El
polémico y mundialmente reconocido Manual de Diagnóstico y Estadística de
Trastornos Mentales (DSM), publicado en Estados Unidos, está por ser actualizado (DSM V) y ya se inició el
debate por la posible incorporación de nuevas conductas que afectan al ser
humano. Entre ellas se encuentran: la adicción a internet, al sexo, a las
compras y al trabajo.
Los
miembros de la Asociación Americana de Psiquiatría, que agrupa a 36 mil
profesionales, están trabajando en pos de la definición de lo que hoy en día es
considerado una adicción. De esta manera, muchas de las conductas que viene
manifestando la sociedad en los últimos tiempos podrían pasar a considerarse
como patologías en el DSM V, cuyo lanzamiento está programado para mayo del año
2013.
Esta
clasificación es muy importante para los profesionales que utilizan el manual
como referencia y guía a la hora de diagnosticar a los pacientes, el tratamiento
que debe recibir e inclusive el fármaco que debe tomar. Los especialistas
estadounidenses reclaman que “es necesario promover diagnósticos más precisos,
intervenciones más tempranas y mejores resultados”.
Esta
corriente es fuertemente criticada y rechazada desde muchos ámbitos de la
psicología y sobre todo desde el psicoanálisis, que se opone a la clasificación
masiva y que propone un tratamiento individual y propio para cada paciente con
su respectiva sintomatología. Además, sostienen que el Manual de Diagnóstico y
Estadística de Trastornos Mentales (DSM), desde su primera edición en 1952, ha
producido un aumento con respecto al consumo de fármacos.
Por
ese motivo, se han creado diferentes movimientos en contra a la corriente
derivada del DSM a nivel mundial, como por ejemplo el “Occupy APA” (“Toma de la
APA”) que el 5 de mayo pasado, durante el congreso anual de Filadelfia, realizó
una gran protesta. Incluso 11 mil profesionales de todo el mundo firmaron un
documento que le pide a la asociación de EE.UU. que no ponga en marcha el
manual.
Los
psiquiatras que están de acuerdo con la difusión del manual y por ende de esa
forma de procedimiento frente a la presentación de diversas patologías,
sostienen que de esa manera se puede lograr que las obras sociales y prepagas
contemplen el pago de ciertas terapias para tratar las adicciones. Pero también
advierten que la clave está en distinguir entre una manifestación natural del
estado de ánimo de la persona y cuándo llega a convertirse en un trastorno.
El
psiquiatra Julio Brizuela, presidente del Capítulo de Juego Patológico de la
Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), afirma: “No todos los pacientes
necesitan tratamiento farmacológico. No hay dos pacientes iguales y siempre
trabajamos su singularidad: su historia, su familia, su entorno”.
Por
su parte, la psicoanalista Sonia Almada, directora del Centro de Salud Mental
Aralma, destaca que si la mesa de trabajo del DSM V incluye como trastorno
mental, por ejemplo, a la ludopatía, es porque socialmente existe, no lo están
inventando. “Así sucedió cuando el DSM IV, en 2000, incluyó el ataque de
pánico, lo que hasta ese momento se lo diagnosticaba como trastorno de angustia
o de depresión”, dice. “Pero también existe el riesgo de que cualquier conducta
pueda terminar en ser patológica. Por ejemplo, una señora de 80 años, viuda,
que va al bingo a jugar porque está sola, ¿es una enferma mental?”, agrega.
Según
Elías Klubok, médico psiquiatra de APSA y también psicoanalista, “estos
manuales clasifican conductas que producen infelicidad y que están entroncadas
con los tiempos actuales, con los paradigmas actuales, algo que las mismas
publicidades transmiten permanentemente: comprar compulsivamente, jugar para
ganar, que ‘alguien de arriba’ nos salve”.
Gustavo
Dupuy, médico psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA),
cree que “es necesario tratar a cada paciente en su singularidad, y no terminar
‘patologizando’ a la sociedad”.
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