En una nueva exhortación apostólica 'Gozaos y alegraos' sobre la llamada a la santidad en medio del mundo, el papa insistió en que “a veces las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por una resistencia rígida al cambio”.
"Sin embargo, eso sería bloquear la obra del Espíritu", escribió. También escribió que “en lugar de sentarse detrás de los escritorios, los sacerdotes tienen que ser misioneros apasionados y entusiastas por compartir la vida verdadera”.
Bergoglio también advirtió a los cristianos que no caigan en la trampa de considerar al diablo como una figura mítica o simbólica de otra cosa.
“El don del discernimiento se ha vuelto hoy más necesario, ya que la vida contemporánea ofrece inmensas posibilidades de acción y distracción, y el mundo las presenta todas como válidas y buenas”.
“Todos nosotros, pero especialmente los jóvenes, estamos inmersos en una ‘cultura de zapping’. Podemos navegar simultáneamente en dos o más pantallas e interactuar al mismo tiempo con dos o tres escenarios virtuales”.
“Sin la sabiduría del discernimiento, podemos fácilmente convertirnos en presa de todas las tendencias pasajeras”, advirtió.
Describió como una "forma sutil de violencia a los católicos que menosprecian a los demás como jueces despiadados, que se enseñorean de ellos y siempre tratan de enseñarles lecciones".
Francisco también animó a los creyentes a inspirarse en la gente corriente. “Estos testigos pueden incluir a nuestras propias madres, abuelas u otros seres queridos... sus vidas pueden no haber sido siempre perfectas, sin embargo, incluso en medio de sus fallas y fracasos, siguieron avanzando y demostraron agradar al Señor”, escribe.
Bergoglio insistió en que la llamada a la santidad es para todos. “Ser santo no requiere ser obispo, sacerdote o religioso. Con frecuencia nos sentimos tentados a pensar que la santidad es solo para aquellos que pueden apartarse de los asuntos ordinarios para pasar mucho tiempo en oración. Ese no es el caso. Todos estamos llamados a ser santos viviendo nuestras vidas con amor y dando testimonio en todo lo que hacemos, dondequiera que nos encontremos”.
“¿Estás llamado a la vida consagrada? Sé santo viviendo tu compromiso con alegría. ¿Está casado? Sé santo amando y cuidando a su esposo o esposa como Cristo lo hace por la Iglesia. ¿Trabajas para ganarte la vida? Sé santo trabajando con integridad y habilidad al servicio de tus hermanos y hermanas”.
“¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando pacientemente a los pequeños a seguir a Jesús. ¿Estás en una posición de autoridad? Sé santo trabajando por el bien común y renunciando al beneficio personal”.
Sobre la presencia del mal en el mundo, Bergoglio escribió que “la vida cristiana es una batalla constante. Necesitamos fuerza y coraje para resistir las tentaciones del diablo y proclamar el Evangelio”.
“No se trata simplemente de una batalla contra el mundo y una mentalidad mundana que nos engañaría y nos dejaría embotados y mediocres, faltos de entusiasmo y alegría… es también una lucha constante contra el diablo, el príncipe del mal”, dijo.
También advirtió contra pensar que el diablo no es real. “No debemos pensar en el diablo como un mito, una representación, un símbolo, una forma de hablar o una idea. Este error nos llevaría a bajar la guardia, a volvernos descuidados y terminar más vulnerables. El diablo no necesita poseernos. Nos envenena con el veneno del odio, la desolación, la envidia y el vicio. Cuando bajamos la guardia, él se aprovecha para destruir nuestras vidas, nuestras familias y nuestras comunidades” escribió Bergoglio en el documento de 44 páginas.
Sobre el papel del clero, el papa escribe que “nos inspira a actuar el ejemplo de todos aquellos sacerdotes, religiosos y laicos que se dedican al anuncio y al servicio de los demás con gran fidelidad, muchas veces arriesgando su vida y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que, más que burócratas y funcionarios, la Iglesia necesita misioneros apasionados, entusiastas por compartir la vida verdadera”.
Bergoglio advirtió que con demasiada frecuencia “la vida de la Iglesia puede convertirse en una pieza de museo o en posesión de unos pocos elegidos. Esto puede ocurrir cuando algunos grupos de cristianos dan una importancia excesiva a determinadas reglas, costumbres o formas de actuar. El Evangelio tiende entonces a ser reducido y constreñido, privado de su sencillez, encanto y sabor”, insiste.
“Los santos nos sorprenden, nos confunden, porque con su vida nos instan a abandonar una mediocridad aburrida y lúgubre”, escribi0.
Hacia el final del documento, que Bergoglio firmó el 19 de marzo, la fiesta de San José y el quinto aniversario de su investidura como pontífice, “espero que estas páginas resulten útiles para permitir a toda la Iglesia dedicarse de nuevo a promoviendo el deseo de santidad”.
Irish Catholic
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