lunes, 19 de diciembre de 2022

CONSAGRACIÓN DE LA RAZA HUMANA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LA FIESTA DE CRISTO REY

En la Fiesta de Cristo Rey, celebrada el último domingo de octubre (el domingo anterior a la Fiesta de Todos los Santos) e iniciada en 1925 por Pío XI en su Encíclica Quas Primas, después de la Misa tiene lugar una Consagración del Género Humano al Sagrado Corazón de Jesús. 

Nos arrodillamos ante el Sacramento y recitamos la siguiente consagración. Después se rezan las letanías y la bendición del Santísimo Sacramento. 

Al rezar la Consagración, confesarse y recibir la Eucaristía en este día (cuando se hace devotamente), los fieles reciben una indulgencia plenaria.


Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; pero, para estar más ciertamente unidos a Ti, he aquí que cada uno de nosotros se consagra hoy libremente a tu Sacratísimo Corazón.

Muchos, en efecto, nunca te han conocido; muchos también, despreciando tus preceptos, te han rechazado. Ten piedad de todos ellos, misericordiosísimo Jesús, y atráelos a tu Sagrado Corazón. Sé Rey, Señor, no sólo de los fieles que nunca te han abandonado, sino también de los hijos pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa de tu Padre para que no mueran de miseria y de hambre.

Sé Tú Rey de los que se dejan engañar por opiniones erróneas, o a quienes la discordia mantiene alejados, y llámalos de nuevo al puerto de la verdad y de la unidad de la fe, para que haya un solo rebaño y un solo Pastor.

Sé Tú Rey de todos aquellos que todavía están envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo, y no rehúses atraerlos a la luz y al reino de Dios. Vuelve tus ojos de misericordia hacia los hijos de esa raza, que en otro tiempo fueron tu pueblo elegido: en otro tiempo invocaron sobre sí la Sangre del Salvador; que ahora descienda sobre ellos una fuente de redención y de vida.

Concede, Señor, a tu Iglesia la seguridad de la libertad y la inmunidad de todo mal; da la paz y el orden a todas las naciones, y haz que la tierra resuene de polo a polo con un solo grito: “Alabado sea el Corazón divino que obró nuestra salvación; a él sea la gloria y el honor por los siglos”. 

Amén. 


Por favor, leed sobre la Realeza de Cristo y comprended la absoluta importancia de este concepto. Rezad de verdad la Misa, en todo momento, pero especialmente en este día. Rezad la Consagración con todo vuestro corazón.


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