No podemos vivir mirando solo la tierra, necesitamos de la eternidad.
Por el Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En este mes de noviembre, en la solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos, el Papa Benedicto XVI ha recordado que solamente quien puede reconocer una gran esperanza en la muerte, puede también vivir una vida a partir de la esperanza. No podemos vivir mirando solo la tierra, necesitamos de la eternidad.
El hombre, seguía diciendo el Papa, puede explicarse sólo si existe un Amor que supera la muerte, que va más allá del espacio y el tiempo. El hombre encuentra su sentido más profundo sólo si existe Dios. Sabemos que Dios se ha hecho cercano, ha entrado en nuestra vida y nos dice: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás’ (Jn 11,25-26).
2) Para pensar
¿Cómo afrontamos la muerte? El relato sobre una persona sencilla nos ilustra.
Contaba una persona que tenía una tía abuela llamada Doña Joaquinita, la cual era una señora amable, simpática, sonriente, optimista y piadosa. Y eso que tenía ya cerca de los cien años. Aunque un poco disminuidas sus fuerzas físicas, como es natural, estaba casi en plenitud de facultades mentales. Podía valerse ella sola para casi todo. Como broma solía comentar: “Me parece que allá arriba se han olvidado de mí”.
Pero llegó el día de su final. Un día se levantó de la cama y tropezó con la alfombra. Acudieron pronto para ayudarle, pero solo pudieron escuchar sus últimas palabras mientras sonreía: “Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado…” Y expiró con su paz habitual. Parece broma, pero fue verdad que murió como vivió.
3) Para vivir
Ante la muerte todos buscamos algo que nos invite a esperar, una señal que nos dé consuelo. ¿Por qué tememos o rechazamos la muerte? El Papa comenta que a veces tenemos miedo de ir hacia algo que no conocemos o la rechazamos porque no podemos aceptar que todo lo que de bello y de grande que se hizo en la vida sea eliminado de repente. También tenemos temor ante la muerte ante el juicio sobre nuestras acciones, sobre cómo hemos llevado nuestra vida.
Pero las palabras de Jesucristo nos confirman en la existencia de la vida eterna. Por ejemplo, a los Apóstoles les pide fe en él para creer que les prepara un sitio después de la muerte. En la cruz le promete al ladrón arrepentido ir al paraíso después de que muera. Cristo es el buen Pastor, bajo cuya guía nos podemos confiar sin temor, ya que Él conoce bien el camino, ha atravesado también la oscuridad, la muerte.
En estos días vamos al cementerio para rezar por las personas queridas que nos han dejado, una visita para expresar nuestro afecto, para sentirlos cercanos. Con ello recordamos también la comunión de los santos, que es un vínculo estrecho entre los que caminamos todavía en esta tierra y los muchos que ya han alcanzado la eternidad.
La Iglesia nos invita a renovar con valor y con fuerza nuestra fe en la vida eterna, es más, a vivir con esta gran esperanza y a dar testimonio de ella al mundo. Y precisamente, señalaba el Papa, la fe en la vida eterna da al cristiano el valor para amar aún más intensamente esta tierra nuestra y trabajar para construirle un futuro.
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