Sara Gerardo es una madre estadounidense que dio a luz a uno de sus hijos tras una violación y que, después de 12 años, tiene un gran mensaje para todos, especialmente para el lobby del aborto.
“Han pasado 12 años desde que fui violada. Por fin estoy dispuesta a romper mi silencio y contar mi historia”, afirma.
En mayo del 2016, Sara recibió el Honor for Life Award (Premio de Honor por la Vida) de Choices4Life, organización a la que pertenece y que se dedica a ayudar a restaurar el honor y la dignidad de las madres y sus niños nacidos tras una violación.
"Que sepa todo el mundo que Sara ha mostrado todas las características de una heroína al salvar la vida de su hijo. Ella iba en contra de la sociedad, de la sentencia de muerte al niño, y en contra de una vergüenza que no le pertenecía. Sus acciones desinteresadas demostraron su fortaleza y que es digna de honor, no de vergüenza”, recalcó la presidenta de Choices4Life, Juda Myers.
Este es el testimonio de Sara, publicado por Life Defenders:
Por casi un año, fui abusada y retenida contra mi voluntad. Cuando fui liberada, llevaba a un niño en el vientre. Todo el mundo me presionaba para que abortara y parecía lógico en aquel momento. ¿Quería el hijo de un violador? ¿Qué pasaba si el bebé resultaba igual que él? ¿Quería acaso un recordatorio de la violación viviendo conmigo?
Algunos problemas de salud afectan mi memoria, pero recuerdo el día en que fui a visitar al médico poco antes de mi aborto programado. Recuerdo haber orado pidiendo perdón y esperaba haber tomado la decisión correcta.
Yo estaba convencida de llevar el aborto hasta el final, hasta que escuché los latidos del corazón de mi bebé. Entonces, el técnico de ultrasonido dijo: "su bebé parece estar bien".
Él no dijo que era el bebé de la persona que abusó de mí. No era un montón de tejidos. Era un latido del corazón. Un niño. Mi bebé.
Mi bebé no era culpable de nada de lo que hizo mi agresor y no merecía morir. Matarlo no cambiaría nada de lo sucedido ¡Era mi hijo! No podía seguir adelante con el aborto.
Viví sin hogar durante algún tiempo, pero quedarme con mi hijo fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Conseguí un trabajo y comencé a esforzarme para obtener un ascenso, algo que nunca habría hecho sin mi hijo.
Finalmente conseguí un aumento. Además, soy el primer miembro de mi familia, por ambas partes, en alcanzar un título universitario.
Recuerdo muy claramente el día en que nació mi hijo y lo sostuve con total incredulidad. ¿Cómo puede alguien ser tan perfecto? ¿Cómo podría amar tanto a alguien? Me maravillé de cada partecita de su cuerpo. Mi niño maravilloso.
Hoy estoy casada, tengo dos hijos más, y estoy a punto de obtener mi título de maestría. En cuanto a mi hijo, él es increíble. Tiene un corazón muy compasivo. A los cinco años empezó a recaudar fondos para la caridad, y sus esfuerzos le valieron el reconocimiento del actor Patrick Dempsey.
Es muy brillante, posee un coeficiente intelectual de más de 120. Fue reclutado por una de las mejores escuelas en el país, se saltó un grado, y pertenece a un programa de dotados y talentosos.
Mi hijo no actúa como mi agresor. No se parece mucho a él. No es un recordatorio diario de los abusos que he sufrido. Es mi hijo, mi tesoro. El día que escuché los latidos de su corazón, yo me convertí en provida. ¡Sin excepciones!
ACI PRENSA
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