Las palabras del papa se produjeron cuando se reunió en el Vaticano con los participantes en una sesión plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El encuentro, del 8 al 11 de noviembre, explora el tema "¿Qué modelo de comunión plena?"
En sus palabras al grupo de expertos ecuménicos de todo el mundo, el papa recordó los numerosos encuentros importantes que ha tenido este año con líderes de otras comunidades cristianas. En particular, recordó su reciente visita a Lund en Suecia para presidir conjuntamente una conmemoración luterano-católica del inicio de la Reforma Protestante. Esa visita, dijo, le recordó el llamado 'Principio de Lund', formulado por el Consejo Mundial de Iglesias en 1952, que establece que las iglesias deben actuar juntas en todos los asuntos, excepto aquellos en los que profundas diferencias de convicciones las obligan a actuar por separado'.
El papa Francisco enfatizó que la unidad cristiana es un requisito esencial de nuestra fe, un camino de conversión personal y comunitaria a la voluntad de Cristo. Advirtió contra tres falsos modelos de comunión, comenzando por la creencia de que podemos lograr la unidad mediante maniobras diplomáticas o esfuerzos humanos únicamente.
La unidad, insistió, es un don de Dios y nuestra tarea es acoger ese don y hacerlo visible para los demás. Más que una meta a alcanzar, dijo, debemos ver la búsqueda de la unidad como un camino que emprendemos juntos con paciencia, determinación, esfuerzo y compromiso, sabiendo que todos somos pecadores por quienes Dios tiene infinita misericordia. "Recuerden", dijo, "que cuando trabajamos, oramos y servimos a los necesitados juntos, ya estamos unidos".
El segundo modelo falso contra el que advirtió fue el modelo de uniformidad. Cuando las diferencias teológicas, litúrgicas, espirituales y canónicas están genuinamente arraigadas en la tradición apostólica, dijo, no son una amenaza, sino un tesoro para la unidad de la Iglesia. "Tratar de suprimir tales diferencias", advirtió, "como sucedió en el pasado, va en contra del Espíritu Santo que enriquece a diferentes cristianos con una variedad de dones".
Finalmente, el papa Francisco advirtió contra la idea de la unidad como 'retroceder en el tiempo' para incorporar una iglesia en otra. "Nadie debería negar su propia historia de fe", dijo, "y nadie debería tolerar la práctica del proselitismo", al que llamó "un veneno para el camino ecuménico". "El verdadero ecumenismo", concluyó el papa, "es cuando nos centramos no en nuestras propias razones y normas, sino en la Palabra de Dios que nos exige escuchar, recibir y dar testimonio al mundo".
Archivio Radio Vaticana
En sus palabras al grupo de expertos ecuménicos de todo el mundo, el papa recordó los numerosos encuentros importantes que ha tenido este año con líderes de otras comunidades cristianas. En particular, recordó su reciente visita a Lund en Suecia para presidir conjuntamente una conmemoración luterano-católica del inicio de la Reforma Protestante. Esa visita, dijo, le recordó el llamado 'Principio de Lund', formulado por el Consejo Mundial de Iglesias en 1952, que establece que las iglesias deben actuar juntas en todos los asuntos, excepto aquellos en los que profundas diferencias de convicciones las obligan a actuar por separado'.
El papa Francisco enfatizó que la unidad cristiana es un requisito esencial de nuestra fe, un camino de conversión personal y comunitaria a la voluntad de Cristo. Advirtió contra tres falsos modelos de comunión, comenzando por la creencia de que podemos lograr la unidad mediante maniobras diplomáticas o esfuerzos humanos únicamente.
La unidad, insistió, es un don de Dios y nuestra tarea es acoger ese don y hacerlo visible para los demás. Más que una meta a alcanzar, dijo, debemos ver la búsqueda de la unidad como un camino que emprendemos juntos con paciencia, determinación, esfuerzo y compromiso, sabiendo que todos somos pecadores por quienes Dios tiene infinita misericordia. "Recuerden", dijo, "que cuando trabajamos, oramos y servimos a los necesitados juntos, ya estamos unidos".
El segundo modelo falso contra el que advirtió fue el modelo de uniformidad. Cuando las diferencias teológicas, litúrgicas, espirituales y canónicas están genuinamente arraigadas en la tradición apostólica, dijo, no son una amenaza, sino un tesoro para la unidad de la Iglesia. "Tratar de suprimir tales diferencias", advirtió, "como sucedió en el pasado, va en contra del Espíritu Santo que enriquece a diferentes cristianos con una variedad de dones".
Finalmente, el papa Francisco advirtió contra la idea de la unidad como 'retroceder en el tiempo' para incorporar una iglesia en otra. "Nadie debería negar su propia historia de fe", dijo, "y nadie debería tolerar la práctica del proselitismo", al que llamó "un veneno para el camino ecuménico". "El verdadero ecumenismo", concluyó el papa, "es cuando nos centramos no en nuestras propias razones y normas, sino en la Palabra de Dios que nos exige escuchar, recibir y dar testimonio al mundo".
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