús porque Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre y por eso tiene un cuerpo y un alma humana. La segunda persona de la Trinidad se hace “carne”, se hace hombre, en el seno de María y cumple allí su ciclo de 9 meses. O sea es un embrión, es un feto y luego es un niño por nacer y es un niño que nace virginalmente en un parto misteriosamente virginal, realizado como dice San Ignacio de Antioquía en el silencio de Dios, en el silencio de esa noche santa, Jesús está en los brazos de María y de José y es puesto en un pesebre.


Nosotros celebramos en la Navidad la adoración de ese Niño que es Nuestro Salvador. Allí comenzó otro período de la historia humana, allí comenzó la sección definitiva de la historia humana, ahí la historia de la salvación se halla consumada, realizada por la presencia de Cristo, que es nuestro Redentor. Cristo creció como un niño, fue un adolescente sujeto a José y a María y luego saldrá a predicar el Evangelio, será contradicho, será tomado preso, será clavado en la Cruz y después de su muerte resucitará. Todo el dogma de la fe está resumido en la Navidad.

En esta Noche Santa del 24 al 25 lo que corresponde es caer de bruces delante del Pesebre para adorar al Niño Jesús. El Pesebre es el signo católico por excelencia de la Navidad. Esto ya lo he dicho en años anteriores: el arbolito es también un signo si uno entiende bien su significado, es un signo que viene de los países nórdicos. Es el árbol como signo de la vida, el árbol cargado de luces y de regalos representa a Jesús que es el árbol de la vida.


¿Y ese barbudo que viene transpirando, vestido de colorado, con renos y todo eso, que viene de otra geografía? ¡Papa Noel! No, eso no tiene nada que ver con nuestra Navidad sudamericana, calurosa y católica. Desgraciadamente para muchos chicos la Navidad es Papá Noel y los regalitos que él les trae. A nosotros los regalitos nos los traían los Reyes Magos, que vienen el 6 de enero. La Navidad no es sólo el 24 y el 25, porque el 1° de enero es la Fiesta de Santa María Madre de Dios cuando nos dedicamos a contemplar la maternidad divina y virginal de María, que es también una maternidad espiritual respecto de todos nosotros pues Cristo quiso que Ella fuera nuestra Madre en el orden de la gracia. Luego, el 6 de enero celebramos la Epifanía del Señor, la manifestación a los Magos, pues así como Jesús se manifestó a los pastores judíos que estaban en la región, en el momento de su nacimiento, así también la inspiración de Dios hizo que unos Magos de Oriente, paganos, que no pertenecían al pueblo judío, comprendieran que había nacido el Rey y ellos fueron a reconocerlo y adorar al Rey, fueron los primeros paganos que reconocieron a Cristo como Rey y Redentor. Esas son “las fiestas”, nuestras fiestas navideñas.

Las fiestas son, entonces, la Navidad, la Solemnidad de la Madre de Dios y la Epifanía del Señor el 6 de enero. Y nosotros recibimos los regalitos el 6 de enero. No discutiré sobre eso ahora, ya que resulta muy difícil contradecir una costumbre ya institucionalizada y promovida como un negocio.

Les deseo una muy feliz y santa Navidad.

Monseñor Héctor Aguer


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