Si
bien en la Argentina no existen estadísticas oficiales sobre esta temática, sí
se sabe que en los últimos años se triplicaron las denuncias. Cambios de
conducta que denotan un niño abusado.
Aunque
en los últimos años las denuncias acerca de diferentes formas de abuso infantil
aumentaron radicalmente en todo el mundo, no hace mucho tiempo que se
comenzaron a tomar medidas jurídicas para proteger a las víctimas,
considerándolo una entidad médica y aceptándolo como un grave problema social.
Según
la American Academy of Pediatrics anualmente, el 1% de los niños sufrirá abuso
sexual.
En
nuestro país no hay estadísticas muy serias en relación a esta temática pero se
sabe que en los últimos 8 años se triplicaron las denuncias a pesar que se estima que se da a
conocer sólo 1 de cada 10 casos.
¿Qué es el abuso
sexual?
Se
considera abuso u acoso sexual en niños a toda actividad que sea llevada a cabo
por un adulto o por otro pequeño que tenga connotaciones sexuales. El abuso
sexual ocurre sin el consentimiento en condiciones de desigualdad entre el
abusador y la víctima, como consecuencia de algún tipo de coerción, por eso
conlleva un acto de poder sobre un niño para el placer del adulto.
Estas actitudes
tienen diferentes manifestaciones, dentro de las cuales podemos mencionar:
-
Manoseo corporal.
-
Toqueteos de genitales.
-
Obligar a la víctima a que toque el sexo del abusador.
-
Sexo oral.
-
Frotación de genitales contra el niño.
-
Penetración anal o vaginal.
-
Exhibición del sexo a los niños.
-
Darles revistas o filmes porno.
-
Hacer materiales pornográficos u obscenos con niños.
Generalmente
los niños no hablan del tema porque, o bien no saben expresar con palabras lo
que sucedió, excede sus posibilidades de elaborarlo o fue persuadido o
amenazado para que no hable.
También
la vergüenza o culpa juegan un rol importante a la hora de esconder lo
ocurrido, así como el temor a que no les crean o los castiguen.
Por
otra parte, es importante tener presente que quienes abusan de los niños no
siempre son personas extrañas, en nuestro país se estima que en el 90% de los
casos se trata de personas cercanas a la familia: familiares, vecinos, amigos
de los adultos a quienes los niños conocen y en quienes confían.
Esta
situación dificulta mucho más aún la decisión de los pequeños de denunciar lo
sucedido.
Señales de
alarma para padres
Lo
primero que los papás podrán advertir es cualquier cambio repentino en su
conducta habitual. Otras manifestaciones a tener en cuenta:
-
Angustia sin aparente motivo.
-
Aislamiento.
-
Mudez.
-
Evitación exagerada al contacto.
-
Pesadillas.
-
Cansancio o apatía permanente.
-
Cambio significativo en la conducta escolar.
-
Conductas agresivas persistentes.
-
Conducta sexual explícita.
-
Conocimientos dichos o dibujados no apropiados a su edad.
-
Regresiones conductuales.
-
Los niños no miran a la cara a la gente o hablan mal de casi todo el mundo.
Es
importante saber que la ausencia de signos o evidencias físicas no es sinónimo
de ausencia de abuso.
Qué hacer ante
el abuso sexual infantil
Cuando
una persona sospecha que un niño/a está siendo abusado/a debe actuar con prudencia
y responsabilidad, con discreción y sentido común. Lo más importante es
creerle. No hacerles sentir sentimientos de culpa. No cuestionarlos. No
insistir en que brinde mayores detalles. Acudir a algún ente o profesional que
pueda escuchar el relato con el objetivo de proteger y ayudar a la víctima.
Realizar
la denuncia correspondiente. No convertirse en cómplices del abusador con el
silencio.
Asimismo,
para evitar que esto suceda es sugerible la educación sexual tanto en la
familia como en las instituciones que oriente a los niños hacia el respeto y el
cuidado del propio cuerpo. Ello incluye: no hacer nada que no quiere, no
dejarse hacer nada que no quiera o considere malo.
La
comunicación con los adultos es fundamental tanto para recibir la educación
sexual que brinde garantías de bienestar y salud como para acudir a ellos ante
dudas, temores o en búsqueda del apoyo ante situaciones vividas.
Buscar
ayuda profesional para elaborar lo sucedido e intentar las menores
consecuencias emocionales posibles.
Por:
licenciada Marisa Russomando, psicóloga (MN 23189), directora de Espacio La
Cigüeña.
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