¿Cuál es su solidez científica? ¿Es dato probado, demostrado, que el embrión humano puede dividirse y originar gemelos a lo largo de sus dos primeras semanas de desarrollo?
Por el Dr. Gonzalo Herranz, de la Universidad de Navarra
Herranz defiende que entre biólogos y bioéticos debe darse una relación vital. De ello depende, por ejemplo, que el embrión de menos de 14 días esté provisto de dignidad. El catedrático de Anatomía Patológica revela en este sentido que la cronología del modelo de Corner sigue siendo una hipótesis.
Me invitaron a dar la lección de clausura de la V edición del Máster en Bioética de la Universidad de Navarra. Y elegí para ella un tema básico: la seriedad con que, en bioética, se ha de tomar la biología. Es muy estrecha la relación que se anuda entre biología y bioética. Eso quiere decir que biólogos y bioéticos no pueden trabajar dándose la espalda. Se necesita un vivo intercambio entre ciencia natural y filosofía moral, entre logos y ethos. En mi lección a los nuevos másteres les instaba a que dedicaran horas a leer ciencia biológica, y a hacerlo intensa, críticamente. Lo exige mantener alto el listón. A veces pienso que la bioética académica está perdiendo aliento. Y parte de la culpa de ese aflojamiento puede radicar en que cada año son más numerosos los trabajos de bioética debilitados por su biología mal entendida o falseada. No ocurre eso siempre por culpa de los bioéticos: no faltan biólogos que, por intereses ideológicos, dan por buenas interpretaciones dudosas, y por definitivos datos provisionales. Para mostrar a los másteres una aplicación de esas ideas y consejos, les puse varios ejemplos. Elijo para esta Tribuna, uno que, a mi parecer, puede interesar -y hacer pensar- a muchos.
Supuesta cronología de la gemelación
En embriología, obstetricia y genética humanas, se tiene por dato firme que los gemelos monocigóticos se originan por división del embrión durante los 14 días que siguen a la fecundación. En eso coinciden los libros de texto y los artículos de investigación avanzada. En ese concepto se apoyan, en donde las haya, las leyes de reproducción asistida y experimentación en embriones humanos. Es, a fin de cuentas, biología "oficial".
* He llegado a la conclusión de que la correlación tiempo de desarrollo posfecundación/tipos de gemelos que presentan manuales y artículos de investigación es una mera hipótesis.
Que en esas dos semanas el embrión humano puede dividirse y originar dos seres humanos es idea que fascina a muchos bioéticos, juristas y teólogos. Les permite afirmar que, mientras es posible esa división, no estamos ante un individuo humano, sino ante un ser pre-personal, ante un pre-embrión, el cual, obviamente, no puede ser persona humana ni titular pleno de los derechos humanos. La coherencia filosófica de este argumento ha sido debatida hasta la náusea.
Pero, ¿cuál es su solidez científica? ¿Es dato probado, demostrado, que el embrión humano puede dividirse y originar gemelos a lo largo de sus dos primeras semanas de desarrollo? He dedicado tres años a rastrear, con deseo de ser exhaustivo, las publicaciones biomédicas sobre el asunto. Y he llegado a la conclusión de que la correlación tiempo de desarrollo posfecundación/tipos de gemelos (DCDA, MCDA, MCMA, gemelos unidos) que monótonamente presentan manuales y artículos de investigación es una mera hipótesis. La lanzó G. W. Corner en 1922. Fue completada por O. v. Verschuer en 1932. La divulgó de nuevo Corner en 1955. Y, poco a poco, ha sido sumisamente aceptada por todos, a pesar de lo que el propio Corner afirmaba.
Decía en 1922: "Voy a permitirme un breve ejercicio de imaginación sobre la morfogénesis de los gemelos monocoriónicos humanos". Y, en ese ejercicio de imaginación, no sólo fundía en un modelo hipotético sus ideas sobre la gemelación diamniótica del cerdo con las de Paterson sobre la monoamniótica del armadillo, sino que tradujo a coordenadas temporales de la embriología humana lo que suponía que podía ocurrir en la geminogénesis monocoriónica humana.
Más de 30 años más tarde, cuando su ingeniosa y brillante teoría se estaba ya convirtiendo en paradigma indiscutido, en dogma que no había generado herejes, el propio Corner, al reproponerla y completarla, seguía declarando que era cosa artificial, especulativa. Decía, en 1954, en su Baer Lecture: "Los embriólogos y obstetras hemos construido con lápiz y papel la teoría morfológica de la gemelación uniovular, trazando los diferentes modos que podría seguir el cigoto para desarrollar al final dos embriones. Todo eso está en los manuales. Se ha elaborado, sin embargo, mediante meras conjeturas a partir de la estructura de la placenta y las envolturas fetales...".
