Son argentinas y su caso llegó a la prensa científica mundial. La madre tiene 45 años.
Por Mariana Iglesias
Esos ojazos celestes multiplicados tienen un origen que merece ser contado. No solo por la paciencia de los padres en buscarlos, sino también porque son una muestra cabal de lo que puede hacer la ciencia. Esas bebas que sonríen son en parte producto de dos óvulos que estuvieron congelados doce años. Mercedes y Guadalupe son argentinas. Y también son un récord mundial: son las primeras mellizas que nacen de óvulos que estuvieron en nitrógeno líquido 196 grados bajo cero durante tanto tiempo.
Las bebas nacieron el 19 de enero, pero la noticia se dio a conocer ahora que fue publicada por una reconocida revista científica (Reproductive BioMedicine). Fue por cesárea. Pesaron 2480 y 2620 gramos, luego de un embarazo de 38 semanas de gestación. Pero ese es el final feliz. El comienzo de la historia hay que ubicarlo quince años atrás. Mónica Zapotoczny tenía 31 años y su marido, Guillermo Husak, 30. Ella sabía que tenía pocas posibilidades de quedar embarazada porque le habían operado las trompas, así que empezó con tratamientos de fertilización. La secuencia la cuenta Sergio Pasqualini, director de Halitus, y es de no creer, un lío de números: “En una primera estimulación ovárica en 1997 se consiguen 35 óvulos, se fertilizan 5, se transfieren 3 embriones, pero no se logra el embarazo. A su vez, se congelan 29 óvulos. A los meses se descongelan 14 de esos óvulos, se transfieren pero sin éxito. Al año siguiente se sigue el tratamiento con los 14 óvulos restantes pero tampoco se logra nada”. Sigue Pasqualini: “Al año, con otra estimulación se consiguen 41 óvulos, se logran 7 embriones, se transfieren 2. Nada. Se congelan 5 embriones y 15 óvulos. Al otro año se transfieren 3 embriones. Ninguno prende. Unos meses después se descongelan 8 óvulos pero el tratamiento no prosperó”. De más está decir que a esa altura Mónica estaba bastante mal anímicamente. Era marzo del 2001.
“Después de seis tratamientos dijimos basta. Nos anotamos para adoptar”, cuenta Mónica. En 2005 les llegó la noticia que había una nena, Daniela, que tenía una cardiopatía severa. Ni lo dudaron. “Estaba muy grave. La operamos. Hoy está muy bien, con sus pequeñas limitaciones, pero muy bien. Fue lo mejor que nos pasó en la vida”. Daniela hoy tiene 11 años y fue la que una vez en la familia empezó a pedir un hermanito. Se volvieron a anotar para adoptar.
En 2009 la llaman de Halitus para recordarle que quedaban 7 óvulos... Y allí volvieron Mónica y Guillermo. Se formaron 5 embriones, se transfirieron 2, que están en la foto, riendo. “La conclusión es que los óvulos congelados 12 años sirven”, dice Pasqualini. Resalta que son producto de una mujer joven (entonces Mónica tenía 33 años).
Ahora tiene 45, y tres hijas que parecían imposibles. “Es muy fuerte. Es indescriptible”. ¿Y cómo es criar recién nacidos a los 45? “Tiene pros y contras. El físico no es el de los 20, los primeros meses sin dormir no se llevan de la misma manera, es agotador. Pero al mismo tiempo tenés otra cabeza, otra madurez. Se despiertan a la noche, vas agotada, pero te sonríen y ahí mismo te morís de amor”.
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