Casi la misma cantidad pasa cinco o más horas diarias frente a una pantalla. Los datos son del Barómetro Social de la Infancia (Cordoba).
Los esfuerzos de la Nación, que ya entregó un millón de netbooks , y los de la Provincia de Cordoba, que extendió la jornada de casi el 30 por ciento de los primarios públicos, aún no lograron parámetros mínimos de oportunidades.
Es que un alto porcentaje de niños y adolescentes argentinos no suele utilizar Internet, tampoco acostumbra leer textos impresos y está cinco o más horas frente a una pantalla, principalmente la televisión.
Así, la lectura de textos impresos representa un déficit para el 47 por ciento de la niñez de 5 a 12 años y sube al 51 entre adolescentes de 13 a 17.
Y según desciende el estrato social, aumenta la probabilidad de que no suelan leer textos impresos: mientras que cinco de cada 10 niños del estrato muy bajo no suelen leer esos textos impresos, tampoco acostumbran hacerlo tres de cada 10 en el estrato medio alto.
Los datos, a los que accedió en exclusiva La Voz del Interior, surgen del Barómetro Social de la Infancia 2011, que se presentará mañana en Buenos Aires. La investigación fue realizada por la Universidad Católica Argentina, junto con las fundaciones Arcor, Minetti y Telefónica.
La exposición a la televisión y, en segunda medida a computadoras u otras pantallas, es enorme: casi el 47 por ciento de la niñez en edad escolar pasa cinco o más horas diarias frente al menos a una de ellas, y los hace casi el 49 por ciento de los adolescentes. Como es costumbre, este indicador también demuestra un alto grado de desigualdad social: el 56 por ciento de los niños del estrato muy bajo suele permanecer frente a las pantallas cinco o más horas, mientras la cifra desciende al 35 por ciento en el estrato medio alto. Esta relación en los adolescentes es de 55 y 47 por ciento, respectivamente.
A la vez, el 82 por ciento de los niños y el 68 por ciento de los adolescentes del estrato social muy bajo no suele utilizar Internet. La cifra cambia significativamente en el estrato medio alto, con 20 y 10 por ciento, respectivamente.
Social y emocional
“No es la pobreza meramente económica la que determina los problemas de desarrollo en la niñez, sino más bien su asociación con otras situaciones familiares, sociales y emocionales”, se lee en la investigación.
Con este modelo como objetivo, la investigación busca conocer no sólo aspectos como el acceso a la alimentación o las condiciones habitacionales, sino también indagar las características de los vínculos emocionales y sociales.
En este contexto, son preocupantes –y a la vez dolorosos– los indicadores de déficit en estimulación emocional e intelectual, en especial si se miran los estratos más bajos. Mientras que a tres de cada 10 adolescentes del estrato muy bajo no le festejaron su último cumpleaños, sólo el 10 por ciento no lo festejó en el medio alto.
La sensación única de escuchar un cuento tampoco es un momento que viven todos los chicos. La enorme cantidad que representa el 47 por ciento de los niños menores de 5 años del estrato social muy bajo no suele compartir cuentos junto a algún miembro de su familia mientras que la cifra baja el 13 por ciento en el medio alto.
Tampoco suelen dibujar ni jugar junto a algún miembro de la familia el 22 por ciento de los niños de 0 a 4 años del estrato social muy bajo, mientras en el medio alto no lo hace el nueve por ciento. Además, la comodidad del sueño tampoco es generalizada: el 26 por ciento de la niñez en los primeros años de vida suele compartir cama o colchón. Así, los niños del estrato muy bajo registran 3,4 veces más chances de compartir cama o colchón para dormir que en el estrato medio alto.
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