Para investigar este vínculo, el autor principal del trabajo, Jean M. Twenge, profesor de Psicología de la Universidad Estatal de San Diego, Estados Unidos, junto con sus colegas Gabrielle Martin, también de la Universidad de San Diego, y W. Keith Campbell, de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, analizaron datos del estudio longitudinal 'Monitoring the Future' (MtF), una encuesta representativa a nivel nacional de más de un millón de estadounidenses de 15 y 16 años y de 17 y 18 años.
En la encuesta, se les realizaron preguntas a los estudiantes sobre la frecuencia con la que pasaban tiempo con sus teléfonos, tabletas y ordenador, así como preguntas sobre sus interacciones sociales en persona y su felicidad general. En promedio, encontraron que los adolescentes que pasaban más tiempo frente a los dispositivos de pantalla (jugando de ordenador, usando redes sociales, enviando mensajes de texto y vídeo-chats) eran menos felices que aquellos que invirtieron más tiempo en actividades como deportes o lectura de periódicos y revistas, e interacción social cara a cara.
Twenge cree que este tiempo dedicado a las pantallas está causando infelicidad y no al revés. "Aunque este estudio no puede mostrar la causalidad, varios otros análisis han demostrado que un mayor uso de las redes sociales conduce a la infelicidad, pero la infelicidad no lleva a un mayor uso de las redes sociales", plantea Twenge, autor de "iGen: Por qué los niños súper conectados de hoy están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente desprevenidos para la edad adulta ".
La abstinencia total de la pantalla tampoco conduce a la felicidad, descubrió Twenge. Los adolescentes más felices usaban medios digitales un poco menos de una hora por día; pero después de una hora diaria de tiempo de pantalla, la infelicidad aumenta constantemente junto con el incremento del tiempo de pantalla.
"La clave del uso de los medios digitales y la felicidad es el uso limitado -plantea Twenge-. Hay que tratar de no pasar más de dos horas al día en medios digitales e intentar aumentar la cantidad de tiempo que se está viendo a amigos cara a cara y haciendo ejercicio, dos actividades relacionadas de manera fiable con una mayor felicidad".
Al observar las tendencias históricas de los mismos grupos de edad desde la década de 1990, los científicos hallaron que la proliferación de dispositivos de pantalla a lo largo del tiempo coincidió con una disminución general de la felicidad reportada en los adolescentes. Específicamente, la satisfacción con la vida, la autoestima y la felicidad de los jóvenes se desplomaron después de 2012. Ése es el año en que el porcentaje de jóvenes que poseen un teléfono inteligente aumentó por encima del 50 por ciento, señala Twenge.
"Con mucho, el mayor cambio en la vida de los adolescentes entre 2012 y 2016 fue el aumento en la cantidad de tiempo que pasaron en medios digitales, y la posterior disminución en las actividades sociales en persona y el sueño", apunta. "El advenimiento del teléfono inteligente es la explicación más plausible para la repentina disminución en el bienestar psicológico de los adolescentes", concluye.
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