De tal manera la gente se ha acostumbrado a estar continuamente “online” que ya no es capaz de pensar a solas.
Sintonizar con el mundo que te rodea y pensar en el pasado o imaginar el futuro es, hasta donde sabemos, un rasgo exclusivamente humano; es una parte integral de lo que nos hace humanos.
Pero en un reciente estudio, se pidió a un grupo de personas que pasaran unos minutos a solas con sus pensamientos y la experiencia le resultó tan desagradable a muchos de ellos, que prefirieron recibir descargas eléctricas.
Realizaron seis experimentos donde pidieron a estudiantes universitarios que pasaran entre seis y 15 minutos en una habitación vacía con sus propios pensamientos, sin teléfonos celulares, libros o distracciones.
Más de la mitad, el 57,5 %, indicó que era difícil concentrarse, el 89 % admitió que su mente vagaba por lo menos un poco, y el 49,3 % indicó que no disfrutaron demasiado de la experiencia. Para asegurarse de que el entorno de laboratorio no era el problema, los investigadores pidieron a los estudiantes universitarios que pasaran un tiempo encerrados con sus pensamientos en sus propios hogares.
Casi un tercio, el 32 %, admitió que fueron incapaces de cumplir con los requisitos del experimento y que al final se pusieron a comprobar sus teléfonos celulares o a escuchar música.
El problema no resultó ser exclusivo de los estudiantes universitarios.
Los investigadores contaron con participantes de una iglesia y un mercado agrícola locales, de entre 18 y 77 años y los resultados se mantuvieron.
Pero ¿hasta qué nivel les resultó desagradable estar a solas con sus pensamientos?
Para averiguarlo, los investigadores dieron a los participantes del estudio las mismas instrucciones, es decir, pasar tiempo a solas con sus pensamientos, pero antes del experimento, se les pidió que calificaran ciertos estímulos positivos (una serie de fotografías atractivas) y estímulos negativos (pequeñas descargas eléctricas).
Algunos de ellos afirmaron que pagarían dinero con el fin de evitar las descargas eléctricas desagradables. Sin embargo y de forma sorprendente, durante el tiempo de pensar, la gente prefirió recibir descargas eléctricas en lugar de permanecer a solas con sus pensamientos durante 15 minutos.
Un total del 67 % de los hombres que previamente habían valorado los shocks eléctricos como desagradables (tan desagradables que en realidad pagarían dinero para evitarlos), siguieron prefiriendo las descargas. El 25 % de las mujeres que dijeron que pagarían para evitar los choques también se sometieron voluntariamente a las descargas.
“Llama la atención que simplemente estar a solas con tus propios pensamientos durante 15 minutos resulte tan desagradable que lleve a muchos participantes a administrarse descargas eléctricas que antes habían dicho que pagarían por evitar”, afirmaron los investigadores.
Accion Familia
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