Amigos: ustedes saben que las cosas no andan muy bien en el país. Estoy pensando en el aspecto económico-social; hay mucha gente que padece necesidad y eso se ve, fuertemente, en las zonas periféricas, como en la que estamos hoy realizando esta reflexión, en Arturo Seguí. Vemos que la gente suele ir a pedir a las Cáritas de las parroquias comida, cuando antes la inquietud era más bien por ropa y zapatillas. Lo que estamos viviendo es una emergencia.
Es verdad que hay muchas instituciones que colaboran, y que se han impuesto el deber de ayudar a tantos hermanos nuestros necesitados. El Estado también trata de hacer su parte, y esto no hay que negarlo ni omitirlo, pero la situación es muy difícil.
He dicho muchas veces que la finalidad es que cada uno pueda comer en su propia casa, del fruto de su propio trabajo. El problema es el trabajo, la falta de trabajo. Desde hace tiempo, en la Argentina el trabajo anda mal, hay poco trabajo, y no quiero hablar de las deformaciones producidas por la superpoblación de empleados estatales y de la escasez de oferta de trabajo a través de las “pymes”. Y no sólo hay necesidades físicas inmediatas como comer, beber, vestirse, pagar las tarifas, sino que también hay necesidades espirituales, psicológicas, morales. Tantas familias que están pasando dificultades y especialmente para ocuparse de los jóvenes, para que puedan ir preparándose para un futuro mejor. En otras oportunidades me he referido al desastre de la educación de gestión estatal.
Yo hoy estoy aquí con este joven, Alan, hijo de una familia amiga, al cual trato de ver y acompañar muchas veces, porque creo que la caridad consiste precisamente en ver en cada hermano necesitado a Jesús mismo.
¿Ustedes recuerdan esa escena del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo? Es la escena del Juicio Final donde viene Jesús a poner orden en las cosas, de un lado las ovejas, del otro lado los cabritos. A unos les dice “vengan ustedes benditos de mi Padre” y a otros: “rajen de acá”. ¿Y cuál es el motivo del juicio?: tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve desnudo y me vistieron, fui forastero y me hospedaron, estuve enfermo y preso y vinieron a verme. Unos y otros van a sentirse muy sorprendidos y dirán los egoístas y amarretes: ¿cuándo te vimos Señor así, en esas condiciones, y no te ayudamos? El Señor les explicará que cada vez que no lo hicieron con los hermanos más pequeños no lo hicieron con él. Y a los otros, a los benditos, les va a decir cada vez que lo hicieron con estos pequeños hermanos lo hicieron con él, porque supieron ver en el hermano a Jesús.
¿Para qué recuerdo esta escena evangélica? No se trata solamente de la colaboración institucional como puede ser por ejemplo la Colecta Más por Menos, o la de Cáritas, y que en esas ocasiones seamos generosos, y debemos serlo, pero también se trata de algo personal. Esto es: ¡Yo, cada uno de nosotros, con el más pequeño de nuestros hermanos!. Eso es lo que nos va a pedir el Señor, y debemos pensarlo porque tenemos que ir pensando cómo será nuestro encuentro con Cristo, y qué nos va a decir.
Tantos hermanos pasan a nuestro lado, con tantas necesidades, necesidades materiales, psicológicas, familiares, morales, espirituales. ¿Y a qué debemos ayudarles? Debemos ayudarles a que sean realmente felices, que conozcan a Dios, que puedan seguir la Ley de Dios y que puedan vivir humanamente de acuerdo a los principios de la dignidad humana. ¡Hay tanta violencia entre nosotros, tanto odio, tanto rencor, tanto clima de venganza en la Argentina! Todo eso tiene que ser purificado y lo único que lo purifica es la caridad. La caridad es la que purifica todos los pecados.
Y la caridad, como les decía, es eso concreto: ¿qué hago yo por mi hermano? Aquí hace falta ayuda, precisamente para crecer porque todo el tiempo hay demanda de muchachos que necesitan rehabilitación y vienen a buscarla. Necesitamos poderles ofrecer a todos lugar y para ello ampliar las instalaciones.
Espero que entre los amigos televidentes, que seguro son generosos, que también sean generosos ahora, y puedan poner la mano en el bolsillo, hacer una contribución, si es importante mejor, porque me parece que esto es algo que Dios quiere verdaderamente. Será un signo de que en un momento tan difícil, donde todos tenemos carencias, haya gente generosa que diga doy aún de lo poco que tengo porque siempre hay alguien que tiene menos que yo. Seamos generosos, amigos.
Y la caridad, como les decía, es eso concreto: ¿qué hago yo por mi hermano? Aquí hace falta ayuda, precisamente para crecer porque todo el tiempo hay demanda de muchachos que necesitan rehabilitación y vienen a buscarla. Necesitamos poderles ofrecer a todos lugar y para ello ampliar las instalaciones.
Espero que entre los amigos televidentes, que seguro son generosos, que también sean generosos ahora, y puedan poner la mano en el bolsillo, hacer una contribución, si es importante mejor, porque me parece que esto es algo que Dios quiere verdaderamente. Será un signo de que en un momento tan difícil, donde todos tenemos carencias, haya gente generosa que diga doy aún de lo poco que tengo porque siempre hay alguien que tiene menos que yo. Seamos generosos, amigos.
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