Por Antonio Socci
Pero ¿quién es el papa hoy y exactamente cuántos hay? La confusión reina y la nueva entrega de Benedicto XVI -el libro entrevista- "Últimas conversaciones" en lugar de disolver las dudas las multiplica.
Empezaré por el detalle más curioso.
Peter Seewald le pregunta a Benedicto XVI: "Conoces la profecía de Malaquías, que en la edad media compiló una lista de futuros pontífices, prediciendo también el fin del mundo, o al menos el fin de la Iglesia? Según esta lista, el papado terminaría con su pontificado. ¿Y si fuera usted el último en representar la figura del papa tal y como la hemos conocido hasta ahora?
Sorprende la respuesta de Ratzinger: "Todo puede ser". Luego incluso agrega: "Probablemente esta profecía nació en los círculos en torno a Filippo Neri" (es decir la llamada "profecía" y la remonta al gran santo y místico de la Iglesia). Concluye con un chiste relámpago, pero esa fue su respuesta.
LA RUPTURA
¿Entonces Benedicto XVI cree que él fue el último papa? (para el fin del mundo o el fin de la Iglesia). Probablemente no. "Entonces, ¿usted cree -al menos según la versión del entrevistador- que usted fue el último en haber ejercido el papado como lo conocemos desde hace 2000 años?" Tal vez sí.
Y en ese segundo nos hace saltar, porque es sabido que el papado -de institución divina- para la Iglesia no puede ser cambiado por una voluntad humana.
Después de todo, ¿qué cambió? ¿Hay una ruptura en la tradición ininterrumpida de la Iglesia?
Otro destello del libro nos lleva en esta dirección. "¿Se ve así mismo como el último papa del viejo mundo", pregunta Seewald, "o como el primero del nuevo?. Respuesta: "Yo diría que ambos".
Pero, ¿Qué quiere decir? ¿Qué significa "viejo" y "nuevo", especialmente para alguien como Benedicto XVI que siempre ha luchado contra la interpretación del Concilio como una "ruptura" de la tradición y siempre ha afirmado la necesaria continuidad, sin rupturas, de la historia de la Iglesia?
En la página 31, Seewald afirma (y el texto ha sido revisado y respaldado por Benedicto XVI) ratzinger llevó a cabo un "acto revolucionario" que "cambió el papado como ningún otro pontífice de la era moderna".
Esta tesis -que evidentemente alude a la institución del "papa emérito"- tiene algún vínculo con lo que dice Ratzinger en este libro? Si, en la página 39.
Antes de resumir lo que aquí dice el papa Benedicto, sin embargo, debo recordar que la figura del "papa emérito" nunca ha existido en la historia de la Iglesia y los canonistas siempre han afirmado que no puede existir, ya que el "papado" no es un sacramento como en cambio es la ordenación episcopal, de hecho, en dos mil años, todos aquellos que han renunciado al papado, han vuelto a su estado anterior, mientras que los obispos siguen siendo obispos incluso cuando ya no tienen la jurisdicción de una diócesis.
Sin embargo, en los últimos días de su pontificado, Benedicto XVI, yendo en contra de todo lo que siempre habían apoyado los canonistas, anunció que efectivamente se convertiría en "papa emérito".
No me explico su perfil teológico, pero en su último discurso afirmó: "Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto".
Benedicto acompañó estas palabras con la decisión de permanecer en el Vaticano, de seguir vistiendo la túnica blanca y el zucchetto, de conservar el escudo papal con las llaves de Pedro y el título de "su santidad Benedicto XVI".
Había suficiente para preguntarse qué estaba pasando y si realmente había renunciado al papado. Lo cual hice en estas columnas, también porque mientras tanto el canonista Stefano Violi había estudiado la "declaratio" de renuncia y había llegado a estas conclusiones: (Benedicto XVI) "declara que renuncia al ministerium. No al papado, según dicta la norma de Bonifacio VIII; no al munus según lo dictado por el canon 332 § 2, sino al ministerium, o, cómo precisará en su última audiencia, al ejercicio activo del ministerio".
