Thomas S. Monson, presidente y Profeta de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), murió el pasado 2 de enero por la noche en su casa en Salt Lake City (Utah, EE.UU.). Acompañado por su familia, el líder mundial de los mormones falleció a los 90 años por causas relativas a su edad, según informa Telemundo.
Monson, quien era presidente de la IJSUD desde febrero de 2008, "deja un legado de servicio y buenas obras", según sus seguidores. Su sucesor será elegido formalmente por el Quórum de los Doce Apóstoles de la secta después del funeral. Durante su presidencia, la membresía de la IJSUD aumentó de 13 millones a más de 16 millones de miembros, y se anunciaron docenas de nuevos templos en todo el mundo.
“Cuando miro su vida, él era un miembro de la Iglesia, todos podían identificarse y sentirse cómodos en su presencia”, dijo Dieter F. Uchtdorf, segundo consejero de la Primera Presidencia. “Al mismo tiempo, cuando caminaba con reyes, con primeros ministros, con presidentes, con representantes de naciones, era de la misma manera. Todos sentían que él era su amigo”.
El “Profeta viviente” durante casi 10 años
El presidente Monson dedicó su vida a servir en la IJSUD. Se convirtió en el decimosexto presidente de la secta el 3 de febrero de 2008, después de la muerte del presidente Gordon B. Hinckley, que murió a los 97 años. Antes de eso, sirvió como consejero en la Primera Presidencia bajo tres presidentes de la IJSUD durante más de 22 años.
En su reciente libro Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?, Vicente Jara y Jorge Núñez cuentan de Monson que “con el presidente Ronald Reagan fue miembro de su Grupo de Trabajo para potenciar el sector privado”. Además, señalan que “una de sus principales tareas ha sido la construcción de templos, algo más de tres decenas construidos o planificados, muchos de ellos en Centro y Sudamérica, ampliando así el radio de acción en este continente”.
Los autores explican que “una jerarquía sacerdotal de varones dirige la comunidad de ámbito mundial” de los mormones. Para dirigir la secta, el profeta cuenta “con la colaboración de sus dos consejeros y sus doce apóstoles”. De esta manera, Monson encabezaba hasta el momento de su muerte “una compleja estructura jerárquica responsable de presidir y guiar la congregación”.
El presidente de la secta, señalan en el libro, “es considerado el Profeta viviente, el vidente y revelador, de quien se dice ser capaz de comunicarse directamente con Dios y poseer la prerrogativa de recibir nuevas revelaciones vinculantes para todos los miembros”.
Secretaría RIES
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