viernes, 9 de marzo de 2018

FUE DESCUBIERTO UN SACERDOTE QUE DEJÓ ENCINTA A UNA JOVEN Y LA CONVENCIÓ DE NO TENER EL BEBÉ


LA TERRIBLE HISTORIA QUE REVELA LA SACRALIDAD DE LA VIDA.

Por Virginia Coda Nunziante

Este año se cumple el triste aniversario de la ley 194 del 22 de mayo de 1978 que introdujo el aborto en Italia. Es una triste conmemoración porque los datos del Ministerio de la Salud nos dicen que son casi 6 millones los niños que han sido sacrificados gracias a esta ley. Una ley que debería provocar indignación a todos los ciudadanos italianos pero que, por el contrario, como tantas otras leyes contra la vida y la familia se incorporó a las costumbres de nuestro país. 


Ahora no se nos plantea más el problema porque, en el imaginario colectivo, aquel ser minúsculo que se forma en el útero materno y después se desarrolla, no es otra cosa, en la mejor de las hipótesis, que un coágulo de células. Y como coágulo de células puede y debe ser eliminado sin escrúpulo alguno si provoca el menor disturbio.

Esto es cuanto sentimos repetir desde hace muchos años por parte de una difusa cultura laicista que pontifica en los diarios, en la televisión, en el campo social… Pero el último miércoles 14 de febrero, algo ha cambiado: el periodista del programa Las Hienas (se trata de un programa de televisión italiano que comenzó en 1997 y a través de encuestas sobre temas de actualidad buscar ser molesto y provocador), a pesar de su laicismo, ha ofrecido un gran servicio a la causa de la vida y ha sacado a luz la dramática realidad del aborto.

Esta es la historia

Una joven calabresa, Francisca, tiene una relación con un párroco y se da cuenta que está encinta. El párroco y el obispo de Cosenza, según la narración de la joven, la incitan a abortar. La joven aún no puede perdonárselo. El video está en youtube y por lo tanto todos podemos verlo y hacernos una idea acerca de los hechos. No voy a extenderme acerca del comportamiento del párroco y del obispo: el video es implacable con relación a ellos.

Pero concentrémonos en todo aquello que emerge del relato de “Las Hienas”. La joven, llamada Francisca, que cuenta su historia de dolor y abandono dice que se “había dado cuenta que estaba esperando un niño”. La periodista entonces la acosa: 
es verdad que tu deseabas tener al niño mientras él no quería a aquel hijo?”

Sorprendente afirmación en tal ambiente periodístico: tan pronto cuanto sucedió la concepción, la mujer “espera un niño” que es también “un hijo”. Pero entonces, si el fruto de la concepción es un niño, es un hijo, ¿cómo es posible hablar de coágulo de células producto de la concepción? ¿Cómo es posible admitir una ley que elimina a un niño, que mata a un hijo?

Pero prosigamos con la historia de Francesca. El día del aborto llorando dice: “fue aterrador, me siento sucia. He estado en el infierno, mi mundo ha cambiado. Mi vida ha cambiado. No quería hacer esto”. Estamos frente a una vida quebrada, destruida pero ¿por qué? No por la relación pecaminosa con un sacerdote sino por el aborto que le han invitado a hacer en aquel 22 de enero, que permanece fijo en su memoria. “No hay día que no pienso en ello. Es una historia que me ha devastado. Caí en el remolino más horrible”.

El relato de “Las Hienas” confirma entonces todo cuanto sabemos pero que nadie osa decir: el aborto constituye una devastación para la mujer, una herida que no se curará más, que llevará dentro de sí toda la vida; es el asesinato de un ser inocente, de una criatura que ya está presente, en germen, con todas sus particularidades y su unicidad


En efecto, a la pregunta de la periodista: “¿Piensas que con un hijo amortiguarás este dolor o en el fondo tendrás siempre un hijo menos?”, la respuesta de Francisca es lapidaria: “Es imposible recuperar al hijo perdido”. Entonces, esa personita, eliminada con facilidad gracias a la ley 194, era su hijo, un hijo que nunca más podrá ver.

Las “Hienas”, han prestado un “servicio” para insistir en la necesidad de lograr la derogación total de una ley que suprime a un ser que no se puede defender. Y no se trata, como dicen algunos, de aplicar mejor la 194 para permitir a las mujeres de elegir con responsabilidad: no existen alternativas posibles porque donde no está la vida, está la muerte, y el asesinato de un hijo no puede ser una opción.

Es entonces importante continuar reafirmando la verdad sobre la cuestión. Las Hienas nos han dado un excelente aporte. Nosotros debemos saber aprovecharlo y levantar nuestra voz.

En mayo próximo recordaremos cuarenta años de la ley 194: no hay mejor ocasión para hacer ver y sentir que aún existe en Italia un pueblo que reacciona, un pueblo que ama la vida y la familia, un pueblo que no se doblega  ante la ley liberticida que nos imponen, un pueblo que el 19 de mayo bajará por las calles de Roma participando de la Marcha por la Vida para reiterar su no a las leyes sobre el aborto y la eutanasia.



El programa La Hiena (Le Iene) tiene un estilo similar a nuestro CQC argentino, en el video se puede observar primero la agresion de los familiares del sacerdote en cuestion a las reporteras de dicho programa, luego el relato de la joven Francesca relatando su historia y posteriormente, las palabras del sacerdote acusado de haber obligado a abortar a la joven)

CorrespondenciaRomana





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