El organismo internacional instó a combatir las enfermedades no transmisibles, que ocasionan el 63% de las muertes.
La Asamblea General de la ONU consideró el problema de las enfermedades no transmisibles, causantes del mayor número de muertes en el mundo y, a través de una declaración, ha convocado a una activa lucha de todas las naciones contra esos males que incluyen, principalmente, las cardiopatías, el cáncer, las neuropatías y la diabetes.
Esas enfermedades son las que más preocupación generan porque son causantes cada año del 63 por ciento de los fallecimientos en el mundo, y de ellos, el 25 por ciento son jóvenes.
Un estudio de la Facultad de Salud de la Universidad de Harvard ha calculado que, de continuar así, en los próximos veinte años, este tipo de males costarán casi la mitad del PBI mundial de 2010.
Los datos citados permiten apreciar las razones por las cuales las enfermedades no transmisibles han de encararse con interés prioritario debido a sus consecuencias y no sólo a sus índices de mortalidad, pues aun cuando los pacientes sobrevivan, sus posibilidades de trabajo se reducen y sus necesidades de tratamiento y atención aumentan, incrementándose, a su vez, el daño social y económico, aspectos que son más notorios en los países cuyas rentas son medias o bajas. De ese modo, se van socavando posibilidades del desarrollo de los países, según afirma la declaración del organismo internacional.
La importancia asignada a la cuestión se advierte porque es la segunda vez en su historia que la Asamblea de las Naciones en pleno trata un problema sanitario. El objetivo buscado es la elaboración de estrategias que sirvan a la mejor prevención y cuidado de las personas, en especial de las más jóvenes.
Esa prevención tiene especial relación con los llamados factores de riesgo, como lo son el tabaquismo, las dietas poco saludables, el consumo excesivo de alcohol, el sedentarismo. Esos antecedentes de las graves patologías citadas deben ser vigilados a través de un periódico control médico, una continua y eficiente educación aliada al aporte de una legislación que lleve a una disminución del consumo de cigarrillos y de alcohol, sobre todo en las edades juveniles, o mediante campañas que concurran a aminorar el empleo de sal y grasas en las dietas.
En el curso de la Asamblea, la subsecretaria de Prevención y Control de Riesgos del Ministerio de Salud de nuestro país, Marina Kosacoff, dio a conocer las medidas preventivas aquí tomadas en el sentido arriba indicado.
Es evidente que el problema merece la mayor consideración de todas las naciones. Si bien una prevención eficaz tiene su costo, es muy pequeño, según lo ha calculado la OMS: 40 centavos de dólar por habitante. Las sumas por invertir, pues, son bajas cuando se las compara con el costo de atender a los enfermos con su carga de efectos sociales y económicos.
Se trata, entonces, de un esfuerzo factible para la comunidad global, que no sólo impedirá que muchos se enfermen, sino que a la vez "se ha de salvaguardar el futuro", según dijo acertadamente el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
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