Los profesores han comprobado que en clases separadas por sexo, las niñas intervienen más, adquieren más confianza en sí mismas y se sienten más tranquilas, de manera que rinden con mayor eficacia.
Por María Calvo (*)
En 1884 el Parlamento noruego aprobó una ley para garantizar la igualdad en materia educativa entre los sexos, permitiendo así los colegios mixtos. Más de 100 años después, en 1997, una nueva ley prohibió expresamente la educación separada por sexo. Sin embargo, esta norma permite la separación de niños y niñas por períodos concretos o en etapas escolares determinadas.
Desde entonces y hasta ahora, las clases mixtas han sido la regla general, sobre todo por motivos de escasez de alumnos. Sin embargo, recientemente algunos colegios públicos de Oslo están comenzando a implantar este tipo de experiencias diferenciadas con el fin prioritario de dar más protagonismo a las niñas, eclipsadas por unos compañeros masculinos que requieren más atención por parte del profesorado y que relegan a las niñas a un segundo plano.
Los profesores han comprobado que en clases separadas por sexo, las niñas intervienen más, adquieren más confianza en sí mismas y se sienten más tranquilas, de manera que rinden con mayor eficacia.
Astrid Roe, especialista en educación en la Universidad de Oslo, considera que a pesar de ser políticamente incorrecta, la separación por sexos en las aulas está dando resultados sumamente interesantes que deberían ser tenidos en cuenta de cara a ampliar esta oferta educativa a otros centros públicos escolares. Y afirma: ‘si los propios estudiantes lo prefieren porque consideran que les beneficia y mejora su concentración, ¿por qué no darles esta oportunidad?’.
(*) Escuela de Familia
European association single-sex education (EASSE)
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