El que sale siempre perjudicado es el niño, porque si la moral cristiana se considera perjudicial para los niños e inaceptable para el Estado, ¿cuántos años faltan para que se retire a los padres cristianos la custodia de sus hijos?
Por Isabel Costa Espluga
La generosidad de una familia inglesa que ya tiene cuatro hijos propios, les ha llevado además, a tener en acogida a 15 niños desde 1992 y por este motivo fueron alabados en su momento por los servicios sociales ingleses como personas amables y hospitalarias, que saben responder con sensibilidad a las necesidades de los niños.
Tras el paréntesis de algunos años, volvieron a ofrecerse como candidatos en 2007 pero algo había cambiado, porque según los servicios sociales de la ciudad de Derby, ya no reunían las condiciones de idoneidad. La razón no fue otra que, como cristianos practicantes, no podían tener una visión positiva de la homosexualidad, y por tanto, no hablarían a los niños a favor de esa tendencia sexual.
Al verse discriminados por ser cristianos pentecostales, acudieron a los tribunales, y han acabado por perder el caso ante el tribunal supremo porque según los jueces, hay un conflicto entre las leyes contra la discriminación por motivos religiosos, y contra la discriminación por orientación sexual, y para las familias de acogida, deben tener precedencia las que se refieren a la orientación sexual, porque consideran que los motivos religiosos son contrarios a los intereses del niño, ya que podría ser “infectado” por las ideas cristianas sobre ética sexual. Por eso fueron excluidos.
Cabría preguntarse si se seguiría esta misma argumentación en el caso de que fuera excluida una pareja homosexual, aduciendo que no tenía una visión positiva de la religión, lo cual podría ser perjudicial para un niño atraído por la fe.
En cualquier caso, el que sale siempre perjudicado es el niño, porque si la moral cristiana se considera perjudicial para los niños e inaceptable para el Estado, ¿cuántos años faltan para que se retire a los padres cristianos la custodia de sus hijos?
En realidad lo que ha pasado en esta sentencia es que los derechos de los homosexuales pasan por encima de la libertad de conciencia y de la libertad de expresión y de las convicciones de cada uno, porque lo que no se puede, es obligar a que uno tenga una posición necesariamente positiva de la conducta o de las ideas de un grupo minoritario, como si lo contrario fuera una ofensa.
¿Estaremos siendo testigos de una de una moderna inquisición secular? ¿o quizás a un decidido empeño para forzar a todos a aceptar un nuevo conjunto de “ortodoxias”, so pena de afrontar la condena como herejes sociales?. Al final resultará que la dictadura del relativismo no es una amenaza, sino ya una realidad.
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