Dos
pacientes que habían perdido la vista debido a una enfermedad degenerativa
pudieron recuperarla en parte gracias al implante de una retina electrónica,
realizado por primera vez en Gran Bretaña.
Cirujanos
del King's College Hospital de Londres implantaron detrás de la retina de esos
pacientes un microchip de apenas tres milímetros, que transforma la luz que
penetra en el globo ocular en impulsos eléctricos que el cerebro es capaz de
reconocer.
La
retina electrónica –fabricada por la alemana Retina Implant AG- cuenta con
1.500 diodos fotosensibles que actúan como los píxeles de una imagen digital y
transmiten esa información a través del nervio óptico, al que están conectados.
El
dispositivo, según los propios pacientes, les permite percibir "flashes de
luz", algo que, por el momento, les facilita ver objetos blancos sobre un
fondo negro.
Chris
James y Robin Millar, que recibieron los implantes a mediados del mes pasado,
señalaron además a los investigadores una serie de efectos inesperados que
Robert MacLaren, profesor de Oftalmología en la Universidad de Oxford,
describió como "extraordinarios".
Uno
de ellos aseguró a los médicos que ahora tiene "sueños en color",
algo que no le sucedía desde que perdió la vista como consecuencia de una
enfermedad degenerativa llamada retinosis pigmentaria.
"Desde
que encendieron el dispositivo puedo detectar la luz y distinguir la figura de
ciertos objetos, es esperanzador. Parece que se ha despertado una parte de mi
cerebro que estaba dormida", celebró Millard, un productor musical de 60
años.
"Es
algo que quizás no resulte asombroso a otras personas pero, para un no vidente,
ser capaz de orientarse por sí mismo en una habitación, reconocer dónde están
las puertas y las ventanas es algo singularmente útil", coincidió
MacLaren.
Por
su parte, Tim Jackson, cirujano en el King's College Hospital, indicó que el
tratamiento está destinado a "mejorar en gran medida la vida de las
personas con retinitis pigmentaria", pero subrayó que se encuentra todavía
"en las primeras etapas”. Los responsables del estudio, en el que se
implantarán chips similares a otros diez pacientes británicos, indicaron que
esta tecnología podría adaptarse en el futuro para tratar formas más comunes de
ceguera progresiva.
Hasta
el momento, sin embargo, solo fue probado en pacientes con retinitis
pigmentaria, una enfermedad hereditaria que afecta a uno de cada 4.000
europeos.
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