lunes, 10 de septiembre de 2018
MONS. HECTOR AGUER: “LAS “SANATAS” DE ZANATTA"
El Arzobispo Emérito de La Plata, Monseñor Héctor Aguer cuestionó afirmaciones del historiador Loris Zanatta, quien considera que en la Argentina, los católicos tenemos la manía de aspirar a la “Argentina católica”.
Texto completo:
Loris Zanatta, con zeta, es un profesor de Historia de la Universidad de Bologna, Italia, que suele entrometerse con frecuencia en cuestiones de historia eclesiástica argentina y tiene una especie de obsesión: considera que aquí, en la Argentina, los católicos o la Iglesia, los obispos, tenemos la manía o el mito de aspirar a la “Argentina católica”. Estaríamos aferrados a ese pasado, cuando alguna vez sostuvimos que la Argentina era católica y que queríamos que Cristo venciera impregnando nuestra sociedad con los valores del Evangelio. Si uno estudia correctamente la Historia Argentina se da cuenta que eso no existió nunca. Otra cosa es que puede haber grupos que insisten todavía en la presencia pública de la Iglesia, procuran que la realidad de la Doctrina Social de la Iglesia se haga efectiva en el orden social. Esta postura es posible pero ¿el mito de la “Argentina católica”? Eso no existe.
Siendo historiador, me extraña que Loris Zanatta no haya estudiado correctamente los textos constitucionales. En primer lugar el de la Constitución Argentina donde en el artículo 2° expresa que el Gobierno Federal sostiene el culto Católico, Apostólico, Romano. Tal decisión ha sido una solución intermedia entre el Estado confesional católico y el Estado ateo. De hecho el Estado Nacional sostiene el culto Católico Apostólico Romano. El preámbulo de la Constitución Nacional invoca a Dios como “fuente de toda razón y justicia”, las Constituciones Provinciales con mayor razón afirman el vínculo entre la tradición católica, la fe católica, la Iglesia y la sociedad. La fórmula “sostiene” no se refiere al hecho que el Estado arroja algunos mangos a los curas, una miseria respecto del presupuesto nacional y un parte ínfima de los ingresos y gastos de la Iglesia, que continúa prestando una ayuda supletoria valiosísima en ámbitos en los que el Estado se encuentra ausente, distraído o robando: la atención a los pobres, a los enfermos, y un sistema educativo deficiente.
La Constitución de la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, en el Artículo 199 dice: “los escolares bonaerenses han de recibir una educación integral, de sentido trascendente, según los principios de la moral cristiana respetando la libertad de conciencia”. Si el Señor Zanatta con zeta quiere modificar todo esto, que es lo que intenta en sus escritos, quizá alguien le lleve el apunte y vamos a un cambio de los textos constitucionales. Eso sería otro problema.
Fijense lo que dice este señor en una nota reciente en un importante matutino porteño con el título: “A la Iglesia le falta visión de futuro”. Creo que a él le falta visión de presente, de cercanía, de lo que está ocurriendo aquí. Dice que, en algún momento después de la última dictadura militar “la Iglesia empezó a comprender esto y pareció que se había distanciado de ese antiguo mito que tanto ha contribuido a erosionar la democracia. Varios obispos postularon entonces la necesidad de construir una sociedad más abierta, plural y tolerante en la que nadie invocara a Dios para imponer su opinión como verdad”. Estos despropósitos no tienen asidero real.
La “democracia recuperada” nos ha regalado: el divorcio vincular que destruyó el matrimonio, una educación sexual llamada “integral” que consiste en la difusión masiva de preservativos y anticonceptivos y que no dio resultado, ya que ahora han recurrido, en nombre de la misma democracia (Macri lo dijo) a intentar la legalización del aborto. El así llamado “matrimonio igualitario” acaba por destruir la constitución de la familia. Otras aberraciones que se han convertido en derechos tutelados por leyes inicuas que vulneran los derechos del niño, que necesita de un padre y una madre, y no otras combinaciones.
La ideología de género reina abiertamente en los medios oficiales, impulsada por un gobierno sin principios morales, y por el coro casi unánime de los medios de comunicación. La fabricación de bebés no podrá suplir la falta de población de un país en el que “gobernar es poblar”, la consigna de Alberdi, fue olvidada. Muchos países, como China, Rusia y Francia, que piensan en su futuro, vuelven a descubrir los valores naturales de la familia.
Miren lo que dice Zanatta sobre el aborto: “La cruzada contra el aborto hoy parece animada por el mismo espíritu: trazar límites a los actores políticos, elevar a la Iglesia a tutora del orden social e imponer el mito de la Nación católica”. Yo le diría que, viéndolo de cerca, uno advierte como nuestros hermanos cristianos evangélicos han sido mucho más claros y más tenaces que los católicos en manifestar lo dañino, lo antihumano del aborto. Pero Zanatta sigue con sus antigüedades ideológicas. ¿Es ésta la objetividad de un historiador?
Respecto de la Doctrina Social de la Iglesia, cree Zanatta que sería imponer a la sociedad las propias enseñanzas católicas. Y no es así. El “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia” es un compendio del orden natural, humano y social. Es eso lo primero que hay que buscar, que reconocer, en todo caso: si existe un orden natural en la sociedad o no. Él está confundiendo ese orden natural de la sociedad que se quiere procurar y que tiene su base en una concepción correcta de la persona humana de donde brotan los auténticos derechos humanos. La Doctrina Social de la Iglesia, al proyectar los principios de la fe y la moral católica, esclarece y robustece lo que la razón humana, no deformada por ideologías antihumanas puede reconocer por ella misma, aunque muchas veces con dificultad.
Acusa a la Iglesia “de revanchismo, de nostalgia por un régimen de cristiandad, en cambio la llevan a desencadenar un espiral conflictiva”. Yo no lo conozco a este Señor Zanatta con zeta, pero me atrevo a decir que esto que dice es una verdadera “sanata” con ese y tengo la impresión de que detrás está la masonería. Yo no sé si él es masón pero este es el lenguaje típico de la masonería: acusar a la Iglesia de lo que ellos hacen, que es infiltrarse en los organismos del estado, en los medios de comunicación para tratar de dar vuelta la sociedad desde adentro y de eso mismo, luego acusan a la Iglesia.
En estas situación estamos. No nos distraigamos porque el actual Gobierno Nacional, en algunos de sus representantes se ha manifestado como masónico. Lo que quiere decir que están procurando esto. Es decir liquidar lo que queda de presencia humana y cristiana en la legislación y en la vida pública argentina. El sincericidio del diputado fueguino Carlos Gustavo Roma nos autoriza a sospechar que efectivamente es así.
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