Un necesario cambio de paradigma
Ha pasado más de medio siglo y nadie ha modificado el modelo de Corner. Pero nadie le ha dado fundamento empírico. En los laboratorios de reproducción asistida se han examinado millones de embriones humanos: pero esas observaciones no han traído luz, aunque sí alguna confusión. Llevamos noventa años parados, fascinados por una teoría perfecta, lógica y racional, que ha apagado la curiosidad y anestesiado la rebeldía.
Curiosamente, la "historia" de los 14 días ha dado a los bioéticos un argumento muy astuto que les autoriza a mantener a los embriones en un limbo de inferioridad ética y así manipularlos impunemente. Pero ese no parece un comportamiento serio, responsable. Cuando de sus reflexiones un bioético saca conclusiones de gran calado (por ejemplo, negar dignidad plenamente humana al embrión humano), ese bioético está obligado a proceder sin prejuicios éticos y biológicos. No puede aceptar a ciegas un dato biológico, por popular que sea, sin cerciorarse de su origen, historia y validez, pues no le vale creer en la biología con la fe de carbonero. Ni le es lícito privar de derechos humanos a ciertos seres humanos aplicando teorías biológicas hechas sólo con "lápiz y papel". Han de exigir de los biólogos no que les halaguen los oídos con suposiciones, sino hechos bien comprobados, de garantía, oro científico puro, no oropel.
Cabe preguntarse: ¿Por qué no se ha investigado la posibilidad de que la gemelación se dé en el primer momento, en la primera división del zigoto? Eso resolvería muchos problemas ontológicos. Sobre todo, recuperaría para los gemelos monocigóticos una morfogénesis sencilla. La gemelación sería resultado del mismo proceso de la fecundación, que, iniciado con la penetración del embrión, se completa con la primera división del zigoto. De ordinario, esa división origina los dos primeros blastómeros. Pero en la gemelación monozigótica, esa división produciría dos zigotos. Cada gemelo proseguiría autónomamente su desarrollo: cada uno decide su propio desarrollo.
Esta teoría arrumbaría el modelo teórico de la escisión en diferentes etapas (dos blastómeros, mórula, blastocisto inicial y tardío, disco embrionario), y colocaría en su lugar un modelo teórico de fusión de membranas. La nueva idea causará escándalo, chocará con prejuicios de piedra berroqueña. Pero confío en que, en un futuro no lejano, sepamos suficiente para ver cómo nacen dos zigotos. La cronología del modelo diseñado por Corner sigue siendo una mera hipótesis, nunca demostrada. No es lícito convertirla en un relato factual. Es abusivo esgrimirla en el debate bioético en apoyo de la tremenda afirmación de que el embrión de menos de 14 días está desnudo de dignidad. Esa es una inferencia despótica.
Fuente: Universidad de Navarra
Catholic.Net
Me invitaron a dar la lección de clausura de la V edición del Máster en Bioética de la Universidad de Navarra. Y elegí para ella un tema básico: la seriedad con que, en bioética, se ha de tomar la biología. Es muy estrecha la relación que se anuda entre biología y bioética. Eso quiere decir que biólogos y bioéticos no pueden trabajar dándose la espalda. Se necesita un vivo intercambio entre ciencia natural y filosofía moral, entre logos y ethos. En mi lección a los nuevos másteres les instaba a que dedicaran horas a leer ciencia biológica, y a hacerlo intensa, críticamente. Lo exige mantener alto el listón. A veces pienso que la bioética académica está perdiendo aliento. Y parte de la culpa de ese aflojamiento puede radicar en que cada año son más numerosos los trabajos de bioética debilitados por su biología mal entendida o falseada. No ocurre eso siempre por culpa de los bioéticos: no faltan biólogos que, por intereses ideológicos, dan por buenas interpretaciones dudosas, y por definitivos datos provisionales. Para mostrar a los másteres una aplicación de esas ideas y consejos, les puse varios ejemplos. Elijo para esta Tribuna, uno que, a mi parecer, puede interesar -y hacer pensar- a muchos.
Supuesta cronología de la gemelación
En embriología, obstetricia y genética humanas, se tiene por dato firme que los gemelos monocigóticos se originan por división del embrión durante los 14 días que siguen a la fecundación. En eso coinciden los libros de texto y los artículos de investigación avanzada. En ese concepto se apoyan, en donde las haya, las leyes de reproducción asistida y experimentación en embriones humanos. Es, a fin de cuentas, biología "oficial".
* He llegado a la conclusión de que la correlación tiempo de desarrollo posfecundación/tipos de gemelos que presentan manuales y artículos de investigación es una mera hipótesis.
Que en esas dos semanas el embrión humano puede dividirse y originar dos seres humanos es idea que fascina a muchos bioéticos, juristas y teólogos. Les permite afirmar que, mientras es posible esa división, no estamos ante un individuo humano, sino ante un ser pre-personal, ante un pre-embrión, el cual, obviamente, no puede ser persona humana ni titular pleno de los derechos humanos. La coherencia filosófica de este argumento ha sido debatida hasta la náusea.