El corresponsal del Vaticano Andrea Tornielli, muy cercano al papa Francisco, en febrero de 2014, fue a preguntar a Benedicto XVI por qué permanecía como papa emérito y la respuesta que solicitó fue esta: "Mantener el hábito blanco y el nombre Benedicto es simplemente práctico. En el momento de la renuncia no había otra ropa disponible".
El experto Vaticano en cuestión hizo alarde de la primicia a los cuatro vientos que, sin embargo, tras una seria observación, resultó ser una elegante broma humorística (¿No había sotanas negras en el Vaticano?) para evadir un tema del que Benedicto XVI, evidentemente, en ese momento no podía hablar.
Y de hecho habla de ello hoy, después de 3 años, explicando los motivos de esa elección que, evidentemente, nada tiene que ver con cuestiones de sastrería.
SIEMPRE PADRE, SIEMPRE PAPA
Por eso, en el libro que acaba de publicarse, el papa Ratzinger parte de una reflexión sobre los obispos. A la hora de decidir su renuncia a los 75 años, se instituyó el "obispo emérito" porque -dijeron- "soy 'padre' y lo seguiré siendo siempre".
Benedicto XVI observa que incluso cuando "un padre deja de hacer de padre", porque los hijos son mayores, "no deja de serlo, sino que deja las responsabilidades concretas. Sigue siendo padre en un sentido más profundo, más íntimo".
Por analogía el papa Ratzinger hace el mismo razonamiento sobre el papa: "si renuncia mantiene la responsabilidad que ha asumido en un sentido interior, pero no en su función".
Sin embargo, este razonamiento poético es explosivo a nivel teológico porque significa que él es papa.
Para entender el marco teológico detrás de la página revolucionaria de Ratzinger necesitamos releer el sensacional texto de la conferencia de su secretario, monseñor George Ganswein, celebrada el 21 de mayo en la Pontificia Universidad Gregoriana.
ROTUNDO
En ese discurso -"censurado" por los medios, pero que fue una bomba atómica en la Curia- don George dijo que: "Desde el 11 de febrero de 2013, el ministerio papal no es como ha sido antes. Es y sigue siendo el fundamento de la Iglesia católica; y sin embargo, es un fundamento que Benedicto XVI ha transformado profundamente y de forma duradera con su pontificado de excepción".
"Un paso como el realizado por Benedicto XVI hasta ahora nunca había sucedido".
"Él no ha abandonado el encargo de Pedro -cosa que le hubiera sido imposible a consecuencia de su aceptación irrevocable del encargo en abril de 2005-. Con un acto de extraordinaria audacia él, en cambio, ha renovado este encargo".
"Él, en cambio, ha integrado el cargo personal en una dimensión colegial y sinodal, casi un ministerio en común" ... "de hecho el ministerio se expandió -con un miembro activo y un miembro contemplativo".
Hasta ese discurso del 21 de mayo, Bergoglio -que debió haber oído estas cosas de Benedicto XVI (pero sin entenderlas bien)- explicaba al papado emérito en la misma línea: decía que el de Benedicto había sido un "acto de gobierno", que solo había renunciado al ejercicio activo e hizo la analogía con los obispos eméritos.
Sin embargo, tras el discurso de Ganswein en mayo, el tribunal bergogliano comprendió la magnitud del problema y saltó la alarma. Así, en junio, a su regreso de Armenia, Bergoglio rechazó la tesis de un ministerio papal "compartido".
TORPEDO CONTRA BENEDICTO
Luego, a mediados de agosto, aparece en "Vatican Insider" (el termómetro de la Curia) una entrevista de Tornielli a un importante canonista y eclesiástico de la Curia, donde se deslegitimó por completo la figura del "papa emérito" porque “la unicidad de la sucesión petrina no admite en ella más distinción o duplicación de oficios o una designación de carácter meramente 'honorífico' o 'nominalista'”. Además “no hay subdistinción entre el munus y su ejercicio”.
Sin embargo, Benedicto XVI, en la plenitud de sus poderes, decidió precisamente permanecer como papa y renunciar únicamente al ejercicio activo del ministerio. Si esta decisión suya es inadmisible y nula, ¿significa que es nula también su renuncia?
Antonio Socci
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