El cortocircuito fue en la apertura de un congreso educativo de la Iglesia que se desarrollo en Santa Fe, donde el arzobispo Aguer criticó los contenidos oficiales y el ministro salió a defenderlos.
Por Sergio Rubin
Lejos de haber quedado en el pasado, los roces entre la Iglesia y el Estado por los contenidos de la educación sexual reaparecen una y otra vez. Volvieron a cruzarse el presidente de la comisión de Educación del Episcopado, el arzobispo Héctor Aguer, y el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni. La novedad es que esta vez el cortocircuito no fue por los medios, sino en la apertura de un congreso educativo de la Iglesia que se desarrollo en Santa Fe y que contó con la presencia del gobernador de la provincia, Antonio Bonfatti; el titular de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, y miles de docentes de todo el país.
La polémica se produjo a raíz de que Aguer, en el discurso inaugural, criticó con dureza las orientaciones oficiales. “El Estado pretende imponer en la transmisión de esta asignatura (educación sexual) criterios inspirados en la ideología de género y carentes de toda consideración moral”, disparó. Y redondeó: “La preocupación preponderante es, en base a una información parcializada, el ‘cuidado’ para evitar las consecuencias no deseadas del ejercicio precoz e irresponsable de la facultad sexual y no la orientación de la persona para la vivencia madura, oportuna y noble de esa dimensión biológica, psicológica, afectiva y espiritual del ser humano”.
Aguer también criticó con severidad una guía destinada a colaborar con los padres en la educación sexual de sus hijos, que el Ministerio de Educación presentó el año pasado. “Lamento decir que se trata de un texto absolutamente inaceptable”, dijo. En cambio, elogió la revista sobre Educación Integral de la Sexualidad, que el Consejo Superior de Educación Católica (Consudec) –organizador del congreso que se inició ayer–, lanzó hacia fines de año. En ese sentido, señaló que "el catolicismo reconoce la importancia de la formación de niños y adolescentes para que alcancen una positiva integración de la sexualidad en la vida personal; queremos ofrecer –puntualizó– orientaciones claras y sólidas a los padres de familia, que son los primeros y principales educadores de sus hijos”.
Consultado luego por los periodistas acerca de las críticas de Aguer, Sileoni defendió con vigor los contenidos propiciados por el Estado. “Somos enfáticos en que estamos cumpliendo una ley y que realmente esa ley nos obliga a dar información”. Aclaró al respecto que “no es una ley que avanza sobre el ideal de familia, sino una ley en la que la escuela converge con las familias”.
Sileoni subrayó: “Tenemos algunas preocupaciones que no resignamos: el embarazo temprano, las enfermedades de transmisión sexual y también aspectos de un entramado menos conocido que es el de los abusos intrafamiliares. Respetando ideologías e idiosincracias –agregó– vamos a seguir avanzando porque la educación sexual es un derecho de nuestros chicos”.
(Dos párrafos saturados de hipocresía y cinismo de quien inviste el rol de representar a la cultura argentina en el plano de la formación de las nuevas generaciones en cuanto al sistema de valores de la cultura argentina)
El nuevo roce entre la Iglesia y el Gobierno por la educación sexual se da luego de que el embarazo de una niña de 11 años en Entre Ríos abriera una polémica entre los que estaban a favor de y en contra de que interrumpiera su embarazo. También, después de que la ministra de Educación de Mendoza, María Inés Abrile, dijera que la escuela “debe retrasar” el debut sexual de los adolescentes.
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