Pero, ¿cuál es su solidez científica? ¿Es dato probado, demostrado, que el embrión humano puede dividirse y originar gemelos a lo largo de sus dos primeras semanas de desarrollo? He dedicado tres años a rastrear, con deseo de ser exhaustivo, las publicaciones biomédicas sobre el asunto. Y he llegado a la conclusión de que la correlación tiempo de desarrollo posfecundación/tipos de gemelos (DCDA, MCDA, MCMA, gemelos unidos) que monótonamente presentan manuales y artículos de investigación es una mera hipótesis. La lanzó G. W. Corner en 1922. Fue completada por O. v. Verschuer en 1932. La divulgó de nuevo Corner en 1955. Y, poco a poco, ha sido sumisamente aceptada por todos, a pesar de lo que el propio Corner afirmaba.
Decía en 1922: "Voy a permitirme un breve ejercicio de imaginación sobre la morfogénesis de los gemelos monocoriónicos humanos". Y, en ese ejercicio de imaginación, no sólo fundía en un modelo hipotético sus ideas sobre la gemelación diamniótica del cerdo con las de Paterson sobre la monoamniótica del armadillo, sino que tradujo a coordenadas temporales de la embriología humana lo que suponía que podía ocurrir en la geminogénesis monocoriónica humana.
Más de 30 años más tarde, cuando su ingeniosa y brillante teoría se estaba ya convirtiendo en paradigma indiscutido, en dogma que no había generado herejes, el propio Corner, al reproponerla y completarla, seguía declarando que era cosa artificial, especulativa. Decía, en 1954, en su Baer Lecture: "Los embriólogos y obstetras hemos construido con lápiz y papel la teoría morfológica de la gemelación uniovular, trazando los diferentes modos que podría seguir el cigoto para desarrollar al final dos embriones. Todo eso está en los manuales. Se ha elaborado, sin embargo, mediante meras conjeturas a partir de la estructura de la placenta y las envolturas fetales...".
Un necesario cambio de paradigma
Ha pasado más de medio siglo y nadie ha modificado el modelo de Corner. Pero nadie le ha dado fundamento empírico. En los laboratorios de reproducción asistida se han examinado millones de embriones humanos: pero esas observaciones no han traído luz, aunque sí alguna confusión. Llevamos noventa años parados, fascinados por una teoría perfecta, lógica y racional, que ha apagado la curiosidad y anestesiado la rebeldía.
Curiosamente, la "historia" de los 14 días ha dado a los bioéticos un argumento muy astuto que les autoriza a mantener a los embriones en un limbo de inferioridad ética y así manipularlos impunemente. Pero ese no parece un comportamiento serio, responsable. Cuando de sus reflexiones un bioético saca conclusiones de gran calado (por ejemplo, negar dignidad plenamente humana al embrión humano), ese bioético está obligado a proceder sin prejuicios éticos y biológicos. No puede aceptar a ciegas un dato biológico, por popular que sea, sin cerciorarse de su origen, historia y validez, pues no le vale creer en la biología con la fe de carbonero. Ni le es lícito privar de derechos humanos a ciertos seres humanos aplicando teorías biológicas hechas sólo con "lápiz y papel". Han de exigir de los biólogos no que les halaguen los oídos con suposiciones, sino hechos bien comprobados, de garantía, oro científico puro, no oropel.
Cabe preguntarse: ¿Por qué no se ha investigado la posibilidad de que la gemelación se dé en el primer momento, en la primera división del zigoto? Eso resolvería muchos problemas ontológicos. Sobre todo, recuperaría para los gemelos monocigóticos una morfogénesis sencilla. La gemelación sería resultado del mismo proceso de la fecundación, que, iniciado con la penetración del embrión, se completa con la primera división del zigoto. De ordinario, esa división origina los dos primeros blastómeros. Pero en la gemelación monozigótica, esa división produciría dos zigotos. Cada gemelo proseguiría autónomamente su desarrollo: cada uno decide su propio desarrollo.
Esta teoría arrumbaría el modelo teórico de la escisión en diferentes etapas (dos blastómeros, mórula, blastocisto inicial y tardío, disco embrionario), y colocaría en su lugar un modelo teórico de fusión de membranas. La nueva idea causará escándalo, chocará con prejuicios de piedra berroqueña. Pero confío en que, en un futuro no lejano, sepamos suficiente para ver cómo nacen dos zigotos. La cronología del modelo diseñado por Corner sigue siendo una mera hipótesis, nunca demostrada. No es lícito convertirla en un relato factual. Es abusivo esgrimirla en el debate bioético en apoyo de la tremenda afirmación de que el embrión de menos de 14 días está desnudo de dignidad. Esa es una inferencia despótica.
Fuente: Universidad de Navarra
Catholic.Net
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